El acuerdo no soluciona los problemas del país

DIARIO OPINIÓN – (Especial para NA). – El acuerdo con el FMI es una buena noticia para todos los argentinos. Permite sacar del horizonte la posibilidad de entrar en cesación de pagos en marzo, cuando vencen más de USD 5.000 millones con ese organismo internacional y el Club de París que no se podrían pagar.
El resultado hubiera sido una crisis muy fuerte porque perderíamos el poco crédito internacional que nos queda y quedaríamos financieramente aislados del mundo, con dificultades incluso para exportar e importar.
Sin embargo, sería un error creer que se solucionaron los problemas de fondo de Argentina y sólo le queda crecer. En 2020, lo mismo dijeron respecto del canje de la deuda con el sector privado, que fue exitoso, y la crisis de credibilidad continuó.
Por otro lado, ya hemos reestructurado 9 veces nuestros pasivos y seguimos siendo un país en decadencia que va de crisis en crisis. El acuerdo mejorará coyunturalmente la confianza en el país, para tener tiempo de resolver los problemas de fondo; pero, si no lo aprovechamos para eso, repetiremos la historia.
Podríamos ir décadas para atrás; pero sólo recordemos que el gobierno de CAMBIEMOS anunció que haría las reformas estructurales.
Sin embargo, luego de salir exitosamente del cepo y arreglar la cesación de pagos con los acreedores con juicios en Nueva York, la ganancia en confianza que hicieron no la utilizaron para resolver los problemas, temerosos del costo político que implicaba encararlas.
Al final, el país terminó en otra crisis de credibilidad; ya que el sector privado productivo está agobiando y ya no aguanta largas esperas.
El gasto total del Estado en términos del PBI se mantiene cerca de los niveles récords al que lo llevó la anterior gestión “kirchnerista” y, para poder pagarlo, la presión tributaria se ha elevado a niveles asfixiantes para una economía del nivel de subdesarrollo de la local.
Según el Banco Mundial, entre 191 países, la Argentina se ubica en el puesto 21 entre los que más exprimen a sus empresas con impuestos. O sea, hay 170 naciones que les ofrecen a argentinos y extranjeros un mejor trato impositivo.
Estos datos son de 2020 y durante el 2021 la presión tributaria ha aumentado aún más y el gobierno sigue alentando nuevos impuestos o incrementos de los mismos. No sólo los de la Nación, sino los provinciales y municipales con la flexibilización del Pacto Fiscal.
Lo peor es que ni así le alcanza para afrontar todas las erogaciones estatales; por lo que hoy, de alguna u otra forma, absorbe alrededor de $7 de cada $10 de crédito disponible. Queda evidente por qué el financiamiento para invertir y producir es escaso.
No es raro que lo anteriormente mencionado sea un problema creciente; ya que casi todos los gobiernos de turno han considerado que bajar el enorme gasto público es recesivo.
Notablemente, parece que no lo es que el ajuste lo haga el sector productivo que es quien genera los recursos para pagar sus propios salarios y gastos, además de los del Estado con los impuestos.
La mayoría de los funcionarios que han estado en nuestro gobierno y la totalidad de los de la actual gestión consideran que ellos pueden decirles a los trabajadores y emprendedores cómo realizar mejor su tarea, de tal forma de que el conjunto de la sociedad se beneficie por un mayor crecimiento.
Esto ha llevado a que haya más de 67.000 regulaciones que le ordenan a los que producen cómo hacerlo. Imposible trabajar y producir con semejante maraña kafkiana.
Del discurso del Presidente y del Ministro Guzmán surge que tienen el diagnóstico equivocado, es el sector público y no el privado productivo; por lo que es muy poco probable que estos problemas y otros se resuelven.
Al contrario, la idea sería seguir con la actual estrategia de gestión; lo que terminará profundizándolos. Así, se terminará desperdiciando el tiempo que se ganó con el acuerdo, tal como ya sucedió en el pasado; lo que llevará a una nueva crisis no en mucho tiempo.