Abram: “Argentina es un país que puede entrar en default”

UNO SANTA FE -El default es una posibilidad. Eso advierte Abram que puede pasar en el país, como tantas otras veces en la historia Argentina. Para el director ejecutivo de la Fundación Libertad, no caer en la cesación de pagos, depende de que el dinero del FMI no sea utilizado para financiar “el monstruo gigante y pesado que tenemos atrás”, es decir el Estado.

El economista asevera que uno de los principales problemas de Argentina es que históricamente gasta más de lo que produce y en ese sentido, sostuvo que hay medidas que el actual gobierno debería haber tomado desde el momento de la asunción, y que por no haberlo hecho en los próximos meses “el crecimiento de la economía va a ser flojo como fue en 2017”.Déficit fiscal y gasto público

Menos ministerios, menos secretarías, menos impuestos. Esa es, en parte, la idea que impulsa Abram para poder salir del actual momento. Dice que después del Fondo no hay más nada y que “afirmar que había una alternativa es absurdo”. Ya no hay más crédito para el país.

“Y si vos para ganar tiempo necesitás endeudarte, eso no puede durar eternamente. Hasta Bill Gates tiene un límite de crédito, un poco más alto que el mío, pero también lo tiene. La Argentina también tiene un límite de crédito, en algún momento nos iban a decir, «miren muchachos, hasta acá»”, advirtió.

Abram estuvo en Santa Fe brindando una capacitación intensiva para periodistas y en su paso por la ciudad dialogó con UNO Santa Fe sobre la actualidad y el futuro de la Argentina.

¿Cómo evalúa este momento del país que algunos califican como crisis y desde el gobierno catalogan como una tormenta?

—Claramente, no es una crisis. Los argentinos sabemos qué es una crisis. Todavía no llegó. Creo que es lo que hay que evitar. La realidad es que es cierto lo que dice el gobierno en términos de que recibió un Estado y un Banco Central al borde la quiebra, pero también es cierto que no resolvió el problema. De hecho, a finales del 2017, si se toman los gobiernos provinciales, municipales y el gobierno nacional y se mide el gasto en términos de la producción de riquezas de los argentinos, gastabámos más que en 2015. ¿En 2015 no estabamos al borde la quiebra? No parece la mejor forma de resolver la situación de una familia, una empresa, o un kiosco que está al borde la quiebra. Claramente, eso no fue gratis, porque tuvo que hacer todo el ajuste el sector privado y productivo, que en definitiva es el que paga los sueldos del sector privado y del Estado. Otra consecuencia es la reactivación, que todo el mundo decía que iba a ser importante, pero fue muy tenue en 2017, no creció mucho. Y no es extraño, porque en definitiva, lo que se está haciendo obliga al sector productivo a tirar de una carreta con un monstruo gigantesco, pesadísimo e inútil ahí atrás. Era evidente que no iba a poder correr una carrera. Por el otro lado, tuviste un Banco Central, también al borde de la quiebra que es cierto que se dedicó, en vez de defender el valor del peso, a tratar de licuar los problemas emitiendo pesos en este exceso de Estado que tuvimos durante todo este tiempo. Esto además fue posible porque se hicieron un par de cosas bien. Salir del cepo, obviamente evitó que el Central quebrara en poco tiempo y además salir del problema del default de la deuda en Nueva York habilitó crédito que fue lo que le dio tiempo al gobierno para tratar de hacer algo.

Respecto de la corrida cambiaria, en ese momento se habló de que eran los efectos de la crisis de Turquía. ¿Cuál es su opinión?

—Ningún país tuvo el impacto que tuvimos nosotros. En marzo de este año Brasil estaba en una situación política mucho más débil y complicada, con un gobierno de transición, con elecciones que no se sabía para dónde iban a arrancar, con un déficit fiscal mucho más grande y con una deuda pública mucho más grande que la nuestra. Y no tuvo el lío que tuvimos nosotros. Porque tenía un Banco Central solvente que se dedica a defender el valor del real, entonces la gente no tuvo allá tantas dudas como acá. Acá, después de que nos bastardearon la moneda durante décadas, no solamente en los últimos tiempos, todo el mundo tenía la expectativa de que el Central revirtiera ese bastardeo. No lo hizo, siguió emitiendo, generando alta inflación y perdió la confianza de la gente, en términos de que esa moneda con la que cobramos el sueldo y atesoramos los argentinos, tenía alguna perspectiva de no seguir depreciándose y se la sacó de encima. Y eso es lo que nos metió en una crisis cambiaria y en una recesión, no en una crisis económica.

Se hablaba de que la situación estaba controlada, y de repente, vino el pedido de urgencia al FMI. ¿Para los economistas era algo previsible?

La verdad es que no fue inesperado. Si googleás vas a ver artículos, reportajes, en los cuales a principio de año decía que había que prepararnos porque íbamos a una crisis. Era esperable que el mundo se volviera menos amigable en términos de prestarnos, cuando todo el mundo estaba esperando que la Reserva Federal y los restantes bancos centrales empezaran a restringir la emisión de liquidez. Claramente este año va a ser más complicado, y el año que viene más complicado que este en términos de conseguir crédito. Siempre nuestro mensaje fue “ojo que están siendo excesivamente optimistas y escasamente audaces”. Porque a lo que estaban apuntando en el gobierno es a que los problemas de exceso de Estado se iban a resolver simplemente con el paso del tiempo y el crecimiento de la economía.Dos cosas, si no resolvemos el problema del monstruo gigante y pesado que tenemos atrás, el crecimiento de la economía va a ser flojo como fue en 2017.Y si vos para ganar tiempo necesitás endeudarte, eso no puede durar eternamente. Hasta Bill Gates tiene un límite de crédito, un poco más alto que el mío, pero también lo tiene. La Argentina también tiene un límite de crédito, en algún momento nos iban a decir, “miren muchachos, hasta acá”. Argentinos y extranjeros le dijimos al Estado allá por abril, mayo, junio, que no financiamos más el despilfarro y el exceso de gasto y eso es lo que se visualiza como una fuga de capitales fenomenal, como la crisis cambiaria que tuvimos. Decir que había una alternativa al FMI es un absurdo. La otra alternativa era una crisis económica, que en definitiva no es algo novedoso. Si mirás para atrás los últimos 70 años, las crisis económicas que tuvimos, todas y cada una fueron por dirigencias que perseveraron en gastar de más y nos llevaron a la quiebra, que en términos de país es una crisis económica.

Hablaste de fuga de capitales, ¿cuánto dinero le costó al gobierno intentar mantener al dólar?

—La fuga de capitales en sí no es contener al dólar, la fuga de capitales somos todos nosotros desesperados porque no confiamos en la Argentina y vamos a la casa de cambio con los pocos pesos que tenemos y los guardamos en el fondo del placar, abajo del colchón, o pasamos nuestra plata de la cuenta en pesos a la cuenta en dólares. Gracias Dios en esa no entramos todavía, pero pudo haber pasado y eso hubiera sido gravísimo, porque hubiera sido además una corrida bancaria, aparte de una corrida y crisis cambiaria que es lo que tuvimos. La fuga de capitales en realidad somos todos. Sacarle el ahorro a la economía claramente genera una contracción del financiamiento fenomenal. Encima, si estás en medio de una crisis cambiaria se consume y se invierte menos. Conclusión, eso justifica que hayamos entrado en una fuerte recesión. Porque si no consumimos, no invertimos, tenemos un problema, y eso es la recesión, eso es lo que estamos viviendo ahora. De hecho, cuando hablan de la tasa de interés altísima y que el Banco Central la tiene que bajar es una tontera. Justamente, lo que nos trajo hasta acá es un Central que hasta 2016 se dedicó a bajar las tasas, porque tenemos mercado de crédito rechiquito y un Estado, en sus tres niveles, municipal, provincial y nacional que absorbía crédito a lo pavote para financiar su déficit. Obviamente que lo que quedaba era carísimo y escaso para el sector privado y el Central no tenía mejor idea que emitir a rolete a tasas de 30 o 40% interanual, una barbaridad. Cómo no ibamos a tener inflación altísima y cómo no íbamos a terminar de perder la confianza en nuestra moneda con semejante estafa a la que nos estaban sometiendo a los tenedores de pesos. Es justamente lo contrario a lo que hicieron en Brasil. Por eso Brasil no tuvo una crisis, a pesar de estar en condiciones mucho peores.

En algún momento se habló de una crisis cimentada desde la oposición, ¿quiénes son los que compraban dólares?

—Todos. Lamentablemente tenemos un prontuario en vez de una historia en esta materia y hemos aprendido a defendernos. Entonces, cuando vemos que hay un riesgo fenomenal de que este país se vaya al diablo, por las irresponsabilidades de la dirigencia política que está en el gobierno y en la oposición, claramente lo que hacemos es salir corriendo y cambiamos lo que es más riesgoso, porque ya lo hemos aprendido, porque pierde automáticamente el valor, que es nuestra moneda. Porque nunca hemos tenido un Banco Central, casi nunca, que priorizara sostener y defender el valor de nuestra moneda. Acá, todos los gobiernos que han tenido crisis económicas, notablemente, después le echan la culpa a algún oscuro poder. Ellos siempre hicieron todo bien. Evidentemente, la clave también es entender cómo salimos de acá. Claramente no va a ser con un Central que se dedique a emitir para bajar la tasa de interés, que emita más lo único que va a hacer es gatillar una nueva corrida cambiaria, que se va a volver una crisis cambiaria, que se va a volver una corrida bancaria y que va a ser una crisis económica que va a terminar de la peor forma posible. Con los mayores costos sociales posibles, los problemas que no quisimos resolver ordenadamente. Si esa no es la solución, la solución pasa por otro lado. Pasa por un Central que haga lo que está intentando hacer, que es defender el valor de la moneda. Si deja de emitir por lo menos no se deprecia más el peso, no sigue perdiendo valor y eso nos motiva a, por lo menos, no salir corriendo a comprar dólares. Claramente con cierta estabilidad, a lo mejor podemos animarnos a hacer un gasto que hasta hace tres meses ni en broma hacíamos, o una inversión, pintar la casa, los empresarios también. Con lo cual, tener estabilidad en el valor de la moneda garantiza alguna recuperación. De hecho la tasa está bajando y no es casualidad. Si lo que generó todo este lío fue que se fuera el ahorro, para empezar a resolverlo debe volver.

—¿Qué pasa con el nivel de endeudamiento y qué costo va tener para el país esa deuda?

—Claramente, la Argentina hoy es un país que puede entrar en default. Pero no estamos diciendo nada novedoso. Segundo, el problema no es tener deuda, hay muchos países que tienen más deuda que nosotros, el problema es para qué usaste la deuda. Nosotros tenemos un plan en la Fundación Libertad y Progreso. Durante décadas hemos dejado que los políticos construyeran un Estado que le sirve a la política y se sirve de los argentinos. Es una propuesta de reforma del Estado para que se achique la cantidad de cargos ministeriales, también de secretarios, subsecretarios y todo lo que está de más y que realmente nos complica la vida y nos sale carísimo. Tenemos un programa para resolverlo en dos años que implica achicar esa estructura. Obviamente hay gente que hoy no hace nada útil para la sociedad y que se va a quedar sin su cargo. Pero, la ley de empleo público prevé tener hasta un año, nosotros prevemos hasta dos, a una persona que se quedó sin un cargo pagándole el sueldo. Durante ese tiempo hay que capacitarlo y subsidiar a los empresarios pagando los aportes patronales para que tomen a estas personas. Hay mecanismos para que no tengas que dejar a nadie sin un ingreso, que es la principal bandera que mucha gente agita cada vez que se habla de la reestructuración del Estado.

Ahora, ese plan tiene que ir acompañado de un crecimiento económico para que los privados puedan tomar gente. Hoy pasa lo contrario, se están desprendiendo de personal…

—Obviamente que se va a seguir desprendiendo. ¿Cuál es la perspectiva que da el Estado y la dirigencia política argentina? Qué ellos no van a hacer ningún ajuste, lo vas a tener que hacer vos. ¿Y vas a levantar la mano para venir a invertir o poner más plata en Argentina? Es absurdo. Claramente, para tener un Estado grande tenés que tener una presión impositiva fenomenal y exprimir a más no poder a los que producen riquezas. Eso no genera crecimiento, nunca lo va a generar. Estamos poniendo los caballos atrás de la carreta. Nos prometieron el año pasado, después de no haber hecho nada en términos del ajuste del gasto, que nos iban a bajar los impuestos. Aprobaron, toda la dirigencia política estoy hablando, dos leyes para bajar los impuestos, y este año los subieron de vuelta. Ese es el mensaje que le estamos dando a los inversores. Hay un montón de gente proponiendo poner más impuestos a las empresas. En un ranking de 190 países del mundo, estamos en el puesto 21º entre los que más exprimen a sus empresas. Eso quiere decir que hay 178 países que a los argentinos y extranjeros les ofrecen mejores condiciones.

¿Qué probabilidad hay de que Argentina vaya a una crisis económica?

—Desde la fría estadística, muchísima. Porque siempre resolvimos este problema con una crisis económica. Entonces, la pregunta es al revés, ¿por qué vamos a cambiar? La respuesta es que todos nosotros deberíamos estar presionando a nuestra dirigencia para que, por primera vez, sean lo suficientemente responsables de evitarnos una crisis económica para resolver este problema, ahora que podemos y tenemos la plata del fondo. Porque cuando se acabe la plata del FMI ya habremos roto el último chanchito y se acabó el juego.

¿Ahí viene el default?

—Exactamente, esto ya lo vivimos. Por eso decía que ni siquiera es nuevo, simplemente lo que cambió es cómo fue el estallido, no el origen del problema que siempre fue exceso de gasto.

Se está discutiendo el Presupuesto 2019 con recortes, y paralelamente se conoció esta semana una nueva caída de la industria de 11,5%, los comercios hace 10 meses que están en declive con las ventas. ¿Cómo se puede crecer de esta forma?

—Lo que pasa es que hay un error de concepto. El Estado no genera crecimiento, no genera desarrollo, no genera nada, de hecho no genera riqueza. El que genera desarrollo y crecimiento en el país es el sector privado y productivo.

Si, bueno pero el Estado tiene que fijar las reglas para que eso se produzca…

—Pero, ¿cuáles son las reglas que está fijando hasta ahora? De esta última negociación con el FMI para llevar el déficit primario a equilibrio primario, más del 80% del esfuerzo lo va a hacer el sector privado productivo pagando impuestos. ¿Esa es la señal que le estás dando al sector para incentivarlo a invertir, producir y dar más empleo? Es al revés. Si queremos generar reactivación para que se tome a los empleados públicos, tenemos que convencer al sector privado productivo de que vamos a ajustar el gasto en serio. Cortaremos primero donde sea más indoloro, pero en el tiempo vamos a hacer las reformas que hay que hacer y las vamos a hacer de esta forma. Es el gasto privado en inversión y consumo el que genera crecimiento. No el Estado. Lo que necesitás hoy es generar confianza. Nadie va a gastar un mango hasta que nos demuestren que son capaces de evitar la crisis y de reducir el Estado. Porque sin reducirlo nunca nos van a bajar los impuestos. Cualquier empleado que no paga impuesto a las ganancias, trabaja la mitad del mes para el Estado y encima no le alcanza para llegar a fin de mes porque tuvo que alimentar el gasto político. Es absurdo, no va a funcionar nunca el país de esa forma. Es cierto, claramente la magia no existe, pero sí existe la confianza de la gente cuando te ve hacer las cosas y la verdad no lo he visto. Lo que he visto son políticos peleándose para ver cómo no hacen el ajuste. Cómo se lo transfieren a otros, la nación a las provincias, y en general todos tratando de que lo hagamos nosotros.

¿Cómo será 2019 en base a las decisiones que se han tomado y al Presupuesto por aprobar?

—La primera noticia buena de los cambios que hemos visto en los últimos tiempos es la decisión del BCRA de no emitir más pesos. Es importante porque si producís de algo más de lo que la gente quiere, eso tiende a bajar de valor. La mala noticia es que si bien con este esquema, a diferencia de las anteriores administraciones, si algún otro factor llega a desencadenar una corrida cambiaria, que no sería nada raro, por ejemplo una crisis política, no hay ningún mecanismo anunciado para frenar que una corrida se transforme en una crisis. Este esquema funciona bien si todo está tranquilo. Lo cuál es medio raro que pase porque nunca está todo tranquilo.

Y menos en un año con elecciones presidenciales, ¿no?

—Si bien en el tercer trimestre de 2018 vamos a ver un crecimiento de la economía porque un campo que se destruyó en el primer y segundo trimestre, empezó a trabajar y va a poder sembrar, cosechar y todo lo que viene hacia adelante. A partir de ahora lo que prima es si seguimos fugando capitales o no. O sea, si confiamos en que van a sacarnos de este problema responsablemente o no. Y por el momento no confiamos. Como conclusión el cuarto trimestre no va a ser bueno. A su vez, el primero y el segundo trimestre del año que viene. El primero un poco menos, el segundo un poquito más, van a ser buenos simplemente, y si Dios nos bendice, porque este año hubo sequía, nos va a tirar el campo para arriba, pero no nos va a dar un crecimiento fenomenal. Pero con otro problema, que es el que mencionaste, que vamos a elecciones presidenciales. Entonces, yo me imagino a todos nosotros el año que viene evaluando la situación con un gobierno que lamentablemente, les guste a ellos o no, va a encontrarse enfrentando las elecciones con una de las inflaciones más altas del siglo, con un aumento de la pobreza (no sé si a los niveles que la recibió, pero aumentó), con un aumento del desempleo fuerte y todos nosotros preguntándonos si a Macri lo reeligen o no, o si la van a elegir a Cristina. En ese escenario yo creo que los extranjeros va a hacer lo que hicieron siempre, tratar de buscar refugio en otro lado. O sea que tenemos un segundo semestre bastante amenazante y eso que no hablamos del escenario internacional.

Sobre Aldo Abram

Máster en Ciencias Económicas CEMA y Lic. en Economía (UBA). Director Ejecutivo de la Fundación “Libertad y Progreso”. Director Ejecutivo del CIIMA (Centro de Investigación de Instituciones y Mercados de la Argentina) perteneciente al ESEADE. Profesor de la Maestría en Finanzas e Investigador Independiente de ESEADE. Consejero Académico de la Fundación “Club de la Libertad”. Miembro del Consejo Consultivo de Instituto Acton. Fue socio y Director General de la Consultora EXANTE y de la Consultora PROECO. Asesor económico y financiero de empresas, bancos y entidades intermedias.