Acerca de la ortodoxia: una nota

Presidente del Consejo Académico en

Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.

 

EL CRONISTA – Hay quienes todavía, a pesar de los progresos de la ciencia, insisten en utilizar el calificativo de ortodoxos a quienes se estima están empecinados en mantener ideas distintas a las generalmente expuestas, como si pudiera existir esa categoría en el ámbito del conocimiento. No parecen percatarse que la ortodoxia es en todo caso una característica exclusiva de ámbitos religiosos en los que se cumple a pie juntillas con dogmas que se consideran indiscutibles.

En la ciencia, la ortodoxia y el dogma constituyen insultos de cierta envergadura (para no decir estupideces mayúsculas) puesto que la apertura mental y la modificación frente a refutaciones se traducen en la quintaesencia del conocimiento científico. El debate abierto y el cuestionamiento a lo establecido son los pilares básicos para el desmoronamiento de telarañas mentales al efecto de progresar en la ciencia, cualquiera sea el terreno en el que se instale.

En realidad, traducido al castellano, los que tildan de ortodoxos a otros son los timoratos que no se atreven a tomar el toro por las astas y prefieren no poner al descubierto lo que es menester concluir. Y lo hacen para no quedar mal con opiniones mayoritarias del momento y para seguir los lineamientos de lo que se considera es lo políticamente correcto. Es decir, todo lo contrario de lo que requiere el pensamiento serio.

Estas reflexiones en modo alguno adhieren al relativismo epistemológico. Antes al contrario, suponen verdades que hay que aprehender, de lo contrario carecería de sentido aludir a las investigaciones si no hubiera nada que investigar y si fuera lo mismo cualquier resultado en cualquier dirección. Si estuviera a la par una sandez y el descubrimiento riguroso.

La faena del conocimiento estriba en una dolorosa peregrinación de prueba y error, corroboraciones siempre transitorias y refutaciones en busca de verdades al efecto de disminuir en algo nuestra colosal ignorancia.

El relativismo convierte en relativo al propio relativismo y no permite distinguir proposiciones verdaderas de proposiciones falsas.

Ortodoxia, dogma, doctrina e ideología están completamente fuera de la esfera del conocimiento científico.

Como hemos destacado en otras oportunidades, la ideología es la antítesis de la ciencia, no en el sentido inocente del diccionario ni en el sentido marxista de falsa conciencia de clase, sino en la acepción generalizada de algo cerrado, terminado e inexpugnable, precisamente porque se trata de algo abierto, en proceso evolutivo y sujeto a refutaciones y revisiones.

Se suele asimilar la economía convencional (mainstream economics) a la ortodoxia, lo cual, constituye un grave error, no solo por lo apuntado más arriba sino por la mezcolanza de tradiciones de pensamiento a que este esquema conduce que, a su vez, da lugar a las heterodoxias de quienes se oponen a la visión clásica de la economía desde Keynes y Samuelson a Hayek y von Mises.