LÍNEA SINDICAL Franco Marconi es analista de políticas públicas de la fundación Libertad y Progreso
La reforma laboral es un tema harto discutido en esta Argentina de cambios. Modificar la forma en la cual los argentinos regimos nuestras relaciones laborales es, a todas luces, una necesidad imperiosa.
Los cambios en la sociedad no han sido menores en los últimos años, y menos aún si consideramos que las leyes fundamentales que rigen el trabajo argentino y su asociación son de 1953, 1959 y 1988, con sus sucesivas modificaciones que han mantenido invariable su esencia.
De tal forma observamos que este sistema de relaciones tan vital tanto para el desarrollo económico de una sociedad, como para su desarrollo humano y social está reglado por cómo se concibió en el siglo XX. La Argentina no se encuentra más en el siglo XX, sino que estamos ya en el siglo XXI; época de cambios sustanciales a todo ámbito del relacionamiento humano, y el trabajo no debe, ni se ha quedado atrás.
No es solo un tema de actualización de la relación laboral; sino que es también parte de un proceso de reconocimiento que algo en el mercado laboral argentino no está funcionando correctamente.
La informalidad ha ido in crescendo en los últimos años y ha dejado una sociedad dual. Una sociedad dual por la forma en que se relacionan aquellos que viven en la formalidad y aquellos que viven en la informalidad. Una sociedad dual por la forma en que aquellos que viven en la formalidad soportan el peso de cargar un sistema que da prestaciones sin importar la condición laboral y si dio parte del fruto de su trabajo en pos de la manutención de ese sistema.
La rigidez laboral y la informalidad
Como tal, este sistema de relaciones humanas que es el mercado laboral se encuentra roto y debe ser corregido. Parte de esta rotura del sistema está dada por las variables macroeconómicas, pero la parte más importante está dada por lo que refiere a los mecanismos de estas relaciones.
La rigidez del sistema laboral, en lo que respecta a contratos y relaciones entre trabajadores y empleadores actúa de dique. Esta rigidez es lo que precisamente evita la formalización de las relaciones para prevenir posibles problemas de conflictividad laboral que afecten a la empresa y dañen las relaciones humanas y, por tanto, expulsa a los trabajadores a este régimen de informalidad.
No se puede evitar señalar el rol de las asociaciones sindicales en esta complejidad de sistema que llamamos mercado laboral. No es tanto su accionar político, sino sus mecanismos a la hora de defender a los sindicados.
La importancia de acuerdos por empresa
Los grandes acuerdos sectoriales, que son realizados por gremios con personería jurídica, haciéndolos los únicos interlocutores válidos frente al poder político y creando un monopolio, toman en cuenta las grandes variables macroeconómicas y no consideran el tamaño de cada empresa.
Sus convenciones aplican tanto a las grandes corporaciones internacionales como a las pequeñas y medianas empresas; aplican tanto a Ternuim, como a los pequeños talleres metalúrgicos del cordón industrial del conurbano bonaerense. Aquí es donde se vuelve vital priorizar las posibilidades de las empresas a la hora de negociar con sus empleados, sin desdeñar los grandes acuerdos; se trata de priorizar los menores acuerdos por sobre los mayores, la descentralización por sobre la centralización.
Se debe buscar darle primacía a los acuerdos que pueda hacer cada empleador con sus empleados y los representantes de sus empleados en la empresa, considerando necesidades e intereses de uno y otro. Lo que se observará es una confluencia de intereses y por tanto soluciones rápidas y óptimas sin ninguna pérdida de derechos.
Esta actualización de las relaciones laborales ayudará a la Argentina a insertarse en un mundo dinámico y cambiante, aprovechando al máximo las potencialidades de este suelo, así como de su capital humano, que tan destacado es.