Pobreza versus desigualdad, un debate pendiente en Argentina

DATA CLAVE – Para que todos puedan vivir mejor, es necesario que haya más libertad, no más socialismo. Para bajar la pobreza, es necesario que nuestro país vuelva a la senda de crecimiento económico y eso se logra, únicamente, acumulando capital. En tanto y en cuánto, no giremos el foco de la discusión, no resolveremos.

Éste año la pobreza en nuestro país va a estar cercana al 50%; sin embargo, a pesar del número, el tema no es noticia y es porque desde 1980 que la pobreza ronda alrededor del 30% en promedio anual. 

La pregunta es ¿por qué no podemos bajar la pobreza en nuestro país? Muchos, representantes de ciertas corrientes de izquierda, responden a que se debe a las políticas “liberales” o, llanamente, al “capitalismo”Y eso es completamente erróneo y absurdo.

En una sociedad totalmente libre de pecado intervencionista, la pobreza no existe. Y eso lo podemos ver en los países más libres del mundo como Nueva Zelanda, Australia, Irlanda, Suiza, etc. En aquellas sociedades que gozan de los frutos de poseer un alto grado de libertad económica, no hay personas capaces y con ganas de trabajar que no sean absorbidas rápidamente por el mercado laboral.

Lo que sí puede haber, y es dónde radica el mello de la cuestión, es que algunos ganen más que otros. La verdad es que es algo lógico ya que todos nosotros somos diferentes; nuestras valoraciones sobre el mundo tangible son subjetivas; nuestra escala de necesidades difiere entre sí; y, lo que podamos ofrecerle al mercado, por ende, también tendrá su reciprocidad monetaria que será distinta en cada caso.

No obstante, el socialista argentino declara que hay que terminar con la desigualdad cuando en lo que debería hacerse foco siempre, por lo menos desde la parte discursiva, es en terminar con la pobreza. Cuando dicen que hay que erradicar la “desigualdad” lo que desean es una igualación hacia abajo, es decir, lo que desean es reducir la ganancia del que gana más que él e incrementar la suya.

Naturalmente, aquel que aboga por una reducción de la desigualdad, no quiere ganar menos él sino que gane menos el que recibe un poco más que él. Sin embargo, los que se encuentran en un escalón de ingresos más bajo que él, también querrán lo mismo. Por lo tanto, apoyarán una reducción de ingresos de todos los que se encuentren por encima de ellos. Al final del día, se genera lo que se conoce como una “igualación hacia abajo” o, más simple, todos igualmente de pobres.

Para que, verdaderamente, todos puedan vivir mejor es necesario que haya más libertad, no más socialismo. La libertad no es la razón de que países como el nuestro tengan a la mitad de la población viviendo debajo de la línea de pobreza sino que, justamente, es la falta de libertad la que explica la pobreza.

Para bajar la pobreza, es necesario que nuestro país vuelva a la senda de crecimiento económico y eso se logra, únicamente, acumulando capital. Es necesario que el capital se incremente a una tasa más rápida que nuestro crecimiento demográfico.

Para ello, es imprescindible, por un lado, generar las condiciones internas para que los argentinos puedan ahorrar y que, posteriormente, ese ahorro se traduzca en inversiones futuras. Por el otro, atrayendo del resto del mundo el excedente de capital de los países que ya se desarrollaron. Pero para eso es necesario lograr cierta estabilidad macro-microeconómica y garantizar instituciones sólidas.

En tanto y en cuánto, no giremos el foco de la discusión, no resolveremos.