El gasto público es el origen de nuestra inseguridad jurídica

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.

INFOBAE –  Nada hace suponer que el gasto público alto permita el crecimiento de la economía en largo plazo

En principio el acuerdo con el FMI le permite al gobierno intentar salir del atolladero financiero en que se fue metiendo por no acelerar, en su momento, la baja del gasto público.

Tres problemas simultáneos se le presentaron al gobierno por el hipergradualismo que adoptó. Por un lado, fue acumulando un fenomenal stock de LEBACs fruto de los dólares que el BCRA le compraba al tesoro para financiar el déficit fiscal. Ese stock de LEBACs se convirtió en un dolor de cabeza a resolver cada 30 días. En segundo lugar, la fenomenal tasa de interés que tuvo que poner el BCRA para frenar la corrida hacia el dólar, paraliza cualquier intento de reactivación y de inversión. Finalmente, en tercer lugar, a pesar de la esterilización de buena parte de la expansión monetaria por los adelantos transitorios al tesoro y por la comprar de dólares a Finanzas, la tasa de expansión monetaria se mantuvo en el 27% anual sosteniendo una elevada inflación.Gasto público y seguridad para invertir

Si se cierran los dos grifos de expansión monetaria: 1) para financiar el déficit fiscal y 2) para comprarle los dólares a Finanzas, entonces la tasa de inflación debería tender a desacelerarse rápidamente y se frenaría la bola de nieve en que se convirtieron las LEBACs transformándose en un alud en los últimos meses.

Todavía no queda claro cómo hará Hacienda para limpiar las LEBACs del mercado. Hay U$S 1,3 billones en circulación, es decir, el equivalente a U$S 50.000 millones al tipo de cambio de $ 26, cifra que es la que recibe el gobierno de apoyo del FMI y todavía falta enfrentar los vencimientos de deuda externa por el capital e intereses, más el bache fiscal que sigue quedando para este este año y el que viene.

En principio uno debería esperar que se desacelere la actividad económica, en particular por el menor ritmo de la obra pública. Recordemos que el gobierno mantenía buen ritmo de obras en rutas, puentes, etc. financiándose con deuda externa. Es decir, sin necesidad de restringir el consumo interno gracias a que recurría al ahorro de los norteamericanos, japonés o alemanes, podía financiar más obra pública sin que el consumo interno se resintiera. Ahora, al cortarse el financiamiento externo de la obra pública y por la necesidad de bajar el déficit fiscal, ésta dejará de ser el motor que mueva la economía. Además, la fiesta de consumo de la era k ya no tiene lugar para ser motor y solo queda las exportaciones, en la medida que el tipo de cambio real mejore. Esto quiere decir que el BCRA debería dejar correr un poco más el tipo de cambio y pisar el freno de la expansión monetaria para frenar la inflación y dejar que suba el tipo de cambio real. Me apuro a aclarar que no soy de los que cree que las devaluaciones generan competitividad. Si así fuera, los argentinos deberíamos ser campeones en productividad con todas las devaluaciones que tuvimos a lo largo de nuestra conflictiva historia monetaria. Pero tampoco soy de los que cree que la inflación se contiene frenando artificialmente el tipo de cambio.

A 17 meses de las elecciones, al gobierno no le queda mucho más margen que apostar a frenar la inflación e intentar mejorar el tipo de cambio real para ver si puede empezar a mover la economía por el lado del sector externo.

Pero en términos de políticas de largo plazo queda mucho camino por recorrer. Además de la reforma laboral, impositiva y del sector público, el gobierno debería replantearse su estrategia de creer que el crecimiento de la economía va a lograr licuar el gasto público sobre el PBI.

En general tienden a creer que como en otras partes el gasto público también es alto, el problema no está en el gasto sino en crecer. En ese punto están cometiendo un grosero error de política económica.

Gráfico 1

El gráfico 1 muestra la evolución del gasto público/PBI en la UE. Claramente ha crecido de 25 puntos del PBI desde inicios de los 70, para mantenerse en el rango de 35 a 40 por ciento del PBI actualmente. Tomando este dato, pueden suponer que el problema no está en el nivel de gasto sino en la forma en que se gasta.

Gráfico 2

¿Pero qué ocurrió con el crecimiento de la UE a medida que iba aumentando el gasto público/PBI? Claramente las tasas de crecimiento fueron bajando como lo refleja el gráfico 2. Una clarísima tendencia decreciente en las tasas de aumento del PBI hubo en la UE en los últimos 55 años hasta llegar a niveles de estancamiento.

Si hacemos el mismo ejercicio para Argentina vemos lo siguiente.

Gráfico 3

Tomando los últimos 35 años, vemos un gasto público consolidad del orden del 30% del PBI que se acelerar en la era kirchnerista, en particular con Cristina Fernández. La ex presidente llevó el nivel de gasto público consolidado a niveles récord haciendo que el peso del estado sobre el sector privado sea tan intolerable que la economía se mantenga estancada.

En rigor, la economía se mantiene estancada en los últimos 35 años como puede verse en el gráfico 4

Gráfico 4

El gráfico 4 muestra auges artificiales de reactivación y caídas en recesión. Refleja una economía histérica que pasa del auge artificial a la recesión en forma violenta.

De los gráficos 3 y 4 no se desprende que un alto nivel de gasto público haya incentivado el crecimiento económico. Más bien se observa estancamiento, con lo cual, nada hace suponer que congelando el gasto el peso del estado sobre el PBI vaya a disminuir. No se verifica en los datos de ambos gráficos.

Si hacemos la misma comparación con los dos períodos de gobierno de Cristina Fernández, cuando el gasto público consolidado se disparó, vemos que no hubo esa relación de a mayor gasto público más crecimiento.

Gráfico 5

En los años de mandato de Cristina Fernández, el gasto público consolidado pasa del 34% del PBI al 46%. 12 puntos de aumento del gasto público récord se generaron en los gobiernos del vamos por todo. ¿Qué pasó con el nivel de actividad? Veamos el gráfico 6. La economía se mantuvo casi estancada con fuertes variaciones y tres años de recesión. Semejante incremento del gasto público no produjo en absoluto un aumento de la actividad económica. Directamente la ahogó y dejó un tendal de pobreza, inflación, cepo cambiario y déficit fiscal.

Gráfico 6

En definitiva, nada hace suponer que el gasto público alto permita el crecimiento de la economía en largo plazo. No ocurrió ni en la UE ni aquí. En Argentina fue más patético todavía porque el gasto público llevó a recurrentes crisis fiscales que derivaron en confiscaciones de depósitos, ahorros como los que teníamos en la AFJP, destrucción de los signos monetarios, pesificaciones, etc. Es decir, estos niveles de gasto público destruyeron la seguridad jurídica en Argentina al ser el estado un gran confiscador en forma directa o indirecta, destrozando el sistema monetario y el mercado de capitales (los ahorros se fugaron al exterior).

En síntesis, el acuerdo con el FMI puede servir para pasar la tormenta de las LEBACs, pero el gran desafío ya no es solamente cerrar la brecha fiscal, sino, directamente, bajar notablemente el gasto público que está aplastando al sector privado y es la causa principal de nuestra inseguridad jurídica (el populismo hay que financiarlo como sea) y estancamiento económico.

La baja del gasto público no va a traer recesión. Queda demostrado que por más que se suba la economía no reacciona. Lo que nos traerá será crecimiento.