Argentina escaló 19 puestos en Calidad Institucional en 2018 y vuelve a competir en el “mundial” de los países confiables

Desde el inicio del gobierno actual el país subió en total 23 lugares, y puede seguir trepando en la tabla, según los expertos; el combate a la corrupción, un factor importante en la calidad institucional

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Luego de años de perder por goleada, la Argentina se encuentra nuevamente en carrera para jugar en un mundial. Y no hablamos del campeonato de fútbol, que tiene a los argentinos a mal traer, sino de una competencia mucho más importante para el futuro del país y las inversiones: el Mundial de la Calidad Institucional, que es el Indice de Calidad Institucional 2018, elaborado por la Fundación Libertad y Progreso, bajo la dirección del economista Martín Krause, con apoyo de la Fundación Naumann y Relial. El Indice será presentado en vivo en Agrositio.com para toda la región, por Krause, el economista Agustín Etchebarne, el secretario de Fortalecimiento Institucional Fernando Sánchez y el periodista Ricado Bindi.

Es que, en 2018 la Argentina recuperó 19 puestos en el ranking de calidad institucional en un año, quedando en el puesto 119.  Antes de la asunción de Macri, el país venía perder 94 puestos en 20 años, un récord sólo superado por Bolivia, que cayó 105 puestos en el mismo lapso.

“Entre los cambios positivos más importantes de este año vuelve a aparecer Argentina, con una mejora de 19 posiciones, luego de haber dejado atrás el modelo cuasi-bolivariano que impulsaba Cristina Kirchner, que es equivalente a la destrucción de las instituciones, como puede verse en Venezuela, país que sufre no solamente la violación de los derechos más básicos, sino también del principio democrático de elección de un gobierno”, dijo Krause.

Argentina es el país que tuvo mejor desempeño en toda América Latina, mejorando 19 posiciones. Dado el rezago de los indicadores considerados, este resultado refleja los cambios acaecidos con el nuevo gobierno durante 2016. Pero todavía se encuentra en la posición 119, de 191 países.  La calidad de las instituciones políticas (que obtuvo un puntaje de 0,5337) sigue siendo superior a la de las instituciones de mercado (con un puntaje de 0,2490), habiendo mejorado casi 0,10 puntos respecto al año anterior en las primeras, pero sólo 0,06 en las segundas. La principal mejora se ha dado en el índice de Respeto al Estado de Derecho (Rule of Law), con 0,18 y la mejor calificación entre los indicadores seleccionados se obtiene en la medición de Voz y Rendición de Cuentas, indicador que evalúa el funcionamiento del sistema democrático, seguido de Libertad de Prensa”, explicó Krause. “El gradualismo en la política económica no permite todavía observar mejoras importantes en la calidad de las instituciones de mercado, si bien las hubo, pero la persistencia del déficit fiscal, la elevada inflación, presión impositiva alta y una economía todavía bastante cerrada al comercio internacional, frenan por el momento una mejora mayor”, acotó.

Según destacaron Krause y Etchebarne, director de Libertad y Progreso, la Calidad Institucional no un slogan lindo: buenas instituciones se traducen en mejor calidad de vida y salarios para los habitantes de una nación y eso es medible. “Hay un claro vínculo entre Calidad Institucional y calidad de vida (medida según el Índice de Desarrollo Humano de la ONU), Calidad Institucional y nivel de ingresos (medido como PIB per cápita), inversiones, innovación e incluso calidad ambiental y Calidad Institucional. En todos los casos puede verse que los países que tienen peor calidad institucional son también aquellos que brindan las peores oportunidades a sus ciudadanos y tienen el peor desempeño en términos de pobreza, educación, salud o el indicador que quiera mirarse”, dijeron.

Los mejores y los peores

El Indice de Calidad Institucional, que elabora la Fundación Libertad y Progreso desde 2007 y abarca hasta 1996, mide la calidad de las instituciones de los países, un factor de vital interés para los inversores. El mismo se elabora computando a su vez otros ocho indicadores de renombre que miden Seguridad Jurídica (Rule of Law), Voz y Rendición de Cuentas, Libertad de Prensa, Percepción de Corrupción (de Transparency International), Competitividad Global, Libertad Económica (índices de Heritage y Fraser) y Facilidad para Hacer Negocios (Doing Business del Banco Mundial).

En el Indice 2018, los primeros puestos fueron para Nueva Zelanda, Suiza, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, países que ocupan el podio de la calidad de instituciones desde hace algunos años. De esta superliga de países serios, destacan Suecia y Noruega al haber pasado de los 13 y 14 a los cinco primeros lugares. El resto de los miembros del club de los países con mejores instituciones y ergo, más atractivos a la hora de decidir una inversión, son Países Bajos, Canadá, Reino Unido, Australia, Irlanda, Estados Unidos, Alemania, Estonia, Luxemburgo y Austria.

La lucha contra la corrupción mejora la calidad de las instituciones

Seguidamente, Krause comentó el análisis anexo del Indice de Calidad Institucional 2018, referido a la relación entre Calidad Institucional y combate a la corrupción. “En cuanto a los avances en el Índice, los procesos judiciales en casos relacionados con la corrupción, ahora presentes en toda la región de Latinoamérica, podrían mejorar la situación de algunos países en el ranking y, de hacerlo, también impactar en el indicador de Respeto al Estado de Derecho; pero seguramente esto llevará tiempo y los resultados pueden ser también discutibles”, señaló Krause.

En cuanto a los mejores y peores desempeños en la historia del Indice de Calidad Institucional, Estonia es quizás el mejor ejemplo de un gran ascenso en la tabla. Después de haberse separado de la Unión Soviética y dejado de lado el régimen comunista, mejoró 25 posiciones para llegar al puesto 14 actualmente. Otras historias de cambios positivos son la República Checa (en puesto 23, creciendo 16 lugares), Costa Rica (35°, subio 19), Polonia (36°, subio 24), Georgia (38°, creció 87), Eslovaquia (39°, creció 27), Rumania (43°, subió 60), Bulgaria (48°, creció 47).

Del lado de los peores alumnos de la calidad institucional, Corea del Norte vuelve a repetir el último lugar, al igual que el año pasado, acompañada de Somalia, Eritrea, Siria, Turkmenistán, Sudán del Sur y, tan solo un poco más arriba, una de las ovejas negras del continente, Venezuela.

Para Krause Argentina y Ecuador aparecen como candidatos a continuar sus mejoras en calidad institucional en la región, a medida que se van reflejando los cambios ya realizados en cada indicador y, siendo éste un año de intensa actividad electoral, podrían producirse otros cambios que modifiquen el rumbo de ciertos países, aunque, lamentablemente, no hay señales de que vaya a ser el caso de los que están peor, particularmente Venezuela y Cuba. “El caso de Venezuela es el más acuciante en toda la región. La situación, en términos de calidad de vida, ya es casi insostenible para la gran mayoría de la población y el régimen se dirige a manipular unas elecciones que son una farsa institucional que no esconde la verdadera intención de continuar un régimen autoritario y dictatorial que viola los derechos humanos más básicos”, dijo Krause.

De acuerdo a Krause, también se puede ver una relación entre el buen desempeño entre la parte política y la económica del Indice. Es decir los países que tienen libertad económica y comercial suelen ser también los que respetan las libertades individuales, la libertad de prensa y combaten más la corrupción. “Los países nórdicos de Europa ocupan las primeras posiciones en cuanto a las instituciones políticas. Muchos creen que se trata de países con sistemas democrático-socialistas. Pero surge del análisis que también se encuentran en los primeros puestos en términos de la calidad de sus instituciones de mercado. Por ejemplo, los cuatro que lideran la calidad política, ocupan estas posiciones en instituciones de mercado: Noruega (16, Suecia (11), Finlandia (12), Dinamarca (7). El socialismo de estos países es un mito, si bien es cierto que tienen grandes estados benefactores. También lo es que su costo es una alta carga impositiva individual, pero también lo es que la carga impositiva sobre las empresas es menor que la de muchos países latinoamericanos”, explicó Krause.

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