BANK MAGAZINE – Aldo Abram, Director de Libertad y Progreso, se muestra poco optimista con la reestructuración de la deuda soberana. “Para lograr un canje exitoso, hay que entender que el que genera la riqueza es el sector privado productivo”, dice.
Aquí, un profundo análisis sobre los últimos acontecimientos en torno a la reestructuración de la deuda soberana y las chances de que termine siendo exitosa. “Lo que nos importa, en realidad, es ver qué probabilidad hay de que sea aceptada. Y la verdad es que no son demasiado altas, porque para realizar el análisis, el Gobierno se basó en conceptos económicos y en un diagnóstico errado, la oferta es equivocada y, en consecuencia, toda la negociación está mal hecha”, anticipa, de antemano.
¿Qué le pareció la oferta de reestructuración de la deuda? Su análisis sobre el tema y aspectos positivos y negativos
Cada bonista tiene intereses particulares y a alguno, le cerrará que la quita en el capital sea baja por la forma de contabilizar esos bonos; y a otros no les cerrará no tener ingresos por tres años, por la quita sobre la tasa de interés. Por ello, la mejor manera de abordar el análisis será por medio del resultado.
Primero, para la Argentina no es intrascendente entrar a un default total o no, como señala el gobierno. Para el Gobierno Nacional, puede que sea así, porque no puede acceder más al crédito, pero para el resto, no. No es verdad que el crédito para el sector privado va a ser el mismo con default, que sin él. El poco crédito que hay hoy para Argentina desaparecería y sin default, podría aumentar. Para el sector privado, no es indistinto que se acepte o no esta oferta.
En segundo lugar, más allá que se acepte la oferta, lo siguiente que hay que analizar es en qué medida el mercado, el conjunto de los inversores nacionales y extranjeros, que podrían colocar su dinero en moneda argentina, creen que esa propuesta es sustentable en el tiempo. Es decir, que Argentina puede crecer y pueda pagar. Esto lo vamos a notar en la percepción del riesgo país, ya que si no entramos en default, claramente debería bajar. Cuanto más bajo sea el riesgo país, quiere decir que los inversores consideran que Argentina puede crecer y pagar esos papeles, y en consecuencia tendrá más crédito disponible. Y esto es muy importante para el crecimiento futuro.
¿Qué porcentaje le otorga hoy al riesgo de default?
La evaluación que habrá que hacer de esto es ex post. Hay que esperar los resultados que tendrá para cada uno de los bonistas. Lo que nos importa, en realidad, es ver qué probabilidad hay de que sea aceptado. Y la verdad es que no son demasiado altas, porque para realizar el análisis, el Gobierno se basó en conceptos económicos y en un diagnóstico errado, la oferta es equivocada y, en consecuencia, toda la negociación está mal hecha.
Y el concepto cardinal erróneo es que es el Estado el que hace crecer la economía, a través de intervencionismos para reordenarla, según el criterio de sus funcionarios. Y creen que su criterio es mejor que el de los mercados. Es lo que vemos todos lo días con las decisiones y regulaciones que dispone el poder público. Y, por otra parte, cree que el sector privado se suma a esa “economía” que ya está en movimiento. Y es acá cuando señalan que el problema es la deuda, porque no le permite gastar desde el Estado. Este es el argumento que usa el gobierno para señalar la postergación de los vencimientos en los años venideros, porque señala que estos recursos los usaría para hacer crecer la economía. Pareciera tener lógica. Pero este es el error.
Supongamos que yo le debo plata a una persona y tengo una PyMe y le pido por novena vez que me la reestructure. Él me preguntará cómo se la voy a pagar o que cosas voy a hacer para pagarle. Si yo le respondiera como el gobierno, le diría que no se meta, que la empresa es mía y que la manejo como a mí me parece. La otra persona verá entonces que no haré nada distinto para mejorar mi empresa. Lo que va a suceder es que en un futuro, por décima vez tenga que ir a golpearle la puerta. Esta es la forma en la que el gobierno encaró esta deuda.
Nosotros lo que tenemos que ver es que, por ahí, no vamos a llegar a buen puerto, porque lo que comunica el Gobierno es que no se van a resolver los problemas de fondo, ni se van a hacer reformas estructurales, que son los verdaderos responsables de que cada tanto entremos en crisis o default por gastar de más y no achicar gastos, o quiebra del Banco Central por hiperinflación y gastar de más. Con estas perspectivas, la probabilidad de éxito baja muchísimo.
¿Qué otros países salieron airosos de situaciones similares? ¿En qué basaron su estrategia? ¿Cómo evalúa las reestructuraciones anteriores llevadas a cabo en nuestro país?
Nosotros reestructuramos nuestra deuda en los ’90 -que era de los ’80-, con un plan Brady de emisión de bonos. Luego fueron defaulteados en 2001, y así sucesivamente y eso no es ser exitoso. Tampoco es exitosos estar desde 2001, hasta 2016 cerrando un default.
Para lograr un canje exitoso, hay que entender que el que genera la riqueza es el sector privado productivo. Para ello, el Estado debe generar el contexto adecuado para que crezca. ¿Cuál es ese contexto? No asfixiar al sector productivo con impuestos; no quitarles el acceso a créditos porque tiene que pagar impuestos y finalmente, una moneda que sea confiable y estable. Ninguna de esas condiciones sucede en Argentina.
Además, se financia con emisión del Banco Central, generando inflación y una moneda absolutamente desconfiable. Esto va en contra de maximizar las inversiones en un país; generación de empleo; riqueza y oportunidades de progreso para todos los Argentinos. A su vez, la legislación laboral desincentiva la generación de empleos, con 69 mil regulaciones que asfixian al sector productivo.
Lograr entender todo esto, sirve para llevar adelante esas reformas estructurales que sí hicieron muchos países en los últimos 40 años. Hoy, estos países son desarrollados, o en vías de desarrollarse, logrando mejorar la calidad de vida de su gente. Con estas condiciones, cualquier país que -como nosotros- tuviera que afrontar la negociación de una deuda, tendría más posibilidades de éxito. Volviendo al ejemplo anterior: si yo le comentara a mi acreedor de qué manera planeo mejorar la gestión de mi empresa, tendría más chances de que él sea más benévolo, aunque sepa que va a tener que reestructurármela en un futuro.
Para ser exitoso, hay que entender estas premisas y el gobierno claramente no las comprende, o en todo caso, no cree en estos conceptos.
¿Cómo juega la pandemia, en este contexto de renegociación? ¿Ayudó en algo o perjudicó para negociar?
Esto claramente repercute de manera negativa. Cuanta más incertidumbre hay en torno a una negociación o una reestructuración de deuda, me parece que es peor. De hecho, creo que lo que hizo el gobierno fue para responder a la tribuna local, saliendo a señalar que por la pandemia lo que nos ahorraríamos en intereses, lo podríamos usar en respiradores artificiales. Claramente, es para la tribuna local y no ayudan para la negociación. Esto es como que un amigo se gastó su dinero (léase época kirchnerista) y luego viene a pedir plata para sostener sus gastos, pero también lo consume en su totalidad porque no lo pudo sostener con sus ingresos (durante el gobierno de Cambiemos). Ahora viene y te cuenta que su hijo se enfermó y que por eso no te puede pagar. La realidad es que no puede pagar porque despilfarró el dinero suyo y ajeno para sostener un nivel de gastos fenomenal.
Claramente el mensaje no fue bueno para los inversores, lo que demuestra la calidad de nuestros políticos y economistas que están en el gobierno.
Fuente: PPI