La inflación es un fenómeno monetario controlado por los Bancos Centrales

Director General en

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

ÁMBITO FINANCIERO – Los Bancos Centrales debían ser independientes de la política y aplicar esta nueva receta. El resultado fue la desaparición de la alta inflación en casi todos los países del mundo. En Argentina, la idea de tener un Banco Central independiente y serio no ha funcionado.

Hace unos días se confirmó que durante 2019 Argentina tuvo la tercera inflación más alta del planeta detrás de Venezuela y Zimbabwe. Sin embargo, todavía hay políticos y economistas que siguen negando que la inflación tenga un origen monetario. Esto es casi lo mismo que negar la ley de gravedad o sostener que la tierra es plana.
En el resto del mundo nadie discute que los bancos centrales son los exclusivos responsables de la estabilidad de precios, y fijan estrictas metas de inflación. Apenas aparecen señales de que el índice de precios puede aumentar más del 2% anual, aplican políticas monetarias restrictivas para mantener la inflación bajo control. Alemania fue uno de los primeros que aprendió el valor de la moneda fuerte, luego de sufrir los rigores de la gran hiperinflación en la década del veinte. El Bundesbank pasó a ser uno de los bancos centrales más serios del mundo con una total independencia de la clase política, y su carta orgánica establece que el único objetivo de su política monetaria es mantener la estabilidad de precios.MAS INFLACION
En cambio, otros bancos centrales de Europa, al igual que la Reserva Federal de los EEUU, tienen un doble objetivo de política monetaria: mantener controlada la inflación y al mismo tiempo evitar el aumento de la tasa de desempleo. Durante la década del 70, con el auge de las ideas keynesianas muchos países alcanzaron tasas de inflación de dos dígitos, superando el 20% anual en Inglaterra, Italia y España, algo menos en Francia; en la India llegó a un pico el 30%; otros países como Turquía o algunos países latinoamericanos superaban el 100% anual; pero incluso EEUU o Suecia alcanzaron el 14% anual hacia finales de esa década. Muchos culpaban al aumento de los precios del petróleo provocado por el cartel de la OPEP. Sin dudas ese aumento de precios tuvo un efecto de corto plazo en el mundo entero hasta que se acomodaron los precios relativos. Sin embargo, Alemania, a pesar de ser importador de petróleo, solo tuvo un pico de 8% anual que fue controlado rápidamente. Tres años más tarde volvía al 2% anual.Mientras tanto la academia fue cambiando su visión de la política monetaria a partir del discurso de Milton Friedman, en diciembre de 1967, en la American Economic Asociation, donde fundamentó que la política monetaria no produce efectos de largo plazo sobre el crecimiento económico. Sumado a los trabajos de Edmund Phelps, John Muth, Robert Lucas, Robert Barro, David Gordon, Thomas Sargent, Robert Hall, Guillermo Calvo y otros, la academia fue adoptando la idea, no controversial, de que existe una tasa natural de desempleo que no acelera la inflación (“non-accelerating inflation rate of unemployment” o NAIRU).

De manera casi simultánea prácticamente todos los bancos centrales del mundo terminaron sus políticas inflacionistas. Se aceptó de manera generalizada que existían dos fuerzas que impulsaban la inflación: la estrechez del mercado monetario y la inflación esperada, incorporando una curva de Phillips aumentada por las expectativas en los modelos de equilibrio general que utilizan los bancos centralesLos Bancos Centrales debían ser independientes de la política y aplicar esta nueva receta. El resultado fue la desaparición de la alta inflación en casi todos los países del mundo.

Por mencionar dos ejemplos, Paul Volcker asumió en la Fed en 1979 y en tres años bajó la inflación del 14% al 4% anual. Más tarde, los europeos adoptaron el Euro como moneda común, y crearon el Banco Central Europeo, independiente, cuya carta orgánica establece que “El objetivo principal de la política monetaria del BCE es mantener la estabilidad de los precios. Esta es la mejor contribución que puede hacer la política monetaria al crecimiento económico y a la creación de empleo”. Y la inflación de toda Europa es ahora inferior al 2% anual.

El caso argentino no desmiente al mundo, sino que confirma las consecuencias de un mal manejo de la política monetaria. El Banco Central no es independiente, sino que es dirigido desde el Poder Ejecutivo y reemplaza a su antojo a sus presidentes que según la ley debieran durar más que un lapso presidencial. La emisión monetaria durante los cuatro años de la administración Macri fue de 155% y la inflación fue de un 295%. Las expectativas inflacionarias se forman mirando hacia adelante. El BCRA venía emitiendo pasivos remunerados (Lebacs y luego Leliqs), lo que era interpretado por el mercado como emisión futura (y por ende mayor tasa de inflación esperada). A eso se le sumó la confirmación, el 28 de diciembre de 2017 de que el BCRA no era independiente. Luego se produjo el sudden stop de abril-junio de 2018 y un nuevo shock de expectativas negativas al ganar Fernández las PASO en 2019. Como resultado, se aceleró la caída de la demanda de dinero, lo cual explica el diferencial entre la emisión monetaria y la tasa de inflación, más allá del natural rezago del efecto de la política monetaria.

La inflación es un impuesto no legislado que afecta sobre todo a los más pobres. Los argentinos sabemos que podemos eliminarla con una ley de Convertibilidad, o bien dolarizando. La idea de tener un Banco Central independiente y serio no ha funcionado. Tal vez, solo quede eliminarlo