El dólar enciende las alarmas en el gobierno

Analista Económico en Libertad y Progreso.

PORFOLIO PERSONAL INVERSIONES. Con comentarios de los funcionarios que se contradicen mutuamente, el frente cambiario luce más sombrío que nunca. Antes, aunque sea estaba la esperanza de que con el acuerdo de la deuda se iba a desinflar la brecha cambiaria. Pero esa posibilidad se esfumó y la presión volvió a la carga, a pesar del arreglo con los acreedores.

En los últimos días, en la agenda del gobierno se coló nuevamente la cotización del dólar. Con comentarios de los funcionarios que se contradicen mutuamente, el frente cambiario luce más sombrío que nunca. Antes, aunque sea estaba la esperanza de que con el acuerdo de la deuda se iba a desinflar la brecha cambiaria. Esa posibilidad se esfumó y la presión volvió a la carga, a pesar del arreglo con los acreedores.

El Presidente Fernández admitió que está analizando limitar el cupo de US$200. Luego, el Ministro Guzmán salió a aclarar que no está en carpeta dicha limitación. En medio de estas idas y vueltas, están las escasas reservas internacionales.

Es preocupante que con un superávit comercial en los últimos 12 meses de US$18.433 millones (US$8.077 millones en el 2020) y con el déficit turístico prácticamente en cero por la pandemia, el BCRA tenga que vender reservas prácticamente todos los días para mantener el tipo de cambio. Luego de haber podido comprar US$672 millones en junio, vendió US$1.206 millones en julio (US$ 568 millones) y en lo que va de agosto (US$ 638 millones).

Además, tengamos en cuenta que el saldo comercial positivo es provocado por un desplome de las importaciones que en junio cayeron un 20,8% respecto a junio del 2019, mientras que las exportaciones cayeron en menor medida (-8,6%ia).

Volviendo a las Reservas Internacionales, hay que distinguir entre las reservas netas y las brutas. Las primeras son las que están a disposición de ser utilizadas para intervenir en el mercado cambiario mientras que las segundas incluyen activos como los encajes bancarios que no están a disposición del BCRA para mantener al dólar en un determinado valor. Las reservas netas suman alrededor de US$8.000 millones, lo que deja con escaso poder de fuego para mantener el tipo de cambio oficial. Además, como dijimos anteriormente, el BCRA sigue vendiendo reservas por lo que se vuelve insostenible la situación actual.

Por estas razones, el gobierno pone el foco en los pequeños ahorristas que compran todos los meses sus US$200 mensuales. Mes a mes, más cantidad de personas se hacen de esos dólares. En junio, el total de personas fue de 3,3 millones y se estima que en julio, ese número alcance los 4 millones. Peor aún, son los pronósticos para agosto, que con los datos de la primera quincena no descartan que el número sea aún mayor. Si por mes aproximadamente 4 millones de personas compran los US$200, se van en dólar-ahorro US$800 millones.

Ahora, ¿El problema de todo esto son los ahorristas?

Para el Presidente, los pequeños ahorristas son un problema para la economía argentina. Sin embargo, la culpable es la ausencia de un plan económico que no genera los incentivos para que el argentino ahorre en pesos. Que el Ministro de Economía nos recomiende ahorrar en pesos no sirve, sino que tienen que generar confianza en que se va a hacer todo lo necesario para cuidar el valor del peso. Para ello, es crucial que se den señales de que el Estado va a tener las cuentas públicas en orden, para que la asistencia del BCRA al tesoro no sea necesaria y que de a poco, el peso vuelva a demandarse para reserva de valor.

Sin reformas estructurales serias que busquen crear un ambiente propicio para el crecimiento económico sostenido en el tiempo, en donde el objetivo único del BCRA sea la estabilidad del peso, los argentinos van a seguir colocando sus ahorros en dólares por el simple hecho de que es la mejor forma de ahorrar.

Nadie niega que lo mejor sería que los argentinos inviertan su dinero en el mercado de capitales para que las empresas privadas puedan conseguir más y mejor financiamiento. Sin embargo, el Estado gigante que tenemos absorbe gran parte de los recursos que quedan en el sistema financiero para financiar déficit infinanciables.