Nos hundimos como el Titanic: el país entra en una nube de crisis producto de la inflación y las nuevas restricciones

Jefe de economía de Libertad y Progreso

Jefe de economía de Libertad y Progreso. Profesor Economía Internacional en Universidad del CEMA, Profesor ayudante de Análisis Económico y Financiero en la Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires,Asesor en la Secretaria de Comercio Exterior la Nación yAsesor Secretaria de Comercio de la Nación.

Mg. en Economía y Lic. en Economía Universidad del CEMA

AGENCIA NOVA En agosto, la economía tuvo un mejor desempeño al esperado. Tal como informó el INDEC la semana pasada, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EAME) creció 6,4 por ciento interanual para acumular una variación de 6,4 por ciento en el octavo mes del año.

En términos desestacionalizados, mejoró 0,4 por ciento. De todas formas, según señalan distintos analistas, en los últimos meses del año podría registrarse cierta ralentización de la economía.

Diversos factores confluyen para justificar este pronóstico, entre los que se destacan el impacto de la inflación en el consumo, las restricciones para importar insumos, la incertidumbre macroeconómica y un ajuste en la política monetaria.

Pese a este escenario previsto para el último trimestre del año, la economía cerraría el 2022 con una recuperación superior a la proyectada inicialmente: se ubicaría más cerca del 5 por ciento que del 4 por ciento.

“El EMAE de agosto tuvo un comportamiento mejor al esperado, lo que es positivo. Para septiembre, hay que ponderar el shock de ingresos derivado del dólar soja. Sin embargo, de cara al último trimestre hay varias razones que hacen prever un enfriamiento de la actividad económica”, señaló Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso.

“En el plano doméstico, la sequía está golpeando la producción agroindustrial con dureza, en especial de trigo, que es uno de los tres principales cultivos argentinos. Además, en la última parte del año se notarán los menores ingresos por liquidación de exportaciones de oleaginosas (que se adelantaron a septiembre)”, remarcó Marí, quien agregó: “La aceleración de la inflación, que ya se mueve cómodamente a ritmo anualizados de más de 100 por ciento, profundizó el deterioro del poder adquisitivo de los salarios y, en consecuencia, del consumo. Mientras que las mayores restricciones para el acceso de insumos importados se notarán en la industria”.

Nicolás Zeolla, economista jefe de FIDE, señaló que estima también que habrá “una ralentización de la economía en la última parte del año, producto de los mayores controles a las importaciones y el impacto de la aceleración inflacionaria sobre el salario”. “Aunque, de todas formas, no veo algo tan brusco y posiblemente la actividad se ubique más cerca del 5 por ciento que del 4 por ciento en 2022”, detalló.

“El sostenimiento de la recuperación de la actividad se revertiría ante el contexto de incertidumbre y el ajuste de la política monetaria. La incertidumbre de mercado y los instrumentos de contención de inflación imponen efectos desfavorables para la actividad económica”, analizó al respecto Martín Calveira, economista investigador del IAE Business School de la Universidad Austral