El riesgo económico de la derrota política

LA NACIÓN EDITORIAL – Las PASO podrían anticipar el resultado de la verdadera elección de medio término del 14 de noviembre. Son 60 días en los que el oficialismo intentará revertir la derrota, según expresó el presidente Alberto Fernández. Dijo, además, que no cambiaría la línea de gobierno, que, según él, es expresión de un modelo de carácter nacional para el bien de los más necesitados, diferenciado del de la oposición, que, entiende, solo beneficiaba a pocos en detrimento del pueblo. Básicamente, anticipó que profundizará una política populista, al menos por estos dos meses. No hubo en ese libreto ningún anuncio de reformas estructurales ni de medidas concretas para reducir el gasto público y atacar la inflación.

En los discursos de campaña y en los posteriores a la derrota, tanto el Presidente como la vicepresidenta descalificaron la reforma laboral y todo lo que suponga “un ajuste”. La batería de anuncios que se prepara incluye recuperación salarial y jubilatoria, más aumento del gasto, retrotrayéndonos a la campaña de 2019, cuando Alberto Fernández prometía aumentos del 20%. Cuando en ese entonces se le preguntó de dónde sacaría el dinero, respondió: “Voy a dejar de pagar los intereses de las Leliq”Evidentemente, no tenía la menor idea de lo que implicaba su respuesta ni cuál era el motivo de la existencia de las Leliq. En aquel momento, el stock de esos títulos alcanzaba a 1,18 billones de pesos. Si se le sumaban los 0,85 billones de pesos en pases, otro artilugio de control monetario del Banco Central, se llegaba a 2,03 billones. Hoy, a poco más de dos años, hay 4,28 billones de Leliq más 4,14 de pases. Un total de 8,42 billones. Cuadruplicación más que superada mientras el nivel general de precios solo se duplicó. En pesos de valor constante hubo un aumento del 100%. Por supuesto, para que el mercado suscribiera esa deuda hubo que pagar religiosamente los vencimientos, tanto de intereses como de capital. La demagógica bravata del actual presidente quedó atrás. Como con tantas otras falsedades, la realidad se impuso y la pagamos todos.