Socialismo del siglo XXI y emergencia en Venezuela

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Agustín Etchebarne
Director General en Libertad y Progreso

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

Debemos comprender que el socialismo del siglo XXI, al igual que el del siglo XX, es criminal.

ÁMBITO – La crisis de Venezuela es total, social, cultural, económica y a esta altura es una lucha por la supervivencia. Muchos se han escapado porque, a diferencia de Cuba, no es una isla, y por eso encontramos miles de jóvenes venezolanos bien educados y bien dispuestos, trabajando y estudiando en Buenos Aires. Gente muy amable y de buen trato. Pero recordemos que quienes se van pierden casi todo, nadie tiene mucho interés en comprar sus propiedades.

Venezuela está viviendo la peor crisis de su historia. En 2016 la inflación fue de 800% y el PBI se contrajo un 18,6%; pero en 2017 todo se agravó más, la inflación fue del 2100%, y la economía volvió a caer un 12%. La producción petrolera cayó 19%. Venezuela, que tiene las mayores reservas petroleras del mundo, produce un séptimo de su potencial, apenas 1,7 millones de barriles diarios, los números más bajos desde 1989. Así, el peso económico mundial cayó a menos de la mitad: de 0,92% a menos del 0.4%. Y no se derrumbó más sólo porque es el mayor país petrolero del mundo.

Debemos comprender que el socialismo del siglo XXI, al igual que el del siglo XX, es criminal.

El hambre se incrementó hasta el punto que la Encuesta de Condiciones de Vida de Venezuela encontró que casi el 75% de la población había perdido un promedio de al menos 8,7 kg de peso debido a la falta de una nutrición adecuada ya hace dos años. La tasa de homicidios en 2015 fue de 90 por cada 100.000 personas según el Observatorio de la violencia venezolana (en comparación con 5 por cada 100.000 en los Estados Unidos).

El aumento del desempleo, la completa corrupción política, la escasez de productos básicos, el cierre de empresas, el deterioro de la productividad y la competitividad son letales.

Los salarios reales cayeron más de 30% en dos años, la pobreza es generalizada. Según los datos del propio Gobierno, extraídos de ENCOVI – Encuesta sobre Condiciones de Vida Venezuela 2016, la pobreza extrema saltó del 23,6% en 2014 al 51,51% en 2016. A lo que hay que sumarle el resto de los pobres que no están mucho mejor, que subieron del 24,8 al 30,26% en 2016. Esto es más del 82% de pobreza en 2016 y hoy está peor aún, pero no se publicó la encuesta de 2017.

Por supuesto, Maduro miente y dice que la pobreza extrema es del 4%: esto ya lo conocemos los argentinos. Mientras tanto, se desploma la compra de alimentos, y hay un cambio brusco en el patrón de alimentación; hortalizas y tubérculos desplazan a las proteínas de alto valor biológico. Se acentúa la desigualdad en la calidad y cantidad de la alimentación, porque no todos tienen el mismo acceso o disponibilidad. La desigualdad se agiganta. Aproximadamente 9,6 millones de venezolanos ingieren dos o menos comidas al día. Para el 93,3% de los hogares el ingreso no les alcanza (inseguridad alimentaria). El 74,3% de los entrevistados refieren pérdida de peso no controlada (8,7 kg) en el último año y los más pobres 9 kg.

Lo más grave está aún por llegar. A escasos 90 días de iniciar el próximo ciclo de siembra, los agricultores no han recibido los insumos agrícolas y semillas. El Gobierno ordena que la agroindustria debe dirigir el 70% de su producción a los Clap (estatales) y sólo el 30% a la red privada.

Todo esto es la consecuencia de perder los derechos de propiedad privada. Los datos del Observatorio de Derechos de Propiedad -creado en 2005 y gestionado conjuntamente por el Centro para la divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (CEDICE Libertad) y Liderazgo y Visión muestra que durante 10 años Venezuela ha ocupado los últimos lugares en el Índice Internacional de Derechos de Propiedad (IPRI), un barómetro que mide el estado de los derechos de propiedad en todo el mundo. Para 2017, Venezuela ocupó en el IPRI el lugar 126 de los 127 países incluidos. “El Gobierno ya ha expropiado y afectado un poco más del 5% del territorio nacional, configurando un proceso forzado de eliminación de fuentes significativas de trabajo, bienes y servicios, con graves consecuencias en la vida de los ciudadanos. El desabastecimiento, la escasez e hiperinflación”, sostiene el informe.

El Observatorio ya ha registrado más de cien mil ataques a la propiedad privada desde el año 2000. Además, los precios de los supermercados están intervenidos por el Estado, y de ese modo se controlan las ganancias, y hasta las almas de los empresarios (como decía Goebbels).

Los líderes de Argentina y Latinoamérica deben levantarse unidos contra el dictador Maduro; las consecuencias de esta crisis humanitaria son verdaderamente insoportables.

Y debe servirnos a todos los latinoamericanos de experiencia para resistir con total fortaleza y templanza todas las tentaciones populistas del socialismo XXI.

Publicado en Ámbito.-

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