Lo peor no pasó, aunque un poco de ortodoxia siempre sirve

Licenciado en Economía (UBA, 2002), Master en Economía y Administración de Empresas (ESEADE, 2004) y Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC, 2009).

Profesor Titular Regular de Introducción a la Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam).

Contribuye en el blog Punto de Vista Económico y en Libertad y Progreso.

INFOBAE – Después de la quita del cepo y las consecuentes devaluación y recesión de 2016, los argentinos disfrutamos de un rebote en 2017 que cerró con una recuperación de la actividad del 2,9 por ciento. Tras la sucesión de devaluaciones de 2018, los analistas proyectaron un rebote similar en el primer semestre de 2019 que nos permitía pensar que la situación social podía mejorar en el año de las elecciones.

Pero el Banco Central de la República Argentina decidió entonces cambiar su política monetaria y revertir la fuerte expansión que inició en agosto 2018 para desarmar la bola de nieve de las Lebacs —y que alcanzó su pico en septiembre con más de un 45% de incremento en la base monetaria. Esta política monetaria sugiere mantener la base monetaria constante hasta junio de 2019. Si se cumpliera esta política, las expectativas de inflación bajarían. Y octubre confirmó el camino elegido, incluso con una leve contracción.

Del 6% de tasa de inflación medida en septiembre y un posible 5% esperado para octubre, las expectativas de inflación mensual bajan en el REM al 3,1% para noviembre y continúan su descenso gradual hasta 2,2% en abril 2019. Del 47,5% que cerraría la inflación de 2018, bajaríamos a una tasa del 27% en 2019 y 20% para 2020.

La contrapartida, sin embargo, la observamos en la actividad económica. A la ya profunda recesión que viven los argentinos, con desempleo y pobreza en aumento, se sumará ahora el efecto de la política anti-inflacionaria comentada. La cadena de pagos se resentirá aun más, lo que golpeará el consumo y la generación de empleo. El rebote se corre nuevamente al segundo semestre de 2019, que se espera que muestre mejoras respecto del primero. A la recesión de 2018, estimada en 2,4% del PBI, le seguiría una leve contracción de un punto en 2019 y el rebote que iniciaría en el segundo semestre del año electoral recién se confirmará en 2020, con mejoraras en la actividad del 2,4 por ciento.

La medida anti-inflacionaria parece ahora acertada, aunque tiene un problema de timing considerados los tres años perdidos en materia de lucha contra la inflación. Celebro igualmente que la política económica esté más interesada en resolver los desequilibrios macroeconómicos que continuar con un populismo que siempre empobrece.

Publicado originalmente en Infobae, 4 de noviembre de 2018.