La CGT revé la estrategia y negocia sus aspiraciones

Abogado. Asesor laboral de empresas y cámaras empresarias. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

CRONISTA – La CGT, único poder consolidado en pie del Partido Justicialista y del peronismo en general, reformula su estrategia de soporte al Presidente Alberto Fernandez a donde se suma Sergio Massa, mientras el resto de los factores de poder se desmoronan dentro del canibalismo oficialista.

La recomposición del Poder Ejecutivo y la introducción de Sergio Massa que tendrá 100 días con el apoyo cristinista y una nueva estructura, abre alternativas que hasta ahora no se habían llegado a concretar.

Seguimos en un marco de gran incertidumbre y falta total de previsibilidad, se mantiene el mercado en una combinación selectiva de reactivación y mejora del empleo con inflación (en inglés reactflation) que lleva unos catorce meses. Recordemos que el precedente fue de varios años -no menos de 10- de estanflación (en inglés stagflation) o sea de estancamiento y recesión más inflación.

Como siempre, la táctica cegetista parte de una fecha límite, la “Marcha contra la Inflación y los Formadores de Precios” prevista para el 17 de agosto próximo que pretende ser exclusiva del movimiento obrero y no convoca ni invita a los grupos disidentes ni a las CTA, ni a los grupos de izquierda, y en especial, no convoca a los movimientos sociales. El lugar de encuentro sería el Obelisco, para establecer que no es una movilización en contra del Gobierno Nacional. Esta concentración se podría suprimir si el diálogo avanza en los temas pendientes en los encuentros previstos con el mismo Sergio Massa.

Las etapas son tres: recolección de acuerdos, formulación de políticas, y plan de ejecución de las mismas (modo, plazo, instrumentos).

En lo que hace a los tiempos, antes de la concentración del día 17 de agosto -aniversario del fallecimiento de José de San Martín-, concurrirán en grupos de 2 o 3 emisarios de la CGT que busca consolidar coincidencias y relevar discrepancias con todos los sectores representativos de la vida política y económica de mayor influencia en la realidad cotidiana. Se espera un acuerdo, fundamental para preservar la paz social.

La fecha, como siempre es el límite de un proceso de negociación, de propuestas, y de cambios en el rumbo económico que pretenden ser eficientes en el mediano plazo contra la inflación y con el espíritu de consolidar una fórmula 2023 con la participación del movimiento obrero organizado, léase, solo desde la CGT.

La voz central es la de Héctor Daer (sanidad), compartida con los sindicatos más importante del bloque cegetista, con la intervención de Carlos Acuña (estaciones de servicio) y donde siempre están operando Carlos West.

Ocampo (FATSA sanidad), Armando Cavalieri (FAECYS empleados de comercio) Gerardo Martinez (UOCRA construcción), Andrés Rodriguez (UPCN empleados públicos), Jorge Sola (seguros), Guillermo Moser (luz y fuerza) Juan Carlos Schmid (dragados y balizamientos) Victor Santa María (encargados de edificios) y Carlos Frigerio (cerveceros).

Siempre, con una tercera posición, pero todavía dentro del bloque se han manifestado Pablo Moyano (camioneros) hoy cristinista mientras que Hugo Moyano (padre) apoya a la CGT y a Alberto Fernandez y Sergio Palazzo (bancarios y Corriente Federal) de origen cristinista pero hoy atento a las necesidades urgentes del gobierno nacional.

También existen dudas sobre lo que hará Abel Furlán (UOMRA) después del alejamiento de Antonio Caló, que ya se anticipó a firmar hace pocos días la revisión salarial de su convenio colectivo con un 60% de aumento del salario para 2022 en tres cuotas, que seguramente va a ser seguida por otras entidades.

Un triunvirato de la cúpula cegetista representando a la CGT formado por Gerardo Martinez, José Luis Lingieri (obras sanitarias) y Andrés Rodriguez (UPCCN) se reunió con la vicepresidenta Cristina Fernandez de Kirchner, seguramente para relevar coincidencias y discrepancias, después de que Héctor Daer tuvo un encuentro similar.

En la agenda con el Poder Ejecutivo hay de todo, desde la deuda millonaria con las obras sociales por el fondo de redistribución, el aumento del Salario Mínimo Vital y Móvil, las agrupaciones sociales y los ajustes de los planes sociales y el Salario Básico Universal, un aumento de salarios uniformes por vía de un DNU inconveniente por todos los ángulos de análisis posible y el fortalecimiento de la negociación paritaria, hasta la batería de acciones para atenuar el gasto público, la emisión monetaria y el déficit fiscal.

En rigor, la CGT busca mecanismos que procuren con coherencia recuperar la confianza. Por ejemplo, que la política de ingresos siga en manos de los sindicatos, pero con un acuerdo marco que evite la competencia desleal que a veces se exhibe en las paritarias. Desestimar toda duda sobre una reforma laboral inminente y que cualquier cambio se realice a través de los convenios colectivos.

Entre otras medidas urgentes, se analiza qué consecuencias pueden generar moratorias impositivas y por deudas de la seguridad social, y qué medidas se pueden tomar para evitar despilfarros, administraciones oscuras y maniobras basadas en favoritismos o con interlocutores prebendarios.

En otro plano, la CGT busca explicaciones coherentes referidas a la promoción de las exportaciones, el tema del gasoducto y del gas, y el aprovechamiento de las oportunidades que hoy brinda el mercado global que no se están aprovechando. El escenario en Neuquén se complicó con la comunidad mapuche y sus pretensiones sobre Vaca Muerta, tanto en el yacimiento como en los territorios.

Otro tema ríspido es el manejo de las cajas fuera del control del Poder Ejecutivo, que siguen provocando manejos arbitrarios y visiblemente desprolijos.

La tarea que asume la CGT es más que ambiciosa, ya que para ser claros, es muy importante la cantidad de medidas estructurales que deben adoptarse, y de hecho, algunos economistas del macrismo han elaborado una serie de los llamados “papers” con recomendaciones específicas.

El desprestigio de la dirigencia política, la peor de los últimos treinta años según las encuestas, a los ojos de la opinión pública carecen de confiabilidad, partiendo de la premisa de que todos, salvo alguna excepción, ya han fracasado en la función pública, y ahora aparecen como supuestos gestores de todos los cambios que necesita el país en el futuro para salir de la trampa en la que ha caído hoy. En 18 meses sabremos si lograron algún objetivo o cayeron definitivamente en desgracia y se producirá un recambio con otra nueva alianza.