“La salida del cepo permitirá el crecimiento”

DIARIO EL TERRITORIO – El economista Aldo Abram estimó que “los primeros seis meses del año 2016 serán difíciles porque estamos en una economía en recesión” pero auguró “un promisorio segundo semestre porque a partir del fin del cepo entramos en un sinceramiento de las condiciones de producción nacional que significan un fuerte impulso a las economías regionales de todo el país”.
El director de la Fundación Libertad y Progreso explicó que “desde el punto de vista económico, la salida del cepo cambiario fue el hecho político más importante del año que termina porque significó salir de un estado de ficción para ingresar a un plano de realidad, del cual nunca debimos haber salido porque eso le hizo mucho daño a los sectores productivos de nuestra economía”.
En ese sentido, el economista explicó que “al vivir en un sistema con el tipo de cambio totalmente retrasado como estuvimos en los últimos cuatro años, las economías regionales se encontraban en una situación de asfixia constante porque, por un lado, los bienes que producían lograban una suba muy leve porque el valor oficial del dólar estaba frenado pero, al mismo tiempo, los costos de producción aumentaron vertiginosamente” y, según Abram, “ese combo fue letal para las industrias y para las economías regionales que son el gran motor del país”.
Para graficar su pensamiento sobre lo que significó el cepo cambiario en los últimos años, Abram dijo que “fue similar a hacer un riquísimo guiso con las gallinas de los huevos de oro porque se liquidó a las economías regionales cuando en verdad lo que siempre hay que hacer es cuidar a este sector porque de él depende el resto del país”.
Según las estimaciones de Abram, “la liberación del tipo de cambio beneficiará principalmente a las economías regionales porque puso un manto de verdad sobre lo que efectivamente vale en pesos cada dólar y eso ayuda a revalorizar los productos que se elaboran en cada región del país y eso -por ejemplo en el caso específico de Misiones- ayudará a lograr mejores precios para la yerba, el té, los cítricos, la madera y todo lo que se genera en esa provincia”.
Abram también se refirió “a la terrible herencia que dejó el gobierno anterior con un déficit fiscal que ronda los ocho puntos del Producto Bruto Interno (PBI) y que si bien esta cifra al común de los lectores no le significa nada, es necesario aclarar que este tipo de situaciones son las que nos llevaron a la hiperinflación de 1989, por eso es necesario decir la verdad a la población para que se sepa en su real dimensión el estado de las cuentas públicas”.

Hay que salir del agujero interior

El economista también se refirió al acompañamiento de la mayoría de la población argentina a las primeras medidas de gobierno. “En general se nota un alto grado de conciencia en la mayoría de los habitantes del país sobre la necesidad de salir del viejo esquema de relato oficial mentiroso para poder saber bien dónde estamos parados y cuál es el grado de emergencia del caso”.
Según Abram, eso se notó muy bien en “la decisión del Gobierno de declarar la emergencia energética y la de seguridad y aún más en la salida del cepo, donde no se dio la estampida tan temida a la compra de dólares, lo que de por sí está señalando cierto grado de confianza social en las medidas que se están tomando”.
Sostuvo que luego de la eliminación de las retenciones y el fin del cepo al dólar, el balance “es positivo” y añadió que “no se dio una devaluación porque en realidad la devaluación del peso se venía haciendo desde hace cuatro años y eso lo sentía la gente en la billetera diariamente”.
De acuerdo al economista, “lo que el Banco Central estaba haciendo era quitarnos con el impuesto inflacionario un pedazo de poder adquisitivo con los pesos en el bolsillo para financiar los excesos de gastos del Gobierno. Y para que no se reflejara en el valor del dólar oficial, lo que hicieron fue poner el cepo y fijarlo artificialmente con valores que no reflejaban la realidad”.

Pérdida del poder adquisitivo
El economista de la Fundación Libertad y Progreso también pronosticó que el nuevo año arrancará con “una pérdida del poder adquisitivo y por eso las familias controlarán sus gastos”.
Esto significa que “la gente priorizará las cuestiones básicas y reducirá sus erogaciones en los productores de servicio que ahora ganarán lo que corresponden que ganen”.
“En el supermercado se tendrá que pagar más por la cosas. Por tanto, la gente deberá bajar un poco los gastos en el sector de los servicios que fueron los grandes beneficiarios de este modelo, como por ejemplo la compra de electrónicos, viajes, cine y comidas en restaurantes”.
Consultado sobre si es posible evitar la suba de precios en supermercados, Abram dijo que no cree que “se puedan atajar los precios en algunos productos” pero advirtió que “luego del trance que implica sincerar la economía la inflación comenzará a bajar por la austeridad de la política monetaria del Banco Central y comenzarán a sentirse los primeros vientos de crecimiento económico ya poco antes de mitad de año”.