Salarios vs. inflación, un reflejo del crecimiento económico

Por Fausto Spotorno, Economista, Director de OJF & Asociados

En el último año el salario perdió la batalla contra la inflación. Pero este evento no es nuevo, con algunas fluctuaciones el salario viene perdiendo esa batalla desde el 2012. La razón es que cuando miramos la relación entre salario e inflación, en realidad estamos viendo la productividad de los argentinos. Como ésta viene en caída desde el 2012, los salarios reales siguen el mismo patrón. La recesión del último año amplificó este problema y si la economía rebota en el segundo semestre, junto con alguna desaceleración de la inflación, los ingresos de las personas podrían mostrar alguna recuperación parcial en lo que queda del año.

La productividad del trabajo refleja cuánto produce cada trabajador y esto estará íntimamente ligado al salario. La razón es muy sencilla, difícilmente una empresa gaste más en un trabajador del valor que éste produzca con toda la infraestructura y la tecnología que se le provee. Por lo tanto, cuando el valor que genera cada trabajador cae también caerá el gasto que las empresas estén en condiciones de hacerle por cada trabajador.Poder adquisitivos e inflación

Hay diversas razones para que puede bajar el valor de lo producido por cada trabajador. Una obvia es la obsolescencia, como por ejemplo ha sucedido con los rollos de fotos, que es un producto que ha perdido valor por los cambios tecnológicos (a excepciones de algunas fotografías profesionales). Pero este tipo de cosas difícilmente afecte a todo un país, a menos que se trate de países que hayan vivido de un solo bien.

Otra razón, es que el Estado se quede con una parte cada vez mayor del valor que producen las empresas y sus trabajadores. Lo cual ha sucedido claramente en la Argentina de los últimos 10 años, con el aumento de la presión tributaria. Cuánto más altos sean los impuestos menos podrá gastar la empresa en salarios. Además, hay que tener en cuenta que cuando hablamos de lo que la empresa gasta en un trabajador nos referimos a todos los gastos, esto incluye el salario que recibe el empleado, pero también a los impuestos al trabajo, a las cargas sindicales, a los seguros, a las previsiones por indemnización, a las previsiones judiciales, etc. Por lo tanto, cuanto más exigentes sean las regulaciones, mayores serán las diferencias entre lo que la empresa paga y lo que reciba el trabajador.

Finalmente, hay que tener en cuenta que cuando el peso de mantener un Estado es muy grande suceden dos cosas, se reduce la inversión y la disponibilidad tecnológica en el sector privado, mientras que el sector público se carga de personal adicional. Por lo tanto se combinan dos cosas que atentan contra la productividad. Al haber menos tecnología y capital por cada trabajador, es posible que el crecimiento de la productividad en el sector privado sea cada vez menor. Al mismo tiempo, al transferir recursos del sector productivo al Estado, se terminan creando puestos de trabajo estatales de baja productividad, a costa de empleos en el sector más productivo. El resultado es una caída de la productividad general.

La cantidad de bienes y servicios que se produce en Argentina, medido a través del PIB está prácticamente estancado desde el 2011. Sin embargo, en estos 8 años la cantidad de ocupados habría crecido un 11,7% (2 millones de nuevos empleos, según estimaciones propias). O sea, que hoy cada trabajador produce, en promedio un 10,5% menos que hace 8 años. Ello explica porque el salario real tiene una tendencia declinante.

Las recesiones como la del último año amplifican este proceso. Si las empresas esperan una recuperación no estarán tan dispuestas a perder personal en el que han invertido tiempo, dinero y conocimiento. Por ello, la producción tiende a caer más que el empleo y como consecuencia la productividad baja y lo mismo sucede con el salario real. En este proceso, la inflación ayuda a darle flexibilidad al componente salarial. En efecto, si no hubiera inflación los salarios deberían bajar para lograr el mismo efecto, pero con regulaciones laborales muy rígidas tal vez esto no sea posible y en esas condiciones, no podría compensarse la caída de la producción con menos salario y lo que bajaría sería el empleo. Al tener inflación, se “hackean” un poco las reglas laborales y el salario nominal crece, pero no tanto como la inflación.

Así como cuando se produce una recesión también cae el salario real. En los próximos meses si la economía comienza a recuperarse entonces se podrá ver un rebote de los ingresos del trabajador, en la medida que la inflación continúe su senda descendiente. El mayor riesgo, en este contexto es la posibilidad de que el dólar y la inflación vuelvan a subir si el mercado pierde credibilidad en Argentina. Más allá de esto, aun queda pendiente un largo camino para poder lograr que la economía vuelva a tener un crecimiento sostenido y continuo de la productividad y por lo tanto, del salario.