El modelo se quedó sin financiamiento

Roberto H. Cachanosky

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.

Algunos de mis colegas economistas consideran que el modelo ya dio todo lo que tenía que dar y que ahora necesita ser revisado. Tengo una visión diferente. El problema del llamado “modelo” es que siempre fue inconsistente, pero pudo sobrevivir durante bastante tiempo gracias a que tuvo financiamiento para cubrir las inconsistencias. El drama actual es que ya no tiene mucho margen de financiamiento de sus inconsistencias. Es decir, el modelo estaba destinado de entrada al fracaso, pero pudo sobrevivir por diferentes circunstancias que ya no se dan.

burning-money¿Por qué el modelo siempre fue inconsistente? Porque partió de la base de que primero se puede consumir y luego producir. Para poder consumir cada vez más, hay que producir cada vez más. Y para eso hay que aumentar la productividad vía inversión.

Si bien hubo mecanismos de financiamiento del populismo, como el viento de cola que fueron la soja y el crecimiento del mundo, la primera ya no alcanza y el segundo desapareció. ¿Cómo se financió el aumento del consumo durante todos estos años? Básicamente consumiéndose el stock de capital. Se consumieron nuestros ahorros en las AFJP, el stock ganadero, el sistema energético, la infraestructura del país (rutas y transporte público destruidos), una presión impositiva descomunal y ahora con la maquinita de emitir billetes, dejando con patrimonio neto negativo al BCRA.

Ahora bien, obviamente que estos mecanismos para financiar la fiesta de consumo artificial tuvieron un costo. Uno es la crisis energética que han generado. Basta con ver los datos de importación de combustibles de marzo y del primer trimestre de este año para advertir el serio problema que han generado en este rubro. En marzo de este año las importaciones de combustibles aumentaron 65% en comparación con marzo de 2012. Si tomamos el primer trimestre de este año, las importaciones de combustibles subieron 57% con relación al mismo período de 2012.

El retraso del tipo de cambio real también les juega en contra. El saldo de balance comercial del primer trimestre de este año es prácticamente la mitad del saldo de balance comercial del año pasado, y eso que se cerraron las importaciones. Caso contrario, ya estarían con saldo negativo en este rubro o muy cerca, por la sencilla razón de que la caída del tipo de cambio real estimula las importaciones y desestimula las exportaciones.

Seguramente que la gran brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo debe estar generando sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones, pero de todas formas al Central le será cada vez más difícil recuperar las reservas que viene perdiendo a pasos acelerados. Al 15 de abril, siendo optimistas, las reservas del BCRA representaban sólo 29% del total del activo de la entidad.

Si uno mira la recaudación impositiva, en el primer trimestre creció 25,8%, es decir, empató con la inflación en el mejor de los casos. Pero dos impuestos que reflejan la actividad interna como son el IVA DGI y el impuesto al cheque subieron 26 y 24%, reflejando el estancamiento con inflación que atraviesa la economía argentina. Por su parte, los derechos de exportación, que eran la vaca lechera del gobierno nacional, cayeron 32% en el primer trimestre respecto de ese período de 2012.

La desaceleración de la economía se observa hasta en los datos del Indec, que informa un aumento de las ventas de los supermercados en pesos corrientes de 21,2% en febrero de este año en términos interanuales, lo que significa una caída en términos reales.

Por último, la demanda laboral en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires se ubicó 9% por debajo de abril de 2002, que fue el peor mes del año de la crisis, de acuerdo con datos de la Universidad Torcuato Di Tella.

Con el tipo de cambio deteriorado hasta niveles que ya son equiparables a los de la convertibilidad en pesos constantes, el sector externo no le dará dinamismo a la actividad económica. Salvo la soja y algún producto en particular, exportar con estos costos en dólares es todo un desafío.

El consumo no va a tener el impulso de otros años porque ya no queda margen para financiar la fiesta artificial. Es más, con la baja demanda laboral que hay hoy, mi impresión es que en cualquier momento pueden comenzar los problemas de desocupación.

Y aquí llegamos al punto crucial. Las inversiones que podrían sentar las bases del crecimiento de largo plazo, crear más empleo y mejores salarios reales brillan por su ausencia. Las arbitrariedades que implementa Moreno en representación del Gobierno (no haría lo que hace sin el visto bueno de la Presidenta) ya son suficiente argumento para no invertir en la Argentina. Para colmo, luego le agregaron el cepo cambiario por el cual nadie va a invertir para después no poder girar sus utilidades y dividendos. Y como frutilla del postre, ahora tenemos un avance sobre la Justicia en el que los derechos de propiedad quedan totalmente sometidos al capricho del gobierno de turno.

Así que volvemos al punto de siempre: no hay posibilidad de crecimiento de largo plazo sin calidad institucional. Sin ella no habrá inversiones ni más puestos de trabajo ni mejores salarios. Y calidad institucional es justamente lo que tenemos cada vez menos.

* PUBLICADO EN DIARIO LA NACIÓN, MARTES 28 DE ABRIL DE 2013.

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