Roberto H. Cachanosky
Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
El gobierno actual ha pasado del protocolo antipiquetes a negociar con los piqueteros y darles obra sociales
Lo que debía ser un subsidio transitorio para los que quedaron desocupados con la crisis del 2002 se ha transformado en una política pública de largo plazo. La cantidad de “planes sociales” y subsidios que hoy reparte alegremente el estado ha crecido en forma exponencial. A tal punto se ha transformado en una forma de vida que el gobierno se enorgullece de tener más planes sociales que los que había otorgado el kirchnerismo. Eso muestra el fracaso de la política económica dado que si el estado tiene que entregar más subsidios quiere decir que no logra generar puestos de trabajo que le permitan a la gente vivir de su esfuerzo personal. Ni siquiera el gobierno dice que son subsidios transitorios, sino que son un derecho adquirido, como sostuvo en su momento Gabriela Michetti. Que otro tenga derecho a ser mantenido por el trabajo de un tercero es un disparate mayúsculo. Es absolutamente inmoral que el estado le quite compulsivamente el fruto de su trabajo a quienes producen decentemente para repartirlo a conveniencia del gobierno de turno.
Es más, el gobierno actual ha pasado del protocolo antipiquetes a negociar con los piqueteros y darles obra social, cuenta que obviamente paga el contribuyente dando una pésima señal para terminar con esta continua extorsión de grupos que pretenden vivir a costa del trabajo ajeno o no cumpliendo las normas mínimas de convivencia. La señal que dio el gobierno fue: si me hacen un piquete, “compro” la tranquilidad en la calle pagando con plata del contribuyente.
Al reiterar este comportamiento de los piqueteros exigiendo obras sociales gratis y subsidios, los manteros exigiendo un subsidio y un lugar dónde trabajar y los contratados del CONICET exigiendo que se les renueve un contrato que había terminado pero el gobierno accedió a renovarlo, queda en evidencia que cuantas más veces ceda el gobierno ante la extorsión de los diferentes grupos, más crecerá la oferta de extorsión o la demanda de más subsidios. Como el lector quiera verlo. En otras palabras, los contribuyentes tendremos que poner dinero para pagar la cuenta de la plata que entrega el gobierno frente a todas extorsiones.
Suele argumentarse que si el gobierno no negocia con estos extorsionadores se rompe la paz social y la situación sería peor. Con este argumento lo que nos están diciendo es que el estado prefiere utilizar el monopolio de la fuerza para “robarnos” el fruto de nuestro trabajo en nombre de la solidaridad social en vez que los piqueteros nos roben directamente. O, su Ud. prefiere, el estado nos dice: dejá que te robo yo en nombre de los piqueteros que soy más pacífico.
No queda exento también el argumento que sostiene que si el gobierno establece el orden puede haber malhumor social y dar lugar a la vuelta de los k. Este argumento es extorsionar con el negro período k y decir: o se bancan lo mío o vuelven los k. Que es lo mismo que decir, vamos a hacer populismo educado para que evitar que vuelva el populismo autoritario k.
La gente quedó con traumada con la dictadura k, pero ese trauma no tiene que llevarnos pensar que hay que hacer lo mismo pero en forma en educada.
El camino a transitar consiste en desactivar el arbitraje que hacen los piqueteros. ¿Por qué voy a ir a trabajar, dirá un piquetero, si el estado le roba a otro para que me mantengan? Solo optará por ir a trabajar si se pone un límite de tiempo en el subsidio que se otorga y si la diferencia entre el subsidio y el sueldo que puede recibir por un trabajo es lo suficientemente amplia como para incentivarlo a trabajar.
El primer punto, entonces, es ponerle un límite de tiempo a los planes “sociales” que se otorgan. En segundo lugar es ir licuando los planes sociales con la inflación para que quién hoy prefiere no trabajar vea la diferencia de ingreso del subsidio y de trabajar y cambie de opinión.
Obviamente que el sistema funcionaría mucho más aceitado y aceleradamente si hubiese un plan económico global consistente que atraiga las inversiones de manera que quienes hoy cobran un subsidio no tengan excusas para no trabajar.
Personalmente viajo muy seguido al interior del país, en especial a zonas agropecuarias, y mi pregunta siempre es la misma: ¿se consigue personal para trabajar? La respuesta es: ¿la gente solo acepta trabajar en negro porque si figura en blanco pierde el plan social? Eso quiere decir que el trabajo lo tienen como una changa y el subsidio como su ingreso principal.
Por eso, no basta con decir que hay que reestablecer la cultura del trabajo si al mismo tiempo negocian con las mafias que pretenden extorsionar al gobierno con disturbios si no les dan más subsidios. Eso es inmoral e incentiva la extorsión permanente. De esas “negociaciones” solo podemos esperar más planes sociales y más sometimiento impositivo para la gente decente que trabaja y paga impuestos.
Nadie está proponiendo correrlos a palos, solo establecer nuevas reglas para que este gran negocio de los planes sociales deje de serlo.
En todo caso si hay que usar la fuerza pública para reestablecer el orden deberá apelarse a ese instrumento, caso contrario no tendría sentido otorgarle el monopolio de la fuerza al estado, salvo para que esquilme a los contribuyentes.
La corrupción fue uno de los grandes males de la era k y hay que erradicarla de lleno y la política de extorsión es una forma de corrupción. Doce años de clientelismo político exigen un eliminarlo si es que queremos en serio reestablecer la cultura del trabajo y eso exige mucha firmeza a la hora de tomar decisiones al respecto.