La energía post Kirchner

Emilio Apud es ingeniero industrial, director de YPF y ex Secretario de Energía y Minería de la Nación. Integra el Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso.

Recibieron un sector autoabastecido y lo dejan caído en calidad de servicios, inversiones privadas y dependencia importadora.

REVISTA NOTICIAS.-  Corría el año 2003 y la situación del sector energético era buena no obstante la crisis externa del tequila en 1998 y el ocaso del menemismo con un nivel de gasto insostenible a costa del endeudamiento externo.

Las fuertes inversiones que se habían realizado desde 1992 tanto en el sector petrolero como en el eléctrico permitían un clima de cierta holgura admitida por el propio Kirchner en su plataforma de gobierno.

Es decir, recibieron un sector energético autoabastecido, con stocks  y capitalización adecuados y consecuentemente con  buenos servicios de electricidad y gas sin cortes. Pero además, y muy importante, con tarifas que permitían inversiones  sin necesidad de subsidios y con valores menores  al promedio de nuestros vecinos.

Esa situación les permitió tirar hasta 2007 sin que se notara el deterioro creciente del sector, fruto de la discrecionalidad, anomia, capitalismo de amigos, y populismo tarifario. Por decisión de Néstor Kirchner, nunca se renegociaron  los contratos de los servicios que habían perdido vigencia por la crisis de 2002. Prefirió irresponsablemente congelar tarifas dando origen a subsidios crecientes, pero no suficientes, con la consecuente caída en la  calidad de los servicios y sin inversiones privadas que se reemplazaron por el  híbrido “capitalismo de amigos” y el creciente intervencionismo estatal.

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Así se llega a la crítica situación energética, que trasciende al sector afectando a la economía, al medio ambiente y a la calidad de vida de todos los argentinos. Se perdió el  autoabastecimiento, hay cortes de luz y gas, paradójicamente con alto nivel de derroche provocado por tarifas irrisorias, con importación de combustibles y gas natural superior a US$ 12.000 millones, con la mitad de las  reservas de gas y con una caída en la producción de petróleo de 25%, con demandas en tribunales internacionales por miles de millones de dólares, la mayoría con sentencia desfavorable a nuestro país, con aumento de emisiones de gases de efecto invernadero al haber crecido  la participación de combustibles para generar  electricidad  etc.

Pero para el gobierno estos malos resultados de 12 años de gestión no parecen ser suficientes y faltando solo 7 meses  para finalizar su mandato, maniata a las próximas administraciones con acuerdos poco transparentes con China y Rusia, con el mezquino propósito de llegar a diciembre sin arreglar el tema hold outs, manteniendo el exorbitante gasto público y concretar algunos negocios colaterales.

Ante este panorama se hacen previsibles  las principales medidas que deberá adoptar gane quien gane la próxima elección  presidencial.  Muchas de esas medidas exceden al sector energético y todas orientadas a  promover la vuelta de inversiones  vía capitales de riesgo y financiación accesible de los mercados mundiales.

Será necesario actuar en tres planos simultáneamente,  el  económico-institucional, el sectorial y el sociopolítico.

Así, en lo económico-institucional, la prioridad será volver al estado de derecho, a la legalidad para garantizar seguridad jurídica, mediante  la derogación de la Ley de Emergencia Económica, el respeto a las Instituciones de la República,  hacer las paces con el mundo (FMI, deudas, litigios), tener una moneda, unificación cambiaria, inflación dentro de parámetros normales, estadísticas creíbles y comercio exterior sin trabas discrecionales.

En el plano sectorial se deberán lograr Políticas de Estado mediante  consensos  entre los partidos, las provincias, los sindicatos, los legisladores y la industria. Habrá que consensuar  medidas complejas, entre las que se destacan: volver a tarifas de servicios públicos que reflejen los costos, como ocurría antes del kirchnerismo, con subsidios a la demanda en forma excepcional;  adecuar y modernizar los órganos regulatorios; elevar a rango de  Ministerio a la Secretaría de Energía;  reestablecer los órganos de control nacional, hoy cooptados o ignorados por el Gobierno

Por último, en lo sociopolítico será necesario convencer e interesar a  la gente, histórica convidada de piedra, que desarrollar los recursos energéticos, les mejorará su calidad de vida.

Entonces, el desafío post kirchnerismo consiste en instrumentar con premura esas medidas a fin de  transformar  en una poderosa palanca para el desarrollo el lastre que significa hoy la energía para nuestro país. Recursos energéticos nos sobran, no así la capacidad de gestión para ponerlos en valor.