Cuarentena, prisión domiciliaria, permisos, encierros, la ruina total: ¿Terminaremos alguna vez con esta locura?

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso.

PUNTO DE VISTA ECONÓMICOS – La verdad, todo me lleva a responder que no.

Algunos pocos, muy pocos, comenzamos a luchar contra toda esta locura más o menos desde Enero, bajo la burla de todos. Y no me estoy victimizando. Los insultos sólo ratificaron mi posición. Lo digo para que se advierta la locura general. Liberal dogmático, negacionista, conspiranoico, fueron los calificativos más frecuentes, a mí y a varios, además de pasar por alguien desaprensivo, ideologizado, economicista, que no le importa la vida de la gente, ojalá que te mueras del virus, etc etc etc, cosas que, vuelvo a decir, no me afectaron en absoluto, sólo las recuerdo para que sea vea el nivel de alienación colectiva, aún por parte de personas que “creían creer” en la libertad.

Hasta sucedió que, más o menos unos 5 o 6, hicimos en Facebook un grupo secreto, “La resistencia”, donde posteábamos toda las visiones alternativas. Parecíamos los primeros cristianos marcando el pez en el suelo ante la mirada vigilante del Emperador. Lo hicimos para no perjudicar a nuestras familias. Por suerte yo seguí insistiendo en mi blog e imposible fue que el Quijote demente que habita en mí no publicara directamente en mi muro.

Pero no sólo éramos algunos locos liberales. Muchos médicos y epidemiólogos comenzaron a sumarse a “la resistencia”. El primero, héroe total, desde el principio, fue Pablo Goldschmid. Y ahora puedo decir que, a esta altura, incontables más. En Marzo publiqué en mi blog, dos veces, todas esas voces alternativas. Cada vez eran más o menos unas 10. Hoy ya no me alcanza el tiempo para hacerlo de vuelta. Gracias a Dios.

Pero, por supuesto, todas esas voces han sido silenciadas y perseguidas. Han sido removidos de youtube, de Facebook, y sólo sobreviven porque los nuevos maquis los subimos de vuelta permanentemente. Son ignorados y perseguidos por los gobiernos. Y no estamos hablando de los que se tiran contra Bill Gates y etc. Hablamos de simples exposiciones elementales de cómo funciona el sistema inmunológico y basta. Ninguna teoría conspirativa es necesaria para denunciar esta locura.

Pero sospechar no es ser delirante. Ante la censura, ante la utilización política del virus por parte de todos (TODOS) los gobiernos intervencionistas del mundo, uno no puede evitar preguntarse qué está sucediendo realmente.

En toda América la situación no podría ser peor. Comencemos por América Latina. En un continente donde millones y millones de personas vivían al día, sin ahorros, sin viviendas dignas, los encerraron inmisericordemente, y luego los encerraban de vuelta en cárceles inmundas si salían de sus “casas”. Hay países que directamente impusieron toque de queda, estado de sitio, y cuantas cosas más pudieron hacer para convertirse en la nueva Unión Soviética. Si lo hubieran hecho con una enfermedad realmente grave, igual hubiera sido absolutamente inmoral (repito, para aumentar mi fama de extraterrestre: si lo hubieran hecho con una enfermedad realmente grave, igual hubiera sido absolutamente inmoral). Pero para colmo lo hacían no sólo cuando en Europa comenzaba a calmarse (by the way, las explicaciones alternativas de por qué lo sucedido en España e Italia también fueron censuradas) sino cuando más y más científicos se atrevían a salir del closet y jugarse su carrera y su fama por el non harm de su juramento hipocrático. Pero nada. Presidentes que incluso eran médicos parecían ignorar repentinamente lo más elemental de la inmunología. ¿Por qué?

En los EEUU fue aún peor. (1) TODOS, TODOS, sin excepción, los alcaldes y gobernadores demócratas convirtieron a sus ciudades y a sus estados en nuevas Coreas del Norte. Para Trump es más fácil hablar con Kim Yong-un que con las autoridades de Chicago. ¿Por qué?

Nunca, en la historia de Occidente, la filosofía fue tan evidente y, a su vez, tan negada. Miles y miles de textos explicando los límites de la ciencia, cientos de libros escritos por Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend explicando los límites de la ciencia, miles y miles de artículos explicándolos, y para nada, excepto para llenar de manera aburrida a journals insoportables. Casi todos los científicos, no la ciencia, aparecieron con toda su soberbia y autoritarismo, exactamente como Feyerabend había explicado y predicho, diciéndonos qué hacer con lo más sagrado de nuestras vidas, ante una opinión pública mundial carente de pensamiento crítico, alienada y masificada.

Nunca en la historia de Occidente se vieron con toda su crudeza las explicaciones de Freud, Fromm y Ortega sobre la masificación y la alienación. Deben estarse preguntando, sin embargo, para qué se mataron tanto. Como si no hubieran escrito nada. Al menos cuando la alienación colectiva puso en el poder al psicópata Hitler, era claro, para polacos, franceses, ingleses y norteamericanos, quién era Hitler, al menos desde 1939. Ahora, sin disparar un solo tiro, sin desplegar tropas, el Hitler llamado OMS nos ha invadido totalmente y sus generales y lugartenientes, llamados expertos, ocupan puestos privilegiados en todas las Casas Blancas, Rosadas y casas variopintas del mundo.

Para qué eminentes filósofos como Gadamer, Wittgenstein, Ricoeur, Eco, y cientos que los entienden y los explican, se han matado explicando los límites del lenguaje humano y la importancia de las interpretacionesDe vuelta, parecen sólo existir para lucir curriculums pero no para tomarlos en serio. Como el post-moderno que perdió la paciencia cuando yo le estaba ganando la discusión, y reveló lo que realmente pensaba: “¡Gabriel, los hechos son los hechos!!!”. Nunca se ha hablado tanto de hechos, datos, cifras y números, incluso los científicos que están en contra de esta locura. Inútil parece explicar una vez más que no hay textos sin contextos. No. El mundo se ha convertido en el imperio más cruel del bruto positivismo, y los post modernos para los cuáles lo único importante era cómo te percibes, hoy son los adalides de “los hechos” que avalan las medidas totalitarias de sus amados gobiernos.

Nunca fue tan espantoso el doble standard ni nunca fue tan alevosa la hipocresía.TODOS, TODOS los demócratas norteamericanos, que no cesan de perseguir y denunciar a quienes pretendan ejercer su libre comercio y su libertad religiosa, callan sus imbéciles bocas cuando se trata de “salir” para destruir, amenazar, robar y saquear. Se acuerdan del “límite al poder” para señalarle a Trump que no debe enviar a federales hacia sus ciudades y sus estados, pero del real  limited government, ni hablar.

Y de las religiones mejor no hablar. En lo que a mí me toca, el Catolicismo, que debería haber sido un ejemplo para el mundo, que debería haber retomado la gloriosa tradición de los primeros cristianos, que daban su vida antes que no ir a Misa, ja ja, olvídense. A sus autoridades, rendidas ante el cientificismo mundial, rebosantes en su ignorancia o qué se yo, indolentes y acomodaticias, olvidadas de la sagrada libertad religiosa, no les ha temblado la mano de apoyar la prohibición lisa y llana de los más sagrados sacramentos. Como siempre, algunos han salvado el honor, pero bajo el silencio, e incluso la burla, de por suerte la no más alta autoridad de la Iglesia.

Y mientras tanto aquí seguimos, tramitando permisitos, esperando como esclavos ansiosos y sometidos que los esclavistas nos den autorizaciones para respirar y vivir.

¿Hasta cuándo seguirá esta locura?

No soy optimista, pero gracias a Dios mi pesimismo es irrelevante. Lo relevante es que creo que el mundo entero ha cruzado una línea después de la cual es muy difícil volver. Lo dije también bajo el rechazo de casi todos: en la lucha contra el terrorismo, Videla, Bush, etc., cruzaron una línea que NO se debía cruzar. Ahora todos lo niegan o se arrepienten. Veremos en este caso si en algunos años hay algún arrepentido, veremos si hay alguien pidiendo disculpas.

Y de las causas, tengo algo más de certeza. Se llama constructivismo (Hayek), razón instrumental (Adorno, Horkheimer). Que la izquierda intelectual odie al primero, ok, pero que se haya comportado igual que el monstruo predicho por la Escuela de Frankfurt, es otra muestra de lo poco que importan las ideas cuando el temor atávico a la muerte, el verdadero emperador, domina sus académicas vidas.

Termino estas, como siempre, quijotescas e inútiles reflexiones, preguntándome si esos autores no han sido sino excelentes médicos forenses que indicaron cómo hacer la autopsia de toda la humanidad.