Alberto Benegas Lynch (h)
Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
Lo primero que quiero marcar es mi amistad y coincidencias con José Luis. Hemos participado los dos en varios actos pero destaco muy especialmente en uno invitados ambos por la Fundación Alberdi donde elaboramos sobre el tema “La batalla cultural”, de modo que queda clara su preocupación por estudiar y difundir las ideas de fondo sobre la tradición de pensamiento liberal que nos une.
Cuando también estuvimos juntos en la fiesta de liberales en La City, me comentó su proyecto de lanzamiento como candidato a presidente a lo que le respondí que a mi modo de ver estamos tan atrasados en el debate de ideas que aun no hay un plafón suficiente como para captar un número razonable de votos y que su propuesta me trae a colación el interrogante de que hubiera sido del mundo si Einstein en lugar de dedicarse a la física hubiera sido intendente de Chivilcoy (sin desmedro de Chivilcoy), a lo que me dijo que le halagaba el correlato pero que pensaba que había un número de personas (especialmente jóvenes) que podían beneficiarse con el proyecto.
Esta conjetura de José Luis fue correcta pues como he señalado públicamente realizó con mucho provecho una formidable campaña de difusión muy apreciada por los liberales que en verdad priorizan las ideas y no se dejan arrastrar por mezquindades, envidias y bajezas de igual tenor.
A este cuadro de situación agrego con mucho énfasis la suerte que tiene José Luis de tener una socia de características extraordinarias, no solo personales sino de una notable profesionalidad para manejar relaciones humanas. Me refiero naturalmente a Mechi, que está imbuida también de conocimientos sólidos en las materias que trata con mucha solvencia su marido.
También dejo constancia de la inteligencia de José Luis de contribuir a que se lo elija a Luis Rosales como candidato a vicepresidente, lo cual constituye un gran acierto no solo por sus condiciones excepcionales de periodista brillante con mucha experiencia en los medios, sino por sus características descollantes como persona de bien y como un liberal de fuste. Hace mucho tiempo participamos juntos en una mesa redonda, oportunidad en la que me regaló uno de sus libros con una muy afectuosa dedicatoria (Otra oportunidad. La Argentina en un mundo multipolar).
Habiendo dicho todo esto, ahora dadas las peligrosas circunstancias por las que atravesamos estimo que la fórmula de lujo a la que me referí debiera considerar la posibilidad de bajarse, fortalecer los cargos legislativos y juntar fuerzas para una futura contienda electoral. Digo esto puesto que los sucesos que son del dominio público son de tal magnitud en sus amenazas concretas que no puede restarse votos a la lamentable inoperancia que nos gobierna.
Me detengo un minuto en lo obvio: la actual gestión ha comenzado con un bailecito impropio de un republicano con la banda presidencial en la Casa Rosada y sus primeras medidas fueron aumentar los ministerios y la pretensión de designar dos miembros de la Corte por decreto, a lo que se agrega incrementos en lo valores absolutos del gato público consolidado, en el aumento sideral en el neto tributario, en la disparada inaudita de la deuda estatal, en la consiguiente trepada del déficit total y en una inflación mensual equivalente a la anual que tiene lugar en países normales.
Como también he consignado públicamente, estamos en la desgraciada situación que nos lleva a elegir entre la inoperancia y el abismo, inoperancia que nos da tiempo para eventualmente rectificar o, por lo menos, juntar fuerzas para operar en otras direcciones en un futuro electoral sin estar acogotados por candidatos que nos están gritando que destrozarán lo que queda y se concentrarán en implantar modelos totalitarios a pesar de algún disimulo bastante burdo por cierto.
Y no se trata -como en otras oportunidades- de estar atentos a fulanos que “llevan el cuchillo bajo el poncho”, sino que reiteradamente han manifestado los titulares y sus múltiples adlateres y compinches que lo tienen arriba del poncho y anuncian que nos lo clavarán varias veces en el pecho en un contexto de alarmante impunidad y atropello a la prensa y a la Justicia.
Hay ingenuos que proponen con entusiasmo infantil que probemos la gimnasia en las PASO a votar por el candidato liberal y luego en la contienda definitiva habrá tiempo de votar por la inoperancia, o el menos malo. Si nos guiamos por lo escrito por diversos consultores locales y, sobre todo, internacionales, con esta política se corre el fenomenal riesgo de que en esas pruebas de precalentamiento se adelanten de un modo significativo los impresentables de un modo tal que repercuta como efecto catarata en los mercados de forma que las corridas bancarias dado el empapelamiento de las carteras bancarias con títulos públicos, la cotización del dólar, el riesgo país y demás indicadores incidan tan negativamente en la actual administración que el triunfo del totalitarismo se haga inevitable en el acto electoral definitivo. Entre nosotros tal vez quien mejor expresó con gran claridad y contundencia esta catástrofe fue Alfredo Leuco en el programa de Luis Majul en el que resumió su preocupación de lo que puede suceder en las PASO por ensayar el referido ejercicio tremebundo con las palabras: “agarrate Catalina”.
Hay entusiastas de buena fe que opinan que debe seguirse hasta el final con la fórmula liberal sin percatarse que podemos no salir vivos de esta experiencia. Hay otros, en general partidarios del menemanto -cuyo balance ha sido, la corrupción, el aumento desenfrenado del gasto público y la deuda- desaforados que sostienen que la actual gestión es igual a la que se vislumbra en la vereda de enfrente en base a lo actuado por el gobierno anterior. Esto no es aceptable ni razonable si usamos la materia gris con algún cuidado, puesto que no resulta seria la pretendida equivalencia. Se podrá decir mucho sobre la ineptitud pero, entre otros puntos centrales, la prensa independiente y sin persecuciones criminales no es poca cosa que debe valorarse de esta administración.
Reitero que es un error garrafal confundir el plano político con el académico. El político es un cazador de votos, si formula propuestas que la opinión pública o el sector al que se dirige no comparte ni comprende está perdido como político. Al contrario, si antes de su clase el profesor intenta averiguar que mensaje quieren recibir sus alumnos, está perdido como profesor. Siempre me ha disgustado que intelectuales la jueguen de políticos en lugar de apuntar al óptimo y dejar que las negociaciones las realicen los políticos.
En nuestro caso, hay jóvenes que con la mejor de las intenciones confunden los planos políticos con los intelectuales y no parecen percatarse de la grave situación en la que estamos sumidos por lo que no podemos correr el riesgo de colocarnos al filo del abismo pues será un punto de no retorno.
Comprendo que haya muchos resentidos con este gobierno debido a las trapisondas horribles y zancadillas que han pretendido hacerle a José Luis y al frente electoral, pero lo relevante no es detenerse en mengano o zutano sino que está en juego el futuro de todos los que necesitamos vivir en libertad en base al respeto recíproco que es inherente a lo que demandamos tenga lugar después de siete décadas de estatismo bajo diferentes denominaciones al efecto de ser, como alguna vez fuimos, la vanguardia de los países más progresistas del orbe.
Creo que en definitiva un renunciamiento por estos motivos de la fórmula de marras en pos de un reaseguro para nuestro futuro inmediato será muy apreciado y valorado por todas las personas sensatas y prudentes que priorizan la sociedad abierta.
Como una nota al pie vuelvo a decir que no comparto con José Luis su posición respecto al llamado “aborto” (sobre lo que he escrito mucho, la última vez en Infobae en un texto extenso titulado “¿Es aborto el aborto?”). Creo que esta postura es una pena pero aliento la esperanza de convencerlo en una próxima reunión, puesto que la amistad incluye el intercambio de ideas. He visto con tristeza las rencillas entre liberales en las que se recurre a ofensas personales en lugar de argumentar puesto que como nos ha enseñado Karl Popper el conocimiento es provisional abierto a refutaciones, entre liberales no se trata para nada de renunciar a valores, principios y propuestas que cada cual estime conveniente, se trata de intercambios en base a argumentos y civilizadamente como siempre hemos hecho con José Luis.