Enrique Blasco Garma
INFOBAE “Rico como un argentino”, era un dicho común a principios del siglo XX. Durante ese período, Argentina logró un gran crecimiento económico y prosperidad, con su floreciente sector agrícola y exportaciones. Para la humanidad, Argentina era tierra de oportunidades, abundancia, alimentos para las masas hambrientas del planeta. Buenos Aires competía con las grandes ciudades europeas en cultura y riqueza.
Tamaña prosperidad impulsó inmigraciones notables. De un desierto con apenas 1,9 millones de habitantes en 1869, la Argentina albergaba a 7,9 millones en 1914. Obvio, la realidad mundial y de la Argentina cambiaron radicalmente las oportunidades y alternativas. No obstante, la riqueza siempre se consigue con inteligencia, libertades individuales que permiten superar interferencias redundantes.
Mientras que en la primera parte del siglo XX el Estado liberaba los negocios entre particulares, hace ya más de 80 años, con la creación del BCRA, las autoridades han agudizado su involucramiento en normativas distorsionantes, llegando al extremo de exigir emplear un peso regulado diferencialmente en todas las negociaciones locales. Esto resulta en la contradicción de imponer una medida de valor regulado y distinta para coordinar las negociaciones económicas.
En notas anteriores en este medio resalté: “a la Argentina le daña tener al menos dos unidades de cuenta fijados por BCRA: una para el pago de impuestos y gastos ordinarios; la otra, el dólar para valorar bienes y activos privados. La inestabilidad de este sistema multi regulado causó gigantescas variaciones patrimoniales”.
Es dramático ver y escuchar cuando analistas prestigiosos pronuncian el fatídico: “el tipo de cambio está atrasado respecto del peso”
Es dramático ver y escuchar cuando analistas prestigiosos pronuncian el fatídico: “el tipo de cambio está atrasado respecto del peso”. La calamidad gatilla el desplome del peso y la demanda global de bienes y empleos. En tal emergencia, individuos recurren a sus tenencias monetarias para sostener sus gastos. El precio del dólar se aprecia relativamente al peso y los activos en pesos se devalúan, buscando nuevos niveles.
¿Por qué tanta sensibilidad al dólar? ¿Acaso refleja las particiones de la sociedad argentina? En tanto persistan las distorsiones monetarias, olvídense de eliminar los cepos. Repito: es imposible tener libertad cambiaria en tanto tengamos varias monedas: una, el dólar, la unidad de cuenta de los particulares. Las otras, pesos regulados para pagar los impuestos y algunos gastos.
Atraso de la economía
La contradicción de monedas inestables, intervenidas, para coordinar las actividades acentuó la declinación argentina. En 1980, el PBI argentino equivalía a 2,97% del PBI de las 13 economías avanzadas mayores del mundo; pero 44 años después, en 2024, apenas alcanza a 1,18% del PBI de esas naciones, confirmando el atraso frente al desarrollo mundial.
Si la Argentina hubiera igualado el ritmo de crecimiento de esos países, su PBI por habitante hubiese sido 2,5 veces superior, y parecido al actual de España, que en 1980 se ubicaba 27% por debajo.
El lapso 1980-2024 estuvo extraordinariamente impactado por las crisis cambiarias, causadas por el absurdo de las monedas alternativas, inestables y reguladas. La falacia del atraso cambiario y los falsos “incentivos al crecimiento” ocasionaron el retraso económico.
La falacia del atraso cambiario y los falsos “incentivos al crecimiento” ocasionaron el retraso económico (EFE)
La falacia del atraso cambiario y los falsos “incentivos al crecimiento” ocasionaron el retraso económico (EFE)
Forzar pesos regulados es el obstáculo mayor al crecimiento. El dólar se convirtió en la unidad de cuenta principal de los argentinos por la incertidumbre sobre el valor de la moneda nacional.
Dolarizar sería la respuesta lógica, pero hay algunos analistas reconocidos que insisten en que el BCRA no tiene dólares suficientes. No creo que sea así. Los activos brutos del BCRA en dólares son suficientes para atender las posibles solicitudes de cambio de la base monetaria por divisas internacionales. ¿Para qué se requiere mayor número de dólares en el BCRA si los argentinos poseen en conjunto varias veces esa cantidad de activos líquidos con esa denominación?
No obstante, en tanto persistan tales temores, las autoridades podrían aceptar transitoriamente que cada individuo comercie y mantenga la moneda de su preferencia, el tiempo y circunstancias deseadas, en tanto pague los impuestos correspondientes. De haber dolarizado, no hubiese ocurrido la inusitada declinación argentina. El dólar sería la moneda de la liberación y progreso.
Forzar pesos regulados es el obstáculo mayor al crecimiento. El dólar se convirtió en la unidad de cuenta principal de los argentinos por la incertidumbre sobre el valor de la moneda nacional
La declinación argentina comenzó 80 años atrás. Con descalabros fiscales, políticas cada vez más intervencionistas, impidiendo negocios particulares. Funcionarios populistas estatizaron bienes que se creían privados, ocultando repartijas de recursos y normas públicas. Inventan reducir aportes y aumentar beneficios cuando, de verdad, traban el progreso social. La injusticia sale cara, destaca Adam Smith en Teoría de los sentimientos morales.
Los sindicatos, reparticiones públicas, la moneda, educación, salud, transportes, servicios públicos, regulaciones, todas las interrelaciones individuales están intervenidas y desvirtuadas. Reducir los impuestos, regulaciones, interpretaciones judiciales desorbitadas, (república corporativa) es menos Estado interfiriendo las actividades individuales. Para eso la mayoría de los votantes eligieron finalmente a Javier Milei. Ordenar los gastos públicos enriquecerá al país.
Liberar las actividades económicas conlleva a la reducción de restricciones y regulaciones innecesarias, abriendo privatizaciones y libertades de mercado, reduciendo aranceles al comercio internacional.
En 2021 el Estado recaudó por gravámenes al comercio exterior un 3,1% del PBI, el mayor volumen desde 2011, cuando se impuso el cepo cambiario sobre el cierre del año.
En 2021 el Estado recaudó por gravámenes al comercio exterior un 3,1% del PBI, el mayor volumen desde 2011, cuando se impuso el cepo cambiario sobre el cierre del año
En 2021 el Estado recaudó por gravámenes al comercio exterior un 3,1% del PBI, el mayor volumen desde 2011, cuando se impuso el cepo cambiario sobre el cierre del año
En contraste, la Convertibilidad acompañó la liberalización del comercio exterior y actividades en el país. Entre 1991- 2001 las iniciativas del presidente Carlos Menem llevaron a la menor recaudación de impuestos al comercio exterior.
Las liberaciones y ordenamiento monetario y del gasto público que caracterizan a los primeros 9 meses de gobierno de Javier Milei conseguirán acelerar el crecimiento económico al 5% anual a partir de 2025, como estimó el FMI, y reducir la percepción de la corrupción, que la ONG Transparencia Internacional midió en el puesto 98 como país más corrupto del mundo, en 2023. Esa expansión económica favorecerá reducir impuestos y cargas públicas, incrementando oportunidades productivas, trabajos y bonanzas personales.