Ideas vs ideologías

Por José María Romero Maletti

La diferencia esencial entre una idea y una ideología, está en que las ideas son dinámicas como lo señalaba Hegel, y por lo tanto pueden evolucionar impulsadas por mentes abiertas hacia la verdad. Una ideología en cambio es estática y quien la sufre piensa que es válida en cualquier caso, es decir que no depende del contexto donde se la aplique. El ideólogo y el ignorante que no es ideólogo tienen de común la ignorancia, pero el ignorante que no es ideólogo sabe que no sabe y puede aprender, en cambio el ideólogo sufre de la peor de las ignorancias, que es la de no saber que no se sabe por lo que está condenado a mantenerse en la ignorancia.

¿Qué hacer para protegernos contra las ideologías, porque en cierta medida todos podemos ser víctimas de alguna, sin ser conscientes de ello. Acostumbrarnos a ser humildes, Sócrates uno de los hombres más sabios de la antigüedad consideraba que la humildad era la puerta de entrada a la sabiduría, por eso se inmortalizó su frase, “solo sé que nada sé”. La humildad nos lleva a aplicar la refutación para determinar si para el contexto actual es válida o no la idea que deseamos aplicar y pedir ayuda a otros para poder refutarla.

Desarrollar esta actitud significa desarrollar la actitud científica. Que bien la define la Enciclopedia Británica cuando dice que un hombre de ciencia, no lo es por sus conocimientos, ni por su organización y ni siquiera por su método, sino por su actitud científica, la que significa aceptar que a pesar de la abrumadora cantidad de datos que puedan avalar su teoría la misma puede ser falsa. Karl Popper, el epistemólogo más importante del siglo XX, señaló que un conocimiento es científico cuando es refutable, es decir que toda la ciencia empírica constituye solo una opinión de lo que es la realidad y en cada momento es posible que un conocimiento científico deje de ser válido si alguien puede refutarlo.

La sabiduría de Platón cuatrocientos años antes de Cristo le permitió señalar hablando de las virtudes de los componentes de la sociedad de su época, los gobernantes, los guardianes y el pueblo, que la mayor virtud de un gobernante era la prudencia, la del guardián el valor y la del pueblo la templanza.

¿Pero qué es la prudencia, la determinación y evaluación de las consecuencias de la aplicación de una medida antes de implementarla.

La pregunta que podemos hacernos, para ser prudentes, dada la situación de conflictos que vive nuestra sociedad a pesar de la buena voluntad del gobierno actual, que manifiesta cuando dice que está dispuesto a escuchar otras voces que lo ayuden a tomar buenas decisiones. En primer lugar observar que hay exponentes modernos que haciendo uso de las más avanzadas ciencias y tecnologías, han desarrollado bajo la denominación de dinámica de sistemas, modelos de simulación que permiten evaluar las consecuencias de aplicar en un sistema social, un conjunto de políticas. Estos modelos fueron inicialmente  propuestos en la  década del sesenta por Jay Forrester,  Ingeniero estadounidense, Profesor del MIT Sloan School of Management quien le señalaba al gobierno que con su modelo de simulación podría evaluarle las consecuencias de las políticas que deseaba aplicar, porque el gobierno según Forrester no verificaba que esas políticas fueran las causas de problemas que ocurrirían más adelante.

La Argentina dispone de un centro de investigación para desarrollar un modelo socio económico que permita la simulación de políticas de gobierno y que es el CONICET. Es un recurso que no está aprovechado y que no ha podido eludir influencias ideológicas de algunos gobiernos.

Para comprender mejor a que me estoy refiriendo transcribo a continuación un párrafo de un escrito de Jay Forrester, (Dr. Honoris Causa de la Universidad de Sevilla) “Diseñando el futuro” 15 Diciembre 1998 Universidad de Sevilla, Sevilla, España.

“Aunque los sistemas sociales son mucho más complejos que los sistemas de ingeniería, el diseño de sistemas sociales ha empleado métodos mucho menos consistentes que los usados para los sistemas técnicos. Al diseñar corporaciones y países, los administradores y políticos se han limitado a intuir y debatir. Las corporaciones y los gobiernos cambian de diseño sin llegar a usar las significativas metodologías de diseño que han estado evolucionando durante los últimos 50 años.

Puede que la idea de “diseñar” sistemas sociales no resulte atractiva y que tal diseño parezca mecanicista o autoritario. Sin embargo, todos los sistemas sociales han sido diseñados. Las políticas corporativas, los sistemas de ordenador, los organigramas y las leyes constituyen diseños parciales de sistemas sociales. Los gobiernos promulgan leyes después de un debate superficial. Las leyes reforman sistemas políticos y económicos. Tales rediseños son experimentos que usan a un país como laboratorio. Estos experimentos no incluyen un modelado dinámico de los efectos a largo plazo. Los cambios de políticas corporativas reciben menos análisis incluso. Por ejemplo, la reciente tendencia de formar conglomerados corporativos y la reducción de las barreras comerciales constituyen un remodelado gigantesco de la economía mundial sin que se haya prestado una atención apropiada a los resultados. La gente ha diseñado los sistemas en que viven. Las desventajas de tales sistemas derivan de diseños defectuosos, de igual manera que los problemas de una central de energía se originan en su diseño erróneo”.

En 1986, mientras estuvimos en Sevilla durante la Conferencia Internacional de Dinámica de Sistemas, mi mujer y yo visitamos La Alhambra, el gran palacio construido hace 700 años por los reyes nazaríes sobre la montaña que domina Granada. En un determinado momento, nuestro guía identificó la sala en la cual los dirigentes musulmanes se reunían para discutir sus dificultades con la inflación y la desfavorable balanza de pagos. Algo así parece sacado de los titulares de prensa financiera de hoy. Setecientos años han producido poco progreso en el control de la conducta económica. Consideremos el contraste, durante los últimos cien años, entre los avances en nuestra comprensión de la tecnología y la relativa falta de progreso en nuestra comprensión de los sistemas sociales. ¿Cómo se explica una diferencia tan grande? ¿Por qué razón ha avanzado la tecnología tan rápidamente en tanto que los sistemas sociales continúan siendo tan

desconcertantes como siempre? La respuesta está en la incapacidad para reconocer que las instituciones sociales son, en realidad, sistemas.” A lo que agregaría la falta de confianza en la ciencia como instrumento para el diseño y evaluación de políticas  de estado.