La inflación de junio fue de 1,9% y en el año rondaría el 45%, según Libertad y Progreso

Analista Económico en Libertad y Progreso.

NUEVAS PALABRAS –  La inflación de junio fue del 1,9% y para fines de 2020 se ubicaría en torno del 45%, con el riesgo de un rebrote en 2021 “si el Banco Central no aspira los pesos que está emitiendo”, sostuvo el economista Diego Piccardo, de la Fundación Libertad y Progreso.

De cumplirse con la previsión de la entidad, los precios al consumidor se habrían acelerado el mes pasado respecto del 1,5% registrado en abril y mayo por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en parte por el incremento de la carne vacuna en los últimos días.

“A principios de junio notamos una aceleración fuerte en bebidas alcohólicas y tabaco, pero después los precios se estancaron, hasta que al final del mes se vio un fuerte aumento en la carne de alrededor del 5”, indicó Piccardo a Nuevas Palabras.

Para el economista, el 1,9% de junio “es un indicador para lo que se viene en los meses siguientes, cuando la cuarentena empiece a levantarse”, ya que a su juicio “la gente va a salir a mover los pesos y eso generará que la alta emisión monetaria empiece a reflejarse en los precios”.

Por tal razón, sostuvo que “este valle de 1,5% de abril y mayo, en parte extendido a junio, es temporal” y que “probablemente vayamos a ver alzas que en el último trimestre pueden rondar el 4% al 5% mensual”.

De todos modos, admitió que por la desaceleración de la inflación en la cuarentena “para fin de año tengamos una inflación menor a la de 2019, probablemente en torno al 45%”.

No obstante, advirtió que “si cuando se sale de la cuarentena se sigue con esta política monetaria imprudente y el Banco Central no aspira los pesos que emite, el año que viene podemos tener una inflación más alta”.

Al respecto, Libertad y Progreso admitió en un informe que “la cuarentena aceleró la demanda de pesos” pero advirtió que “cuando se retorne a la normalidad, esta demanda de dinero volverá a caer y comenzarán a verse los efectos inflacionarios de la fuerte expansión monetaria que se está realizando, nuevamente”.

“Argentina es uno de los países que más sufre el flagelo de la inflación y, como consecuencia de ello, las personas lo sufren en sus bolsillos. El peso cada día vale menos”, indicó, aunque puntualizó que “el aumento sistemático del nivel de precios es el síntoma y no la causa de las fallas que existen en nuestra economía”.

“En un país donde la demanda del peso se encuentra debilitada, no es de extrañar que el incremento de la base monetaria tenga un impacto estrecho con la inflación. El problema se agrava cuando observamos que el BCRA no suele ser autárquico en Argentina y termina financiando al gobierno”, añadió.

Al respecto, repasó la correlación entre la inflación y la evolución de la base monetaria en los últimos 30 años, para concluir que el país “tiene una moneda que se destruye porque los funcionarios de gobierno encargados de la política económica utilizan al Banco Central para financiar gastos de gobierno superfluos y medidas populistas”.