Que no roben, que no hagan

Por Cristian Nahuel Centurión, Coordinador Local – Estudiantes por la Libertad

Un problema común de nuestros tiempos se hace visible con la frase “roban pero hacen”, que demuestra por un lado el problema moral en el que está nuestra sociedad, donde el fin justifica los medios, y por otro lado, que a juzgar por esa expresión popular parece que lo único que esperamos los ciudadanos de nuestros gobiernos es que estos HAGAN, sin importar que hacen o si deberían hacerlo.

Parece que en nuestra sociedad contemporánea todo vale: da igual gastar miles de millones en fiestas con artistas populares (a ser pagadas por el Estado, o mejor dicho, por los contribuyentes) o en rutas, puentes o escuelas, como si fuera lo mismo, como si el dinero creciera de los árboles.

Aquel dinero que un jubilado no puede gastar en comprarle un regalo a su nieto o que un empleado, ya sea estatal o de una empresa privada, podría destinar en mejorar su calidad de vida comprando un televisor, un par de zapatillas o simplemente una gaseosa, pero que está obligado a pagar todos los meses en impuestos y tasas municipales, es despilfarrado irresponsablemente por aquellas autoridades que deberían administrar eficientemente los recursos escasos y procurar la calidad del gasto.

Aquel dinero, insisto, es gastado sin previa autorización de su dueño original, en fiestas que no va a concurrir ya sea por su edad, por sus gustos o porque simplemente al otro día tiene que levantarse a trabajar (para pagar la fiesta que gozaron otros) o es gastado en obras que nunca pidió y que no mejoran su calidad de vida, como puede ser: una rotonda en una avenida, que lejos de mejorar, empeora porque dificulta aún más el tránsito o una fuente de aguas danzantes, obras que cuestan millones de todos los trabajadores.

Recordemos siempre esto, el gasto público sustituye siempre al gasto privado, por esto debe ser eficiente.

Como fue expuesto, no solo se trata de no robar, sino también de no despilfarrar, de no hacer gastos inútiles que terminan endeudando futuras generaciones. ¿Qué país queremos para nosotros y los jóvenes que vienen? ¿Uno con inseguridad, gasto ineficiente y con impuestos altos? O un país con instituciones fuertes donde “el que las hace, las paga” y donde el gasto y los impuestos sean moderados y eficientes.