Una oportunidad de exigir un país normal

NUESTRO AGRO – El resultado electoral de octubre no solamente fue un espaldarazo para el Presidente Macri, también fue un mensaje para los hombres de negocios. Había dudas al respecto de si los argentinos estábamos dispuestos a hacer el esfuerzo que significa torcer este rumbo de decadencia de tantas décadas y buscar ser un país normal. En qué medida nuestro voto en las legislativas no implicaría volver al Titánic del que nos habíamos bajado en 2015 con ese mismo voto.

Por ello, no es raro que no hayamos tenido más que un crecimiento moderado de la inversión o que los empresarios optaran atender los aumentos de demanda por la reactivación con horas extras caras, evitando tomar nuevos trabajadores. Todos sabemos que con la actual legislación, un error de cálculo respecto a si la demanda se mantendrá sostenida tiene un alto costo en términos de despedir a alguien. Por lo tanto, la primera consecuencia de los comicios es brindar más certidumbre y aumentar la predisposición a invertir y tomar empleados; lo cual es muy buena noticia.Economía argentina - Macri

Sin embargo, con esto solamente garantizamos un proceso de reactivación que continúe y uno posterior de crecimiento moderado, con alta debilidad para enfrentar crisis externas. Hay que hacer otras reformas para garantizarle a todos los argentinos mayores oportunidades de progreso y al país un desarrollo sustentable. La actual legislación laboral es arcaica y sólo pretende favorecer y proteger a los que tienen empleos a costa de generar altos índices de informalidad y desempleo. Lo peor es que, de la misma forma que en la vida de una persona, proteger no es lo mismo que sobreproteger, que es lo que dice hacer nuestra normativa. En definitiva, se establecen condiciones que promueven la irresponsabilidad; por lo que aquellos buenos trabajadores terminan cobrando menos porque hay que pagarle al que no lo es. Por ejemplo, el ausentismo en la industria local es entre 2 y cuatro veces más alto que en otros países de la región Además, en esa misma comparación, el costo extrasalarial industrial en la Argentina (67%) es  más del doble, excepto comparado con el de Brasil al que supera en 50%. A eso hay que sumarle la enorme litigiosidad que termina beneficiando a la industria del juicio; pero que implica que el empresario deberá prever esa posibilidad.

Lo peor es que la gente piensa que esos costos los paga el empresario y, en el tiempo, no es así. Si Ud tuviera que tomar un empleado, primero vería cuanto va a producir. A esa suma, le quitará los impuestos, aportes previsionales y sindicales,  ART y obras sociales. También, les restará un porcentaje por lo que tiene que prever ante la posibilidad de tener que despedirlo (indemnizaciones) y potenciales juicios. Al final, en Argentina, es probable que ese número se aproxime a la mitad del valor que producirá ese puesto de trabajo, lo que resta es lo que podrá abonarle el empresario. Si no consigue alguien por ese monto, no contratará a nadie y habrá más desempleo o tomará una persona en negro; por ello la alta informalidad. Encima, la legislación laboral es arcaica y no prevé las modalidades de empleo que son necesarias para el siglo XXI; por lo que desincentiva su creación. Conclusión, esta normativa y la gremial feudal solamente brindan privilegios y cajas a los gremialistas y jugosos beneficios a la industria del juicio, a costa de los sueldos de los trabajadores, mayor informalidad y más desocupación. (Mirá https://goo.gl/nZCGb5)

En el mundo, los grandes generadores de empleo son las PyMes, porque para ellas el capital es relativamente más caro que el trabajo en relación a lo que le cuesta a una empresa grande. En Argentina, se da el absurdo que la tendencia es que hasta las PyMes tratan de sustituir a sus empleados con más capital, cuando este último es aún mucho más caro acá. De hecho, gran parte de los créditos subsidiados que reciben se destinan a bajar la demanda de trabajo.

Por último, nuestro país está entre los 12 que más exprimen con impuestos a las empresas; ¿por qué un argentino o extranjero invertiría acá si hay 177 otras naciones que les proponen exprimirlos menos? Es muy interesante escuchar las propuestas de algunos funcionarios y políticos de ir reduciendo la presión impositiva en la medida que el país crezca, cuando es uno de los mayores desalientos a producir en Argentina o sea para el desarrollo. Obviamente, de lo que se trata es de evitar hacer la reforma del Estado necesaria para poder disminuir la enorme carga fiscal que arrastra nuestros empresarios y trabajadores. Hemos dejado por décadas que los políticos construyan un Estado a su servicio y que se sirve de los argentinos; para lo cual nos exprimen. De cualquier bien o servicio que compramos, 40-60% de lo que pagamos son impuestos y tasas municipales. Un trabajador formal alcanzado por ganancias trabaja alrededor de la mita del mes para el Estado y, el resto, para su familia. Aun así, el despilfarro fue tan grande que no les alcanza para pagar semejante gasto público y la Nación, provincias y municipios se endeudan, absorbiendo gran parte del crédito, que entonces deja de estar disponible para que podamos invertir y consumir. Te dicen que no es posible, pero “Bajar impuestos, sí se puede” (Si te interesa cómo, ve este entretenido video https://goo.gl/QfPHCw)

Si queremos tener un país que prospere y nos dé el máximo de oportunidades de progreso, deberíamos exigir a nuestros políticos que se reforme la legislación laboral y gremial, para terminar con las mafias sindicales y de la industria del juicio, y se reforme el Estado (municipal, provincial y Nacional) para que sirva a los argentinos y lo podamos pagar. Está en nosotros asumirnos ciudadanos o resignarnos a que nos sigan exprimiendo como naranjas y a vivir en un país que va de crisis en crisis.

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