Sobre Donald Trump y el adorable cuarteto de cuerdas demócrata

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso.

Con su rudeza habitual, Trump espetó a cuatro diputadas demócratas: si odian a EEUU, ¡váyanse! Las cordialmente invitadas a salir fueron la famosa Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley. Las tres primeras, una pinturita. La primera es la Cristina Kirchner norteamericana o peor. La segunda es una pro-iraní, antisemita y odiadora serial del Estado de Isreal. La tercera va por allí. La cuarta, al lado de las otras tres, es una moderada.
La respuesta no se hizo esperar, las cuatro acusaron a Trump de racista y pidieron a “The House” que hiciera una declaración oficial al respecto. Y lo lograron.
Trump, por supuesto, les siguió diciendo de todo.
En este episodio hay algo que quisiera destacar. Como dije, Trump, pobre, no es un diplomático, pero allí radica su atractivo para sus electores, que ojalá hubieran tenido un líder no diplomático PERO que dijera las mismas verdades de modo cordial. Parece que eso es imposible.
Pero en esa rudeza, Trump tuvo una singular intuición. Su enojo no fue, como piensan muchos, el de un  autoritario al cual le gustaría echar a los disidentes. No. Cuando dijo “EEUU” se refirió a algo que muchos demócratas odian: la esencia histórica de los EEUU. Muchos de ellos, y en particular esas tres delicadas damas, lo que odian verdaderamente es el liberalismo clásico que está en el origen de los EEUU. Poco les falta para decirlo explícitamente(1), pero odian con toda su fuerza la Declaración de Independencia y la Primera Enmienda, o las disfrazan con nuevos pseudo-derechos que de vida y libertad no tienen nada. Ellas, particularmente, están ya fuera del pacto político de los EEUU. Pacto político que prácticamente se está deshaciendo a ritmo acelerado. El ala izquierda del partido demócrata no es ya otra opinión sobre cómo administrar la cosa pública. Son directamente opositores a los que John Rawls -no precisamente un libertario- llamaba los “constitutionals essentials” de los EEUU, sobre los cuales había un consenso tácito que permitía la disidencia en paz. No, todo eso se acabó. El ala izquierda del partido demócrata, o ya casi todo el partido demócrata, con Hilary Clinton y Bernie Sanders a la cabeza, son sencillamente kirchneristas que hablan inglés. Ellos son capaces de hacer perfectamente de EEUU otra Rusia u otra China, a los cual ayudó también la ambición imperial de muchos conservadores y la restricción terrible del debido proceso desde la administración Bush.
El pobre Trump es nada más que un muro de contención, de formas tan duras como sus paredes, contra esas aguas totalitarias. Pero si no hay un cambio cultural, un go back to the founding fathers, no va a funcionar. Puede ser reelegido, pero en ese caso serán ocho años de resistencia contra el tsunami potencial, como lo fueron los años de Juan Pablo II y Benedicto XVI contra la teología marxista de la liberación latinoamericana.

Volvamos: Trump, al decirles váyanse, ha captado que ya se fueron. Pero cuidado, se fueron para quedarse, se fueron del pacto político precisamente para terminar de romperlo. Si los republicanos no consiguen un liderazgo adecuado para sustituir a Trump, dentro de unos años los que se van a tener que ir, y esta vez en serio, son todos ellos, y con ellos, el milagro de la gran república norteamericana, y con ella, la única resistencia de la Libertad.

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(1) Véase por ejemplo https://www.nationalreview.com/2019/07/the-war-over-americas-past-is-really-about-its-future/?fbclid=IwAR0TxUy9x9PpVOsU5cKpNZyaDg3p0D9ot5CHoqBGVLX__GxKb1D757EucVE

 

Publicado en: https://gzanotti.blogspot.com/2019/07/sobre-donald-trump-y-el-adorable.html