Hay que remarcarlo: el principal culpable de la inflación es el Estado

VISIÓN LIBERAL – La causa de los ciclos económicos: el Estado.

Dentro de la ciencia económica el tema de los ciclos económicos es abordado reiteradamente por diversas corrientes, dado que es de interés poder entender las causas y consecuencias de los períodos de auges y recesiones que marcan el desarrollo económico de un país. Las persistencias de los vaivenes económicos impiden la implementación de políticas económicas a largo plazo, fomentan estructuras sociales desiguales, imposibilitan la estabilización de las variables macroeconómicas, reconfiguran las decisiones de los agentes y frenan el progreso de la consolidación de la estructura productiva.

Según Ludwig von Mises, de la escuela austríaca de economía, el principal síntoma de los ciclos económicos es la desviación de la tasa de interés originaria respecto de la tasa de interés bruta. Cabe definir esta última y sus implicancias sobre el funcionamiento del mercado de créditos.

La tasa de interés bruta, conocida comúnmente como “tasa de interés de mercado”, es la tasa que se determina por la interacción de la oferta y la demanda de préstamos. Dicha tasa se encuentra compuesta por:

– Tasa de interés originario

– Riesgo empresarial

– Compensación por variación de precios

El riesgo empresarial es la incertidumbre que posee el prestamista sobre la capacidad de pago de parte del prestatario. Este componente abarca el marco institucional, legal, aseguramiento de la propiedad privada, grado de confianza entre los diferentes actores económicos, grado de inestabilidad política, etc.

Por su parte, la compensación por variación de precios es la cantidad adicional de ahorro que hay que otorgarle al prestamista por posponer consumo presente ante inflación esperada. En una economía con tendencia a períodos inflacionistas como la Argentina o de tendencia hacia la deflación como Japón este componente influye significativamente sobre el aumento o la reducción de la tasa de interés bruto.

Podemos formalizarlo de la siguiente manera:

En donde la tasa de interés bruto surge de la tasa de interés originario más todos aquellos componentes como el riesgo y la compensación por variación de precios, que hacen que un individuo decida ahorrar.

La causa de los ciclos económicos en Mises comienza por emisión monetaria. De acuerdo a la visión del autor, la emisión siempre genera inflación.

Mises distingue los efectos de la emisión en los ciclos económicos de la simple inflación. Para entender la lógica austríaca es necesario comprender que la expansión crediticia es generada por la existencia de déficit público. Cuando los gastos del sector público exceden los ingresos que obtienen del sector privado es necesario recurrir a un trilema: impuestos, emisión o deuda.

Tanto los impuestos como la colocación de deuda son políticamente impopulares debido a sus costos políticos y a su finita utilización. Los impuestos ejercen presión sobre el sector privado que, paradójicamente, posee el voto electoral, por ende, aumentarlos constantemente ahoga las posibilidades de reelección de cualquier gobierno democrático. Sin embargo, no afecta el nivel general de precios. Se produce un efecto redistributivo desde el sector privado hacia el sector público. Con los mayores impuestos el sector privado deberá reducir, necesariamente, su nivel de gasto general pero, por su parte, el sector público aumenta su consumo debido al ingreso que es expropiado de los trabajadores del sector privado, ya sea mediante el pago de salarios o la compra de bienes públicos. Por lo tanto, podemos considerarlo como una transferencia de ingresos desde un sector a otro.

Por otro lado, las prácticas de endeudamiento tampoco son recomendables ya que pueden generar un efecto explosivo en el largo plazo, tomar deuda en el presente implica devolverla en el futuro con intereses. De acuerdo a la equivalencia ricardiana, el individuo sabe que la deuda que se emite hoy deberá ser pagada en algún momento y eso implicaría un incremento de los impuestos en el futuro, por lo tanto, racionalmente, los individuos reducirán su consumo presente para pagar los impuestos del futuro. Consecuentemente, el efecto sobre la demanda agregada de un incremento de los impuestos hoy y la emisión de deuda es el mismo. Cabe aclarar que, los supuestos de la equivalencia ricardiana son:

– Horizontes finitos: tanto los individuos como el gobierno viven un número finito de períodos finitos.

 Mercado de crédito perfecto: los individuos pueden prestar y pedir prestado sin ningún tipo de limitaciones.

– Certeza sobre el ingreso futuro: los individuos saben cuál va a ser su ingreso a lo largo de todo su ciclo de vida.

– Los impuestos son de suma fija.

Ahora bien, el efecto de la expansión del dinero sobre la economía es completamente diferente. La emisión puede ingresar a través del mercado crediticio o mediante el financiamiento al gasto del sector público. Si la cantidad adicional de dinero cae en manos del sector público crea una nueva masa de demanda que ingresa al mercado de bienes. La diferencia con el financiamiento mediante impuestos es que incorpora nuevos compradores al mercado mientras que los bienes ofrecidos permanecen inalterados. Esto genera que los precios suban ante el exceso de demanda, derivando en inflación.

Es imprescindible remarcar quien es el único agente económico causante de la inflación: el Estado.

Como el papel es fácil de imprimir hay una suerte de tentación entre los diferentes Gobiernos de imprimir cuando el exceso de déficit fiscal así lo amerite. Como veremos más adelante en la aplicación del modelo austríaco para los diferentes períodos económicos de la Argentina, pocas veces se intentó restringir la emisión por parte de las autoridades de política monetaria. Según Mises, lo contraproducente no es la emisión en sí, sino que no haya producción que sostenga este aumento de la demanda, por lo tanto, el único resultado que se gesta es el incremento generalizado de los precios que hace que nuestra economía, en particular, caiga en reiterados períodos inflacionarios.

Es por eso que el autor redefine el concepto de inflación como inyección de dinero. Ejemplifiquémoslo con un caso sencillo, un zapatero produce 100 pares de zapatos y los vende todos los meses a $50 el par. El zapatero sabe que todos los meses sus clientes llegan con $5000. Ahora supongamos que el Estado decide emitir y sus clientes ingresan con más dinero en sus bolsillos. Evidentemente, desearan consumir más, es por eso que, demandarán más zapatos. El zapatero sólo posee 100 pares de zapatos para ofrecer, su única opción es elevar los precios de los zapatos. De este modo, el precio de los zapatos no se elevó por acción del zapatero sino del Estado que emitió y desequilibró la economía.

Mises diferencia dos canales por los cuales entra el nuevo dinero e identifica a uno sólo como el disparador de los ciclos económicos. La nueva cantidad de dinero puede entrar a través de:

– Gasto público

– Préstamos de créditos al sector privado

El Estado puede decidir expandir el gasto público a través de la compra de bienes al sector privado y financiarlo mediante emisión monetaria. Esa nueva cantidad de dinero ingresa al mercado elevando el precio de dichos bienes. El sector privado que le venda al Estado comenzará a atesorar mayores cantidades de unidades monetarias y demandará, a su vez, a otros sectores, incrementando los precios. Es así como comienza un período inflacionista. Sin embargo, el único efecto es el incremento de los precios. De igual forma sucede si la nueva cantidad de dinero es ingresada por medio del pago de salarios a los empleados del sector público. La nueva demanda que excede la oferta presiona al alza los precios.

Detengámonos a analizar los efectos sobre la economía generados por la incorporación de una cantidad adicional de dinero que ingresa a través de la expansión de nuevos préstamos al sector privado. En principio, esta entrada de dinero afecta al mercado crediticio y desvía la tasa de interés bruto de la tasa de interés originario ya que aumentan los fondos prestables pero los individuos no decidieron ahorrar más. Sin embargo, la tasa de interés originario, en el corto plazo, no acompaña este movimiento hasta que comiencen a activarse las fuerzas del mercado necesarias para que reajuste nuevamente hacia el equilibrio. La tasa de interés originario comienza a subir a medida que se amplía la brecha entre los precios de los bienes de consumo presentes y los precios de los bienes de consumo futuros.

Una reducción forzosa de la tasa de interés bruto distorsiona el cálculo del empresario. Se utiliza el concepto de reducción “forzosa” de la tasa de interés bruto para hacer referencia al proceso por el cual el ingreso de una cantidad adicional de dinero, que no es resultado de la decisión de los individuos de ahorrar más, en el mercado crediticio aumenta la cantidad de fondos prestables y reduce la tasa de interés bruto. El empresario calcula su rentabilidad de acuerdo a los precios de los factores de producción, los precios de los bienes que vende, los salarios que les paga a los trabajadores y sus intereses correspondientes. Cuando baja la tasa de interés bruto, el empresario interpreta la señal externa como un incremento del ahorro de los individuos. Sin embargo, la economía no posee mayores bienes de capital. Se genera una especie de “ilusión” provocada por la expansión crediticia que hace que los empresarios se vuelquen hacia proyectos que de otro modo no resultarían rentables. Es aquí donde se inicia el período de auge del ciclo económico en Mises.

Los empresarios comienzan a demandar una cantidad de factores de producción, entre ellos el trabajo, que no existe. 

Este exceso de demanda acelera los precios de los medios de producción y de los salarios. A su vez, cuando se incrementan estos costos, los precios de los bienes de consumo comienzan a pujar hacia el alza. Además, como los empresarios se encuentran en esta “ilusión” perciben ganancias y rentabilidades donde no las hay y aumentan de la misma forma su consumo, lo cual acelera aún más el encarecimiento de las mercancías. Esta “ilusión” es fomentada por el aumento de la demanda de bienes de consumo y sus ventas, lo que genera que los empresarios no se interroguen acerca del aumento de los costos y confíen en un beneficio positivo. Por otro lado, la tasa de interés originario comienza a subir debido a la brecha creciente que se genera entre los precios de los bienes de consumo presente y futuro.

Este auge sólo es capaz de ser sostenido con constantes inyecciones dinerarias que financien tanto a los empresarios con los nuevos proyectos de inversión como a aquellos que vieron incrementado sus costos de producción. Cuando se corta el financiamiento se inicia la fase del ciclo recesivo. Cabe aclarar que cuanto más se alarguen estas inyecciones más durará el período de auge. En el instante en que los empresarios no logran acceder a un nuevo crédito y la tasa de interés de mercado empieza a aumentar como consecuencia de la suba del interés originario y la variación compensatoria, la demanda de bienes de consumo y de bienes de producción se contrae, y sus precios empiezan a caer.

Una de las características de cualquier crisis es el exceso de producción que no encuentra colocación en la economía y su posterior caída de precios. A su vez, los proyectos de inversión no rentables comienzan a quebrar, el desempleo aumenta y la actividad en general se contrae. Aquí el concepto de depresión aparece como el proceso de reajuste de las variables económicas hacia el equilibrio de mercado.

Es muy interesante analizar el punto desde los consumidores que observan cómo los recursos de la economía que deberían satisfacer sus necesidades más urgentes se trasladan hacia la producción de bienes de orden superior y/o para satisfacer necesidades no urgentes. “Las necesidades de las masas se verían mejor atendidas si los espejismos provocados por el dinero barato no hubieran inducido a los empresarios a malgastar los siempre escasos bienes de capital, detrayéndolos de cometidos en los cuales hubieran podido satisfacer necesidades más urgentes sentidas por los consumidores, para dedicarlos, en cambio a la atención de otras menos acuciante” (Mises, 1949, p.822).

En definitiva, son los menos favorecidos del proceso. El ciclo vuelve al equilibrio a medida que los precios comiencen a ajustarse, la tasa de interés vuelve a acercarse a la tasa de interés natural y los empresarios abandonen los proyectos de inversión que no estaban sustentados por un ahorro genuino.