La clave es la libertad

Director General en

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

ÁMBITO FINANCIERO – El autor enumera las reformas indispensables que debería llevar adelante la Argentina para empezar a crecer a un ritmo superior al 5,3% de los países emergentes por un par de décadas; para multiplicar por siete las exportaciones; para poder pagar la deuda; para que los salarios se multipliquen por tres; y para eliminar la pobreza.

En este año electoral es indispensable hablar de cuáles son las reformas que nos sacarán de la decadencia. Como es bien sabido, la Argentina llegó a estar entre los primeros 10 países del mundo durante medio siglo, desde 1895 a 1945. El error es creer que eso solo favorecía a los grandes estancieros.

La industria crecía más rápido que el agro, que fue superado definitivamente en 1922, mientras que los salarios de los obreros argentinos también estaban entre los primeros diez países.

Luego, la Primera Guerra Mundial y la Crisis de 1930 nos golpearon duramente. Nuestros gobernantes torcieron el rumbo y se alejaron de los ideales liberales de la revolución de 1810 y de la Constitución de 1853.

En la década del ´30 se creó el Banco Central iniciando una carrera de confiscación de los asalariados, especialmente de los más pobres, depreciando la moneda y provocando una inflación del 53% anual. Se crearon el impuesto a los réditos y la Junta Nacional de Granos.

El consenso de la clase gobernante se centró en las ideas económicas estructuralistas con grandes exponentes como Raúl Prebisch y Julio Olivera, que lograron una enorme influencia en toda América Latina. El proteccionismo, la sustitución de importaciones y la intervención del Estado, pasaron a ser el lugar común de lo políticamente correcto.

A cualquier problema se pretendió darle una solución estatal: un subsidio y un impuesto. Argentina pasó a tener una economía cerrada intensamente regulada, con leyes laborales copiadas del fascismo italiano y con 163 impuestos que esquilman a la población y que, de todos modos, producen una recaudación que resulta siempre insuficiente para solventar un Estado elefantiásico.

El resultado es que en la década del ´30 ya nos despegarnos de países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda; en la década del ´70 nos aventajó Japón; en la década del ´80 nos sobrepasaron países pobres de Europa como Irlanda; en la década del ´90 nos superaron los tigres asiáticos como Sur Corea y TaiwánChile y Estonia lo lograron al despuntar el siglo actual; y, si continúan las mismas tendencias, en la próxima década nos pasará Botswana y algún otro país africano.

La larga declinación ya se hace insoportable con cinco recesiones en los últimos diez años, altísima inflación y con el consecuente aumento de la pobreza.

La evidencia es abrumadora: los países que hacen las reformas pro-mercado crecen rápido y empiezan a escalar posiciones en el ranking mundial del PBI per cápita. En lo que va del siglo, el mundo creció a un promedio del 3,8% anual, los países emergentes al 5,3% y los desarrollados al 1,8%, mientras que Argentina apenas creció un 0,8% anual desde 1997 (siempre medido per cápita).

No crece la brecha entre los países ricos y los pobres, pero sí aumenta la distancia entre los países que adoptan una economía de mercado libre, y el resto que se mantienen con economías cerradas, protegidas y gran intervención estatal.

En el gráfico podemos ver que todos los países que nos fueron pasando se destacan en el índice de Libertades Económicas de la Fundación Heritage y lo mismo ocurre si usáramos los datos de la Fundación Fraser del Canadá; mientras que Argentina sigue entrampada entre los países más reprimidos de la tierra.

La conclusión es evidente, tenemos que lograr los consensos necesarios para realizar las reformas estructurales que nos permitan ascender en cada uno de los subíndices de Libertades Económicas.

Para colaborar en esta idea, en la Fundación Libertad y Progreso acabamos de publicar un libro que resume nuestras propuestas: “Las reformas necesarias para crecer en libertad”. Estas reformas indispensables contemplan los aspectos que debe mejorar la Argentina y que están claramente identificados con la puntuación de los subíndices de libertades:

IMPERIO DE LA LEY (41.9): Reforma del Consejo de la Magistratura y la administración de Justicia.

TAMAÑO DEL ESTADO (50.6): Reforma del Estado para reducir el gasto del gobierno. Reforma de la coparticipación fiscal para lograr la correspondencia entre el gasto y quien recauda. Reforma impositiva para reducir la cantidad y el peso de los impuestos. Reforma Previsional. Equilibrio fiscal de largo plazo.

EFICIENCIA REGULATORIA (54.5): Reforma Laboral. Mega-Desregulación. Y la indispensable Reforma Monetaria para tener una moneda sana y una inflación inferior al 5% anual.

APERTURA DE MERCADO (61.6): Transformar el Mercosur para poder hacer Tratados de Libre Comercio con todos los países relevantes. Protección de las reglas de juego para inversiones extranjeras.

Si hacemos un conjunto de reformas similar al descripto, la Argentina empezará a crecer a un ritmo superior al 5,3% de los países emergentes por un par de décadas.

Multiplicaremos por siete las exportaciones, podremos pagar la deuda con el incremento de recaudación que producirá la expansión económica y, sobre todo, los salarios se multiplicarán por tres y eliminaremos la pobreza.

(*) Economista, director general de la Fundación Libertad y Progreso.