¿Cuáles son los riesgos que se corren al perseguir una política como si fuera un objetivo, a la luz de la nueva teoría de objetivos y políticas?

Por José María Romero Maletti.

Antes de contestar la pregunta indicada en el título de este artículo realizaré una introducción de la nueva teoría sobre objetivos, políticas y metas que he formulado.

INTRODUCCION

 El mundo actual se caracteriza esencialmente por dos atributos,  la velocidad de cambio, su signo mas   distintivo y por la existencia de organizaciones  para la mayoría de las producciones de bienes y servicios y para vivir en sociedad dentro de un estado nacional.

El cambio es consecuencia  del perfeccionamiento del concepto de progreso que ocurrió en el Renacimiento, cuando el hombre tomó conciencia que su futuro dependía de su esfuerzo, a diferencia de la Edad Media, donde  lo consideraba dependiente de la cuna. Además por reconocer que con la ciencia podría aprovechar las leyes de la naturaleza para ayudarse en la producción de bienes y servicios. Asimismo tomó plena conciencia del beneficio de las organizaciones para aprovechar el fenómeno de la sinergia, que determina  que un conjunto de personas puede lograr constituyendo una organización, (es decir, adoptando un objetivo común y distribuyendo las actividades entre los componentes para satisfacerlo), una mayor producción  que la suma de lo que podría lograr actuando individualmente. Esta idea el hombre ya la había aplicado en la antigüedad al crear el estado, donde en función de objetivos comunes los componentes de una comunidad, deciden organizarse políticamente delegando en una parte de los mismos la autoridad para gobernarlos. Tanto los gobernantes como los conductores de las organizaciones  debieron enfrentar dos problemas fundamentales, asegurar la sinergia y administrar los procesos de cambio.

La sinergia depende de que haya acuerdo sobre la acción a seguir, ello requiere una buena comunicación, es decir que en una organización diremos que existe comunicación, cuando haya acuerdo sobre la acción a seguir o sobre las decisiones tomadas. Si existe acuerdo los esfuerzos se sumarán escalarmente, pero a medida que aumente el desacuerdo la suma se hará vectorial y la resultante podría llegar a ser nula. Por otro lado todo gobernante o conductor de organizaciones debe administrar los procesos de cambio. De hecho la razón de la existencia del cambio es lo que justifica la existencia de un directivo o gobernante, de otro modo la acumulación de experiencia permitiría conocer de antemano que decisión tomar, restándole  importancia a la intervención de un directivo . Pues bien, el gobernante de un estado y los directivos de todas las  organizaciones utilizan básicamente tres instrumentos de gobierno o dirección: los objetivos, las políticas y las metas. Con los mismos realizan  los procesos de comunicación y  los de cambio. La pregunta que debemos formularnos entonces  es: ¿Cuál debería  ser la estructura de estos conceptos para  que ayuden al directivo o gobernante en la comunicación y  los procesos de cambio?.

Al buscar la respuesta nos encontraremos con que en un mundo cuya característica esencial es la velocidad de cambio, hay necesidades que no cambian para una cultura determinada, por ejemplo con cultura económica la necesidad de un empresario de  “ producir y vender un producto adecuado para que sea rentable”, no cambiará, siempre habrá  certeza de  conveniencia de su satisfacción. Pero si digo “ producir y vender el producto A”, no ocurre lo mismo, porque si  cambian las necesidades de los clientes o  la competencia consigue venderlo a un precio que para el empresario no le fuera rentable, no sería conveniente “producirlo y venderlo”. Postulo que la estructura de la primera proposición donde se incluye el adjetivo de adecuado, es la que  corresponde a la de los objetivos y la segunda referida a un producto en particular , corresponde  a  una política, lo que nos lleva a las siguientes definiciones:

Definición de objetivo

  • Necesidad de una persona u organización, para la que existe certeza de conveniencia de su satisfacción, porque constituye un valor propio de su nivel cultural, cuyo contenido es invariable frente a cambios de la realidad, debido a que deviene del conocimiento formal

Definición de política

  • Necesidad de una persona u organización, de un nivel cultural determinado, para la que no existe certeza de conveniencia de satisfacción, porque su contenido puede variar frente a cambios de la realidad, debido a que deviene del conocimiento empírico

El paradigma que se infiere de las definiciones dadas sobre la diferencia entre un objetivo y una política es entonces la “certeza de conveniencia de satisfacción”. Ello permite darle a los objetivos así definidos el  carácter de conocimientos científicos por cuanto según Karl Popper, el prestigioso epistemólogo del siglo veinte, un conocimiento es científico cuando es refutable y por lo tanto en nuestro caso  frente a una proposición que pretenda el estatus de objetivo, lo será, si no se  la puede refutar encontrando una condición de la realidad que de darse, perdiera la certeza de conveniencia de satisfacción. Apliquemos esta teoría a un ejemplo cotidiano  . Elijamos  el caso del conflicto que suele darse entre el gerente financiero y el de producción por el nivel de stocks. El gerente financiero  tiene que afrontar los costos financieros del stocks, por lo que suele tener como objetivo bajar al mínimo el costo financiero e interpela al de producción solicitándole que baje al mínimo los stocks, el de producción le contesta diciéndole que si los bajara podría tener un problema de lucro cesante por  insatisfacción de la demanda de ventas. ¿Quien tiene razón: ninguno de los dos, porque ambos objetivos, el de mínimo costo financiero y el de mínimo lucro cesante por falta de producción, son refutables con el costo de gestión que es la suma de ambos, el objetivo a tener en cuenta por los dos gerentes  debería ser el de mínimo costo de gestión en función del stock, el stock que haga mínimo tal costo es el que debiera tener el gerente de producción.

Epistemológicamente hablando o según la teoría general del conocimiento, los objetivos pertenecen al campo del conocimiento formal como la lógica y las matemáticas incluida  la axiología o filosofía del valor, es decir, el sentimiento  que tengamos  frente al conocimiento de la realidad. En cambio las políticas pertenecen al campo de la opinión o del conocimiento empírico. La validez de un objetivo no tiene por lo tanto un carácter absoluto, depende de la cultura de quien lo formule. Este reconocimiento  permite afirmar que la definición de objetivo dada,  contribuye también  a la comunicación y no solo a diferenciar lo que cambia de lo que no. Los procesos de comunicación deberían iniciarse  acordando los objetivos perseguidos. Es interesante lo que como ejemplo de ello, contestó en una entrevista que le hicieron a Carolina Stanley, ministra de desarrollo social en el canal de televisión La Nación + . ¿Cómo se había podido comunicar con Grabois?, a lo que respondió, “acordando que la prioridad en la asistencia social eran los mas necesitados”. Objetivo que difícilmente pueda ser refutado.

Obsérvese que el paradigma  que el mundo  actual ha adoptado para señalar la  diferencia entre objetivos y políticas es que los objetivos son los fines y las políticas los medios.  Este paradigma no puede explicar que diferencia existe entre un objetivo secundario y una política dado que ambos son medios del objetivo básico.  Con el nuevo paradigma que hemos señalado, (la certeza de la  conveniencia de satisfacción),  tanto las políticas como los objetivos pueden pertenecer al campo de los fines como de los medios. Tomemos por ejemplo el caso de un objetivo de salud, “lograr un adecuado nivel de salud”, si por un momento nos imagináramos que fuéramos un gobernador de provincia y estuviéramos elaborando nuestro plan de gobierno, ¿Qué entenderíamos por nivel adecuado de salud?, La respuesta no puede ser ajena a la realidad, por lo que es en el contexto donde deberemos buscarla. Para ello tenemos que detectar un punto de referencia adecuado. Empezaríamos por pensar en los niveles mas altos de salud conocidos, lo que nos llevaría a los países nórdicos, pero con los pies en la tierra reflexionaríamos diciéndonos que con nuestros recursos deberemos atender además de la salud,  la educación, la seguridad, la justicia y  la infraestructura, a lo que agregando una reflexión justa: un argentino no debería estar por debajo de otro en cuanto a derechos, lo lógico es que tomemos como referencia la jurisdicción nacional de mayor nivel de salud, que naturalmente será la capital federal. Además deberemos comprometer un plazo y ese plazo nos debería permitir explicar a su finalización en cuanto cumplimos el compromiso contraído, por lo que lo fijamos en un año antes de cumplir con nuestro mandato y para flexibilizar el modelo atendiendo a la disponibilidad de recursos le agregamos un porcentaje de acercamiento al nivel actual de salud de la capital federal, estableciendo por ejemplo, lograr en ese plazo el 90% del nivel actual de salud de la capital federal, con lo que en definitiva habremos  formulado, supuestamente que el mandato de gobernador fuera de seis años, la siguiente política: “Lograr en la provincia en un plazo de cinco años el 90% del nivel actual de salud de la capital federal”,. Esta es una política de fines, que por su contenido la denominaremos “política de satisfacción” y que definiremos como

Política de satisfacción

  • Nivel mínimo aceptable de satisfacción de un objetivo y plazo para su cumplimiento.

Pero cuando nos ponemos  a pensar con el auxilio del equipo técnico correspondiente que plan implementar  para cumplir con esta política, nos encontramos con que primero deberemos hacer un diagnóstico de situación y conocer cual es el nivel actual de salud de nuestra provincia y el de la capital federal, pero resulta que no existe un saludómetro, por lo que la salud no puede medirse en si misma, se nos presentaría entonces  el mismo problema que a Kant, medir al noumeno o a la cosa en si, lo que haremos como dijo  el filósofo, observando sus manifestaciones, en este caso la esperanza media de vida, el  porcentaje de mortalidad infantil, el porciento de vacunados, etc., todas subáreas clave de resultados del área clave salud, medibles en si mismas con las cuales mediremos el área clave de resultado salud, no medible en si misma. El conjunto de subáreas clave que elijamos será siempre opinable, porque dependerá del avance de la ciencia y de la tecnología disponible, por lo que el conjunto será opinable y por lo tanto tampoco  tendremos certeza de conveniencia de satisfacción de que, con esas subáreas podamos medir adecuadamente la salud, por lo que nuevamente estamos frente a otra política que denominaremos por su función, política de medición y que definimos como.

Política de medición

  • Conjunto de subáreas clave de resultados medibles en si mismas elegidas para medir el grado de satisfacción de un área clave de resultado no medible en si misma de un objetivo, de la que forman parte.

Este es un nuevo ejemplo  de la política de fines,  el reconocimiento de su naturaleza política favorece la flexibilidad de pensamiento y la creatividad.

Si relacionamos la política de satisfacción con la política de medición nos encontraremos  por ejemplo con, “lograr en la provincia el 90% de la esperanza media  de vida actual de la capital federal, en el plazo de cinco años”. Esta proposición es una meta porque expresa un resultado a lograr medible en si mismo. Es decir que las metas son de naturaleza política, devienen de políticas y forman parte de las políticas de fines. El reconocimiento de su naturaleza política y no de objetivo, como normalmente se supone que lo son, aunque mas precisas favorece  nuevamente la flexibilidad de pensamiento y la creatividad, por cuanto predispone a su reemplazo en función de la situación del contexto lo que contribuye a los procesos de aprendizaje. Se aprende por comparación en este caso las metas que nos fijamos respecto a los resultados que logramos, por ello todos los componentes de una organización, privada o estatal, deben determinar y  conocer los objetivos y metas  de su función, para así involucrarse  en un proceso continuo de aprendizaje, en especial atendiendo a que la velocidad de cambio, invalida permanentemente a las políticas adoptadas y se requiere por lo tanto una frecuente actualización de las mismas. Peter Senge señala en su libro La Quinta Disciplina, que “el factor mas competitivo de la empresa del futuro será la capacidad de aprender”. Para ello en la formalización de responsabilidades de todo puesto de una organización, incluido el estado, deberían figurar el objetivo básico, los objetivos secundarios y las metas que determinan el nivel mínimo aceptable de satisfacción de los objetivos,  y además  los criterios seguidos para la toma de decisiones (que constituyen también políticas porque son opinables, no hay certeza cualquiera sea el conjunto de criterios adoptados, que no pudiera existir otro mejor), estos criterios  se  deberán evaluar con los diagnósticos donde periódicamente se determinen los desvíos entre metas y resultados y las causas de los mismos. Los documentos actuales de formalización de responsabilidades del estado, solo se refieren a lo que el funcionario puede hacer, es decir señalan sus derechos) pero la carencia de objetivos y de metas, significan una ausencia incomprensible de las obligaciones de las que son responsables . Es decir repito, se señalan los derechos pero no las obligaciones, causa indiscutible de la ineficiencia e ineficacia del estado, Si hubiera  metas, los funcionarios se verían obligados permanentemente a ejercer la iniciativa y creatividad para encontrar la forma de asegurar  un cumplimiento efectivo de las mismas y por lo tanto del cumplimiento efectivo de su  función. Con lo que el estado sería cada vez mas eficaz y eficiente.  Tengo por ejemplo a mi vista el documento de formalización de las responsabilidades de un supervisor de área del ministerio de educación de la ciudad  de buenos aires, extraído del estatuto docente y no observo un solo objetivo y mucho menos una  meta, ¿Cómo podemos pretender lo que debería ser una prioridad del gobierno: un nivel excelente de enseñanza y aprendizaje, con un nivel de exigencia tan pobre, porque no se señalan las obligaciones y por lo tanto no se las puede controlar. ¿ Que diferente sería el nivel de exigencia si se incluyera el objetivo: lograr un nivel satisfactorio de porcentajes de alumnos que hayan alcanzado un nivel adecuado de aprendizaje de valores, matemáticas, lenguaje, ciencias y habilidades, con las correspondientes metas actualizadas anualmente.

Fijadas las metas, estamos en condiciones de realizar el diagnóstico y por lo tanto determinar los desvíos entre los resultados proyectados y las metas, que ocurrirán con la implementación de todas las decisiones ya tomadas por el gobierno anterior al nuestro,  de la provincia imaginaria que hemos elegido para desarrollar la teoría, hasta el momento de iniciar el diagnóstico y las causas de esos desvíos. Ello permitirá definir  las alternativas de medios y recursos con los cuales superar las causas de desvíos  y lograr las metas. Estas alternativas de medios y recursos, naturalmente serán todas opinables, por lo tanto son también  de naturaleza política, por lo que las denominaremos políticas de medios. Medio es todo elemento que no desaparece en el proceso de logro de las metas, como las personas, los edificios y las máquinas, En cambio los recursos si desaparecen o se transforman en otros elementos durante el proceso de logro de las metas, como el dinero, las materias primas, las horas máquina o las horas hombre,

Política de medios

  • Forma posible de estructurar los medios y recursos para corregir los desvíos entre metas y resultados

Las políticas de medios elegidas dentro de las alternativas de políticas de medios planteadas, surgen de un proceso de decisión en base a una política de elementos de juicio constituidos por objetivos y metas de resultados,  metas de costos y metas de inversión adecuados a la naturaleza de la decisión que se vaya a tomar y teniendo en cuenta además las consecuencias que las alternativas de políticas de medios podrían tener también sobre otros planes tanto por las alternativas en si como por los recursos que se restarían a esos otros planes por su asignación al presente sujeto a decisión.

Cabe aclarar que los objetivos a diferencia de las políticas de medios no surgen de un proceso de decisión, un objetivo es o no es según los valores de quien los defina. Lo que si es motivo de  decisión en el campo de los objetivos es la prioridad de los mismos, porque depende del contexto o situación-

Suspendo por razones de espacio el desarrollo de la nueva teoría de objetivos, políticas y metas, porque lo expresado hasta aquí, nos permite abordar la respuesta a la pregunta que es título del presente artículo: ¿que pasa cuando se persigue una política como si fuera un  objetivo?:

Ideologías

Si perseguimos una política como si fuera un objetivo actuaríamos como un ideólogo, que desea satisfacer una necesidad con una medida sin tener en cuenta la realidad, es decir sin refutar la conveniencia de  satisfacción de la política a aplicar según el contexto donde se la deseara satisfacer. Un ideólogo está por lo tanto incapacitado para aprender porque desea implementar sus política sin atender a las características del contexto. Sufre de la mayor de las ignorancias no saber que no se sabe. La humildad es la puerta de entrada a la sabiduría. Sócrates el hombre mas sabio de su época, solía decir “solo se que nada se”. El sabio es prudente y conoce los límites de sus conocimientos. Por ello verifica la aplicabilidad de los mismos en cada situación. Por otro lado el ideólogo no  tiene en cuenta los valores de los demás porque desea imponer sus ideas sobre las cuales no tiene duda alguna, por lo que adolece de una profunda incomunicación. El ideólogo puede ser la consecuencia de haber conocido políticas exitosas que por serlo les atribuye precipitada y torpemente  certeza de conveniencia de satisfacción, sin atender las diferencia entre los contextos donde fueron exitosas y los existentes donde desea aplicarlas. De ahí que la actitud científica y el sentido común constituyan atributos que pueden protegernos contra las ideologías. La Enciclopedia Británica define al hombre de ciencia diciendo que no lo es  por sus conocimientos, ni por su organización ni por su método, sino por su actitud. La actitud científica es la que tiene el científico cuando  a pesar de la abrumadora cantidad de datos y situaciones  que puedan avalar su teoría o hipótesis nunca deja de pensar que las mismas puedan ser falsas. El sentido común es un hermano menor de la actitud científica, consiste en la capacidad para evaluar los medios y determinar si son los que corresponden a la situación planteada y a los objetivos perseguidos.

Una pregunta final, ¿tendría sentido con el paradigma actual los objetivos son los son los fines y las políticas los medios, definir una política de objetivos, no lo tendría pero con el nuevo paradigma, tiene un total sentido, expresa la real relación entre política y objetivo y podría ser el punto de partida para responder a la pregunta que se formula en nuestra sociedad  con insistencia, ¿Qué país queremos ser?.

Política de objetivos

  • Conjunto de objetivos a lograr por un componente de una organización, una organización o una nación

Un conjunto de objetivos es siempre opinable y por lo tanto es una política porque no tiene certeza de conveniencia de satisfacción  y es refutable como todo conocimiento científico. Los objetivos nacen de las opiniones de quienes gozan de una cultura  que los consideran favorables.

A la luz de la teoría expuesta la definición del  modelo de país que deseáramos requeriría la determinación de las siguientes políticas de fines:

  • Política de objetivos
  • Políticas de satisfacción de los mismos
  • Políticas de medición
  • Metas

Para transformarnos en el país deseado requerimos implementar las

  • Políticas de medios, elegidas luego de un diagnóstico con  un adecuado proceso de decisión
  • E implementar en el estado y todas las organizaciones un proceso continuo de aprendizaje.