Etchebarne: La devaluación es una estafa a los más pobres

Director General en

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

LA VOZ – Partidario de las libertades económicas, el economista Agustín Etchebarne defiende la moneda sana, la economía abierta y la reducción del empleo estatal improductivo, y no duda en mostrar su aprobación por la convertibilidad, las privatizaciones y hasta por una eventual dolarización.

El director general de la Fundación Libertad y Progreso estuvo en Córdoba, donde disertó en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC, y dialogó con La Voz.

–¿Qué evaluación hace del año en materia económica?

–Lo que está pasando es lo que preveíamos desde el inicio de este Gobierno, cuando decíamos que el gradualismo no puede funcionar. El nivel del déficit fiscal era muy alto y eso implicaba un aumento de la deuda muy grande. El ritmo era de 35 mil millones de dólares por año, y este año tendremos 125 mil millones de dólares de deuda adicional. A esto se sumó el aumento de las tasas de Estados Unidos: se cortó el crédito voluntario y lo único que nos quedó es el Fondo Monetario.

–¿Cómo ve el acuerdo que se hizo con el FMI?

–El Fondo obliga a tener déficit primario cero para el año que viene, que es algo bueno, pero igual nos quedan 3,5 puntos de aumento de déficit financiero por los intereses de la deuda. Lo más grave es que toda la clase política, en vez de hacer el ajuste de la política, devalúa y pone nuevos impuestos, para que el ajuste lo pague el sector privado.

–¿Y ahora cómo sigue la economía?

–Lo que ocurrió en el mundo, más la sequía, más el impuesto a la renta financiera, hizo que subiera el riesgo país. Entonces, lo que recibe el Estado por un impuesto lo pierde pagando más intereses. Además, se está jorobando al sector privado, que recibe aumentos de tarifas, de impuestos y de tasas. Esto produjo una tenaza y una recesión muy fuerte. Nos quedan cuatro o cinco meses muy duros.

–¿Y después?

–El Gobierno está haciendo un programa de mínima, apoyado por el Fondo Monetario, con la idea de que en el segundo trimestre viene la cosecha gruesa y nos podrían ingresar 10 mil millones de dólares más que este año. Además, con una devaluación enorme, los salarios reales y las jubilaciones cayeron. Por eso, ahora es más fácil producir en Argentina, circunstancialmente por la devaluación, para algunos sectores. Y el costo del gasto público es un poco menor. Pero eso lo están pagando los más pobres. La devaluación es la peor de las soluciones porque es una estafa para los más pobres. No implica que no vaya a haber sectores que van a crecer, pero no hay ninguna solución de fondo.

–¿Cuál es la solución?

–La fórmula es salir del atraso y, para eso, hay que hacer las reformas estructurales. Argentina cayó en los tres gobiernos anteriores del puesto 20 al 170 en libertades económicas, y el Gobierno actual repuntó al 144. Las empresas tienen que tener menos impuestos, menos costo laboral, muchas menos regulaciones y una economía abierta. También hace falta tener una moneda sana porque eso desploma las tasas de interés. Si uno tiene todo eso, va a crecer el empleo privado.

–Cuando el Gobierno asumió, parecía querer ir en esa línea.

–Sí, pero hicieron gradualismo, y eso no funcionó nunca en ninguna parte. Lo que funciona son los programas de reformas estructurales profundas, porque ahí sí vienen las inversiones. ¿Por qué iban venir las inversiones si tenemos los impuestos altísimos y los pensaba bajar en cinco años?

–¿Fue por debilidad política?

–Creo que no. La reforma del Estado no requiere ley, ya está; si no lo hicieron, fue por falta de una convicción política. La clave de la Argentina es tener menos gente improductiva en el Estado o con planes sociales, y más gente trabajando en el sector productivo. La única forma de salir de la pobreza es con trabajo, ahorro e inversión. Todo lo contrario de lo que nos vienen diciendo: nadie sale de la pobreza con el consumo porque no se puede consumir nada que no se haya producido antes.

–Usted habla de una economía abierta. ¿Cómo impacta la elección de Bolsonaro en Brasil?

–Lo veo como una gran oportunidad porque él quiere que Brasil empiece a ser competitivo. El presidente Temer ya hizo la reforma laboral y es posible que Bolsonaro la profundice. También está tratando de sacar la reforma previsional. Otra señal: hicieron un tratado del libre comercio con Chile. Si Brasil se va a abrir al mundo, Argentina tiene que abrirse, porque si no, vamos a quedar más atrasados.

–¿Cómo evalúa en este marco la cumbre del G-20?

–Algo muy positivo fue el funcionamiento del sistema de seguridad. En lo económico, el mayor beneficio se vio en las relaciones bilaterales. El que mejor lo hizo fue Trump, por el tratado de libre comercio con México y con Canadá, y una tregua con China. Fue positivo que Argentina firmara 37 acuerdos con China y la confirmación de la exportación de carne a Japón. En contra, se confirmó que no hay acercamiento entre el Mercosur y Europa. La verdad es que Argentina sigue teniendo los mismos problemas que tenía antes de la cumbre.