Jordan Peterson expone el plan oculto del posmodernismo

El psicólogo clínico canadiense Jordan Peterson, profesor de psicología en la Universidad de Toronto, explica las raíces comunistas del posmodernismo en una entrevista el 15 de junio de 2017. (La Gran Época)

El comunismo no se popularizó en occidente bajo la forma directa de comunismo. Fue en cambio, hecho en gran parte, bajo el nombre de posmodernismo, y apuntó a transformar los valores y creencias de nuestra sociedad a través de la idea marxista de que el conocimiento y la verdad son construcciones sociales.

Con él, se aplicó una nueva ola de escepticismo y desconfianza hacia la filosofía, la cultura, historia y todas las creencias e instituciones en las que se funda la sociedad occidental.

La filosofía posmoderna “se puso de moda” en los 70, cuenta Jordan Peterson, un psicólogo clínico canadiense y profesor de psicología en la Universidad de Toronto, “luego del marxismo clásico, especialmente del tipo económico, que fue desacreditado tan en detalle que nadie excepto un absoluto inescrupuloso lo apoyaría en público”.

Peterson afirma que no es posible entender nuestra sociedad actual sin considerar el rol que el posmodernismo juega en ella, “porque el posmodernismo, en muchas formas, especialmente como se juega políticamente, es la nueva piel que habita hoy el viejo marxismo”.

“Incluso los intelectuales franceses tuvieron que admitir que el comunismo fue una mala idea a fines de los 60”, dijo. Desde allí, los comunistas jugaron un “truco de prestidigitación, en cierto sentido”, y renovaron la marca de su ideología “bajo un manto posmoderno”.

“Ahí es de donde viene la política de identidad”, dice. Y de allí, se “desparrama como un incendio”, desde Francia a Estados Unidos, a través del departamento de Inglés de la Universidad de Yale, “y luego a todos lados”. El marxismo predica que el panorama natural y económico es una batalla entre el así llamado proletariado y la burguesía. Declaraba que los sistemas económicos iban a esclavizar a la gente y a mantenerla sumisa, explica Peterson.

Sin embargo, en la práctica, el comunismo mostró repetidamente que empeoró las cosas. Fue instalado en muchas partes del mundo, en todo el siglo XX “con resultados absolutamente asesinos”, dice Peterson. “Pienso que es la doctrina económica y política más destructiva jamás creada por la humanidad” sobrepasando incluso el terror que se vio bajo Adolf Hitler, con un sistema de crímenes que asesinaría a más de 100 millones de personas en menos de un siglo.

Peterson dice que “el espectro completo de esa catástrofe” del comunismo es algo que los estudiantes rara vez aprenden en el colegio. “Los estudiantes a los que les enseño usualmente no saben nada de lo que pasó en la Unión Soviética bajo Stalin y Lenin entre 1919 y 1959. No tienen idea de que millones, decenas de millones de personas fueron matadas y muchas mas torturadas y brutalizadas por ese régimen particular, y eso sin contar lo que hizo Mao”.

Para fines de los 60, dice, incluso los intelectuales franceses como Jean-Paul Sartre tuvieron que admitir que el experimento comunista, ya sea bajo el marxismo, estalinismo, maoismo o cualquier otra variante, fue una “falla absoluta y catastrófica”.

Sin embargo, en vez de deshacerse de la ideología, simplemente le dieron una nueva cara y un nuevo nombre. “Eran todos marxistas. Pero ya no podían ser marxistas, porque no podías ser marxista y declarar ser un ser humano a fines de los 60”, dijo Peterson.

Los posmodernistas construyeron sobre la ideología marxista, dice Peterson. “Comenzaron a jugar un truco de prestidigitación, y en vez de enfrentar al proletariado, la clase trabajadora, contra la burguesía, comenzaron a enfrentar al oprimido contra el opresor. Eso abrió una vía para identificar a cualquier número de grupos como oprimidos y opresores y continuar la misma narrativa bajo un nombre diferente”.

“Ya no era algo especifico sobre la economía”, dice. “Fue sobre el poder. Y para los posmodernistas todo tiene que ver con el poder. Y eso en realidad es la razón de por qué son tan peligrosos, porque si te involucras en una discusión con alguien que sólo cree en el poder, toda la motivación que tiene es acumular todo el poder para él, porque ¿qué otra cosa hay?”, explica. “No hay lógica, no hay investigación, no hay negociación, no hay diálogo, no hay discusión, no hay un encuentro de pensamiento y consenso. Hay poder”.

“Y así desde los 70, bajo la forma del posmodernismo, hemos visto la rápida expansión de la política de identidad por todas las universidades”, dijo. “Ha llegado a dominar todas las humanidades, que estaban muertas hasta donde pude apreciar, y una gran proporción de las ciencias sociales”.

Y así desde los 70, bajo la forma del posmodernismo, hemos visto la rápida expansión de la política de identidad por todas las universidades.

— Jordan Peterson, profesor de psicología en la Universidad de Toronto

“Hemos estado financiando con fondos públicos, pensadores de izquierda extremadamente radicales, posmodernos, que están determinados en demoler la subestructura fundamental de la civilización occidental. Y esto no es un delirio paranoico. Ese es el objetivo que han confesado”, dice haciendo notar que su filosofía está basada fuertemente en las ideas del filósofo francés Jacques Derrida, “quien, pienso, formuló mas incisivamente la filosofía anti occidente que la izquierda radical persigue tan asiduamente”.

“La gente que sostiene esta doctrina —esta doctrina radical, posmoderna, comunitaria que hace de la identidad racial o la identidad sexual o la identidad de género o alguna clase de identidad de grupo algo primordial— tiene control sobre la mayoría de las estructuras burocráticas de nivel bajo a medio, y muchos gobiernos también”, afirma. “Pero incluso en Estados Unidos, donde sabemos que muchas de las instituciones gubernamentales han oscilado hacia el lado republicano, los tipos de posmodernismo han infiltrado las organizaciones burocráticas hasta el nivel medio alto”.

“Yo no creo que los peligros puedan ser sobre estimados”, dice Peterson. “Y tampoco creo que el grado al que ya ha sido infiltrada nuestra cultura pueda ser sobre estimada”.

Publicado originalmente en La Gran Época