Héctor Ñaupari[1]
Dedicado a una madre atribulada y apenada.
De todos los terribles males con que este deslavado siglo XXI amenaza a la siempre frágil libertad –desde los comunismos realmente existentes, sus asesinatos y sus macabras bombas, el totalitarismo religioso, el marxismo cultural imperante en colegios y universidades, el correctismo político y su modelo socio político de intervencionismo y bienestar impagables, hasta ciertos distraídos liberales apoyando a las izquierdas y su nueva coartada de género– con uno solo dormimos al lado: nuestros hijos.