“La magia no la da una máquina”

Lo electrónico no es mágico. Como cualquier instrumento, el voto electrónico puede servir y ser útil. Por ejemplo, podríamos obtener resultados en forma más rápida. Pero en la medida en que tengamos capacidad para controlarlo”. Así lo manifestó a La Prensa el vicepresidente de la Cámara Nacional Electoral, Alberto Ricardo Dalla Via, especialista en Derecho Constitucional, profesor universitario y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

El magistrado es autor de dos nuevos trabajos relacionados con la actividad del tribunal: la edición actualizada de Derecho Constitucional, presentado por Gregorio Badeni, y Derecho Constitucional Económico, presentado por Manuel Solanet.

– El proyecto de reforma política, impulsado en 2016 por el Poder Ejecutivo y que naufragó en el Senado, ¿habría incidido, en caso de aprobarse la extensión del uso de la boleta electrónica a todo el país, en un mejor funcionamiento del sistema electoral?

– No lo sabemos. El proyecto contenía aspectos positivos en algunos temas, pero también muchas falencias. Proponía un sistema de boleta única electrónica (BUE), pero no tenía un plan B si la boleta única electrónica no estaba. En nuestra opinión, el plan B tendría que haber sido una boleta única de papel. El proyecto de 2016 no decía nada de eso. En consecuencia, fracasada la iniciativa que impulsaba la boleta única electrónica, quedó el sistema tradicional. (NdR: boletas de papel, donde son los partidos los que ofertan los candidatos. En cambio, un sistema de boleta única, como propugna la Cámara desde 2007, hace que el Estado garantice la oferta, para discutir después si la boleta es de papel o electrónica). Posiblemente el proyecto de 2016, en caso de aprobarse, hubiera sido positivo en algunos aspectos instrumentales, por ejemplo, la incorporación de un sistema más sencillo de la boleta. Pero no contemplaba aspectos de fondo que la dirigencia política argentina debería discutir. Y el principal de ellos está vinculado con el sistema de partidos políticos. La necesidad de este debate aún sigue vigente. Leyes y política

– Una de las virtudes del voto electrónico es la rapidez en el conteo de los sufragios. Queda no obstante la duda si ese rasgo distintivo garantiza la transparencia o disminuye los riesgos de fraude en el escrutinio provisorio…

– La celeridad no está en la Constitución Nacional. En nuestra Ley Fundamental están legisladas la justicia, la igualdad y la seguridad. Esos son los valores que tenemos que asegurar en un proceso electoral. Debemos resguardar antes que nada la certeza del proceso. La celeridad es bienvenida, en la medida en que no conspire contra los otros valores. Pero no puede ser el valor central. Con el voto electrónico, el problema que hay, por eso la mayoría de los países europeos no lo usan, o bien los que lo usaron ya lo sacaron, es que genera la engañosa imagen de la transparencia por sí misma. Y la magia no está dada por una máquina. Así como la urna es de madera o de cartón, puede ser electrónica. Ahora, cuando uno habla de sistema electrónico, el hardware lo hace alguien. ¿Quién es? ¿Una empresa extranjera? El software lo hace alguien. Supongamos que el hardware es ruso y la máquina es china, ¿eso es más transparente?. Por sí mismo no. Nosotros creemos que es más transparente abrir la urna y contar los votos, que lo que puede haber dentro de un software.

– ¿Dónde reside entonces la ventaja del software y del hardware?

– En la rapidez, pero requiere mucho más control. Insisto: lo electrónico no es mágico por sí mismo. Como cualquier instrumento puede servir y ser útil. Por ejemplo, podríamos obtener los resultados en forma más rápida. Pero en la medida en que tengamos la capacidad para controlarlo. Y voy a poner un ejemplo: Brasil, nuestro gran vecino. Tiene voto electrónico y les ha ido bien. Es un país con mayor nivel de analfabetismo que nosotros. Les resultaba mucho más difícil controlar las mesas de elecciones.

– ¿Cómo es el voto electrónico en Brasil?

– Lo hacen ellos. El Estado le dio al Superior Tribunal Electoral la propiedad. Quiere decir que el voto electrónico en ese país está hecho por un ingeniero del Superior Tribunal Electoral del Brasil. El hardware es de ellos. El software es de ellos. No se lo compraron a nadie. Lo desarrollaron ellos. Tienen un sistema operativo anti-hacker propio, y cuentan con un nivel de inversión del Estado que le dio el dinero al Superior Tribunal Electoral como autoridad neutral. Es un modelo a ser atendido.

REVISION COMPLETA 
 Aparte de la experiencia de Brasil, ¿qué modelos de control electoral han usado otros países?

– Comprar equipos o hacer concesiones de equipos. Ahí el tema es más complejo. Nosotros, en la Argentina, no terminamos de saber del todo bien cómo iba a ser el prototipo que proponía la ley en el último proyecto (2016). Lo que le dijimos al Gobierno cuando se debatió la ley, fue: “Nosotros vamos a auditar el sistema de punto a punto. Es decir, si la política argentina decide incorporar tecnología, lo que la Cámara Nacional Electoral va a exigir es auditar de punto a punto. Esto significa, auditar, por lo menos 180 días antes de la elección, que las máquinas estén en cero. Que no tengan ninguna información adentro. Segundo, tener una revisión completa de todo el sistema: hardware y software (y de pruebas). En tercer lugar , tener una trazabilidad exacta para ver adónde va cada máquina. Eso requiere dotarnos (a la Cámara Nacional Electoral) de una capacidad de control técnico. Acá lo único que no se puede delegar es el control. Primero, la Cámara Electoral lo dijo bien claro, las elecciones no se pueden privatizar. No son un servicio público. Son un acto de soberanía y pertenecen al pueblo de la Nación. Nosotros solamente las administramos. Y para eso hay que adoptar todas las garantías.

– ¿A qué organizaciones expertas en sistemas electorales, efectuó consultas la Cámara que Usted integra?

– A nosotros, la cuestión del voto electrónico nos preocupó mucho durante el debate legislativo de 2016, y por eso fuimos a pedir el auxilio de organizaciones expertas, para intercambiar criterios sobre el debido proceso electoral. Acá hay que cuidar el debido proceso electoral. Con tecnologías, o sin tecnologías. Concretamente, este año, hubo contactos con la Comisión de Venecia, la cual estableció las reglas de buenas prácticas electorales en Europa. Vinieron a la Argentina porque hicimos contactos para aplicar esas reglas de buenas prácticas a los procesos tecnológicos en nuestro país. Luego fuimos a los Estados Unidos para ver como se auditan los sistemas electrónicos en todo el país del norte. También vimos como funciona el sistema en Brasil y en Ecuador. Hicimos un proyecto mínimo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con la finalidad de ver cómo debería ser una oficina de control informático. Le dijimos a los poderes políticos argentinos que, en caso de implementarse el voto electrónico, nosotros vamos a auditar el sistema. No vamos a dar el visto bueno, sin ver lo que ocurre dentro de la máquina. Lo que hay dentro de la máquina, puede servir también para muchas cosas malas.

– No obstante, a nivel Ciudad, hubo fuerte consenso en la ciudadanía de que esa modalidad electoral funcionó correctamente.

– No puedo opinar al respecto, porque como tribunal electoral, no tuvimos intervención. Lo único que le puedo decir es que, como ciudadano, debo sufragar en la Ciudad. Vivo acá muy cerca (en relación la sede de la Cámara Nacional Electoral, sita en 25 de Mayo 245 de la Capital Federal), y en la última elección (2015) voté en el edificio de la Universidad Católica Argentina, en Puerto Madero. El sistema funcionó muy rápido y bien. Ahora, por alguna razón, que no sabemos a qué se debe, no se utiliza este año, siendo que se aplicó en 2015, al realizarse la elección nacional y la elección local. Ahora bien: en Salta, por ejemplo, la provincia tiene el mismo sistema que la Ciudad de Buenos Aires, y las elecciones son concurrentes. En una misma mesa uno va a tener la mesa para la elección nacional, y la máquina electrónica para la elección local. No sé por qué razón el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, luego de haber utilizado en 2015 el sistema del voto electrónico con buen éxito para la ciudadanía, decidió no aplicarlo ahora.