Lo que Dante Sica omite cuando da créditos subsidiados a 10.000 pymes

Director General en

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

Como podemos aprender de Carl Menger, Mises, Hayek y el filósofo argentino Gabriel Zanotti, la oposición de la escuela austríaca a la intervención del Estado en la economía, o la oposición al socialismo, no es un capricho ideológico, sino que es una cuestión estrictamente académica. Se trata de comprender los límites al conocimiento de cualquier persona. Como todas las personas que interactúan en el mercado tienen conocimiento insuficiente y hacen conjeturas sobre cómo actuarán los demás, no existe el conocimiento perfecto, ni información perfecta. No la tienen los empresarios, ni los consumidores, y mucho menos los burócratas que pretenden “regular” lo que pasará en la economía.

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Sin embargo, el proceso del mercado en lugar de ser un completo caos, tiende hacia un equilibrio, aunque jamás llegue a él. Esto se logra porque existen suficientes personas con capacidad empresarial, es decir, de arriesgarse a invertir, contratar y crear para producir bienes y servicios. Mientras que los consumidores, en su gran mayoría, tienden a comportarse de manera tal de actuar buscando una situación más satisfactoria al momento anterior.

En un mercado libre, se determinan los precios, como un sistema de señales que resumen la información de todos los que operan en el mercado.

El problema que tiene quien desee intervenir es que, al intervenir, interfiere en el sistema de precios y al alterarlos interfiere en el proceso de orden espontáneo de una economía que tiende al equilibrio. Y para hacerlo, no tiene ninguna posibilidad de conocer todas las variables del sistema. No puede conocer todos los gustos, deseos, necesidades y restricciones de consumidores y productores, que, además, cambian constantemente. De modo que altera un sistema sin tener conocimiento claro de cuáles serán los resultados de su alteración.

Los economistas que intervienen suelen desconocer este problema. Como Dante Sica, cuando cree que dando créditos subsidiados a 10.000 pymes, no realiza ningún tipo de análisis sobre cuáles serán los problemas que va a generar sobre el resto de las 800.000 Pymes que no recibirán el beneficio y en cambio verán mayores tasas de interés, impuestos o inflación, generada por el accionar de Sica.