Donald Trump: fortuna y virtud

Magister en Estudios Internacionales UTDT (Universidad Torcuato Di Tella) y colaborador de Libertad y Progreso.

Como se sabe, el Congreso norteamericano puso en marcha el proceso de destitución contra el Ejecutivo luego de que un informante denunciara que el presidente Trump presionó al gobierno de Volodímir Zelenski para lograr una investigación judicial que perjudicaba a los demócratas. El testimonio más importante llegó de la mano de Gordon Sondland, embajador estadounidense ante la Unión Europea, quien confirmó las maniobras del mandatario. Los chispazos no han dejado de oírse desde entonces, dejando a las claras que el tema de la corrupción será uno de los ejes centrales del debate electoral que se avecina. Parecería así que las evidencias de que el presidente Donald Trump abusó de su poder en Ucrania serían suficientes para que un impeachment prospere, sin embargo la probabilidad que ello ocurra es muy baja, al igual que las chances de los demócratas de hacerse con la Casa Blanca en 2020.

Pero antes que el mañana existe el hoy. Y es precisamente allí donde Trump lleva las de ganar, principalmente si se consideran tres variables. La primera tiene que ver con el grado de cohesión a nivel legislativo. Aunque los demócratas hayan podido agitar las aguas en la Cámara de Representantes señalando una y otra vez los hechos en Ucrania, ello no ha movido un solo voto en contra del presidente. El caso de Will Hurd ha sido especialmente sintomático al respecto. Hurd, un ex oficial de la CIA que forma parte del bando republicano, pero que siempre se ha mostrado crítico de la gestión del gobierno, no dudó en calificar la conducta de Trump como “inapropiada” y “desorientada desde el punto de vista de la política exterior”. Sin embargo, a la hora de juzgar si estaban dadas las condiciones para avanzar en el proceso de impeachment, Hurd puso paños fríos y negó que el presidente haya incurrido en el delito de soborno o extorsión[1].

Resulta poco realista pensar también que los republicanos vayan a romper filas en el Senado en un tema tan delicado. Eso significa una victoria para el presidente en las vísperas de un año electoral. Un año en el que Trump pretende además rivalizar directamente con Joe Biden, a quien acusa de haber realizado acciones externas para favorecer los negocios de su hijo y haber incentivado una presunta interferencia ucraniana en las elecciones de 2016 para favorecer a Hillary Clinton.

Los problemas que afectan al Partido Demócrata son otro factor que en estos momentos está inclinando la balanza a favor de Trump. En efecto, los debates televisados de la carrera demócrata por la presidencia expusieron la profunda grieta que hay entre los moderados – Biden y al alcalde Buttigieg- y los que se ubican en el ala izquierda, como los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders.

Con Biden cayendo en las encuestas, los reflectores apuntaron esta vez a la estrella en ascenso Pete Buttigieg, exmilitar, millennial y homosexual cuya candidatura empieza a tomar vuelo en distritos importantes, como Iowa, donde actualmente se ubica a la cabeza de las preferencias. El obstáculo principal para Buttigieg es de tipo sociológico. Según una encuesta de Politico/Morning Consult de finales de octubre, la mitad de los votantes registrados en Estados Unidos dicen estar listos para aceptar un presidente gay, pero sólo el 40 por ciento afirma creer que el país lo está[2].

Otra candidata que está en alza es Elizabeth Warren, aunque muchos independientes la consideran demasiado radical en sus propuestas, como la de extender Medicare para todos. Por lo demás, la candidatura de Warren le viene como anillo al dedo a los republicanos, ansiosos por tildar a los demócratas como socialistas irresponsables. ¿Qué decir de Bernie Sanders en esta coyuntura? Convertido en una caricatura de sí mismo, poco es lo que podría aportar a un partido que ya cuenta en su interior con vertientes izquierdistas muy consolidadas.

A principios de este mes, una encuesta divulgada por el New York Times y el Siena College mostró que Trump, a pesar de su bajo nivel de aprobación, sigue siendo fuerte en los estados clave que ganó en 2016[3]. Warren está peor contra Trump en esos estados que Biden o incluso Sanders. Los nuevos números indican que Trump podría tener una ventaja aún mayor en el Colegio Electoral en 2020 que en 2016. El presidente podría, en otras palabras, perder el voto popular, esta vez por un margen más amplio, y aun así ser reelegido.

Finalmente, el otro campo en donde Trump se está imponiendo es en materia económica, con niveles de crecimiento récords, que traen aparejados una disminución de la tasa de desempleo y un aumento considerable de los salarios reales.

Siendo así las cosas, sería justo reconocer que Trump es un político con suerte. Y, por qué no admitirlo, también con cierta habilidad para manejarse en medio de la tormenta.

[1]https://foreignpolicy.com/2019/11/22/why-impeachment-is-failing-trump-may-win-2020-election/

[2]https://www.politico.com/f/?id=0000016e-1976-d4da-a1ff-1bf676e00000

[3]https://www.newyorker.com/news/q-and-a/the-times-nate-cohn-on-elizabeth-warrens-odds-against-donald-trump