La empleabilidad de los trabajadores frustrada por los estudios y conocimientos incompletos

Abogado. Asesor laboral de empresas y cámaras empresarias. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

CRONISTA – Ya se pueden visualizar en la realidad las secuelas nefastas de la pandemia, agravada por la crisis económica local y regional, y los efectos de las decisiones políticas que se adoptaron en el ASPO, en el cierre de la economía, en el cierre de las escuelas y colegios, con los perjuicios que sufren los educandos, y especialmente los que viven de un salario, de un ingreso periódico, en base a su esfuerzo personal.

El analfabetismo entendido como saber leer y escribir ha crecido más del 16% en los últimos diez años, y lo que es más grave, el analfabetismo informático es superior al 70% en la escuela primaria y al 50% en la secundaria. Entre los jóvenes entre 18 y los 25 años el desempleo es superior al 25% y el subempleo supera el 50%.

A su vez, el requisito universal para poder acceder a un puesto de trabajo o para iniciar una carrera activa dentro de una organización pública o privada con o sin fines de lucro es contar con el título secundario. Solo un 18% de los graduados en la secundaria acceden a estudios terciarios o universitarios. En encuestas seudo oficiales se sabe que el 50% de los estudiantes no completa la enseñanza obligatoria.

Tres de cada diez estudiantes secundarios que no concluyeron en término los estudios secundarios lo hacen en no menos de tres años adicionales en escuelas nocturnas con niveles insuficientes y con muy bajo nivel de exigencia.  

De los egresados de los estudios secundarios con orientación humanísticos acusan más del 35% al 50% según las zonas, no sabe analizar o interpretar un texto. Los egresados de las secundarias con orientación en matemáticas como las escuelas técnicas, necesitan de cursos de nivelación para poder desarrollar operaciones matemáticas básicas cuando acceden a estudios terciarios.

Curiosamente, es numerosa la cantidad de nuevos empleos públicos en los que el requisito constitucional de la idoneidad no se cumple (art. 14 bis CN), y en los cuales el ingresante no completó estudios secundarios, o no tiene terciarios acordes con el puesto que tiene a su cargo.

Los abogados, para citar una profesión que conozco a fondo, estudian en varias oportunidades materias y aspectos del derecho procesal, pero nadie les explica el actual funcionamiento del proceso bajo la impronta de las nuevas tecnologías, donde el sistema está basado en un proceso informático por vía remota. Dentro de la carrera de abogacía no existen materias que estudien negociación y estrategia y metodología de la solución de conflictos que hoy ocupa dos tercios o más del ejercicio profesional. Las materias tradicionales, en general, siguen aferradas a un modelo arcaico y hasta caduco, sin contacto con los nuevos modelos y arquetipos que deben enfrentar en la realidad. Solo uno de cada diez abogados que obtienen el título ejercen la profesión. Un símbolo claro de la decadencia es la existencia de más de 50 facultades de derecho en el país.

El resultado de este marco es que tenemos empresas que están regresando a la Nueva Realidad con el aliciente de la vacunación masiva (todavía muy desorganizada) después de haber pasado por las etapas más agresivas del Covid 19, y no encuentran personal capacitado que reúna mínimas condiciones de empleabilidad.

En los últimos días empresas automotrices y unicornios ligados a las tecnologías exponenciales destacan que más de la mitad de los aspirantes, (en algunos casos más de dos tercios) se presentan sin contar con requisitos mínimos para el perfil solicitado. No solo acusan no haber concluido la secundaria, reconocen que no conocen otro idioma, pero que sí son hábiles con determinados juegos electrónicos.

Recordemos, a todo evento, que para acceder a un puesto de trabajo se requiere empleabilidad que es el conjunto de conocimientos, habilidades, competencias y condiciones personales que permiten incorporar a una persona al mundo del trabajo dependiente privado y debería ser igual o más exigente para el empleo público, en donde priva la militancia y el favoritismo, que a menudo desplaza la idoneidad en el cargo exigido por la Constitución Nacional.

La iniciativa y proactividad, la concepción de trabajo en equipo, la resiliencia, la capacidad de innovar pensando en el propósito reconocido, el saber diseñar un modelo de desarrollo y de mejora continua, son parte de la empleabilidad.  

Países que han enfrentado desafíos similares como Australia, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia y otros, reformularon todos los programas educativos en los contenidos y en las metodologías, se volvió al “storytelling” o la narración de relatos, que permite el relacionamiento entre la teoría y la práctica a través de una historia acompañada de otros elementos, y al empleo alternativo de las nuevas tecnologías con la presencialidad en el taller de actividad común dentro del ambiente terciario o universitario.

Al mismo tiempo, dieron prioridad a la capacitación por módulos, valorados a través de un sistema universal, para mejorar los conocimientos en cada arte, oficio o profesión, poniendo énfasis en las nuevas tecnologías y en la próxima inteligencia artificial. En Holanda, Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia, muchas especializaciones son de corto plazo, y se cursan en las universidades más prestigiosas de cada país.

Nuestro país está cayendo en la decadencia desde sus cimientos, y para que el empleo crezca es esencial contar con un proyecto de país que priorice el crecimiento, y en nuestro caso, el fomento de las exportaciones hoy demandadas por las necesidades globales. Las dádivas, las mejoras de los planes sociales, el aumento de los subsidios, es un nuevo reparto de recursos que no resuelven el problema de diez millones de argentinos excluidos del mercado, y los condenan a seguir hundidos en todas las frustraciones que hay padecen y que se agravan día a día.

Sin trabajo genuino no existe la posibilidad del desarrollo humano, y es un deber del Estado Nacional, provincial y municipal brindar educación gratuita y formular un plan de emergencia educativa que brinde conocimientos acordes con las necesidades cada vez más demandantes del mercado. Si así no lo hiciera, seguirá con un sistema caduco que no brinda herramientas para poder acceder a una salida laboral digna.