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Desde el círculo vicioso al virtuoso

Nuevamente la Argentina enfrenta una aguda situación de crisis cuyos rasgos estructurales son el desequilibrio fiscal originado en un fuerte aumento del gasto público, reglas laborales inadecuadas, endeudamiento público elevado, alta presión impositiva e inflación. Todo ello en una economía regulada y sometida periódicamente a controles de cambio y declaraciones de default. A estos problemas de arrastre se agregó a comienzos de 2020 la dolorosa pandemia del coronavirus que exigió medidas que impactaron severamente sobre la economía.

Este escenario económico es acompañado, más allá de la coyuntura, por una baja calificación institucional. Todo ello explica la insuficiente inversión y la baja creación de empleo privado. La respuesta política fue, salvo contadas excepciones, la creación de empleo público. Se conforma así un circulo vicioso en donde se autoalimenta el déficit fiscal, la inflación y el endeudamiento.

En las últimas décadas predominaron las gestiones populistas, orientadas ideológicamente hacia la intervención. El gobierno de Mauricio Macri , fuera de esa línea, encontró un Estado en default y sin acceso al crédito. El gasto público había llegado a niveles inéditos y había un déficit fiscal, incluyendo intereses, del orden de 7% del PBI. Este casi inmanejable desequilibrio ocurría en 2015 a pesar de una altísima e insostenible presión tributaria. Todas estas circunstancias debían ser corregidas con el menor costo económico, social y político, y ese costo sería tanto menor cuanto más rápido se recupere la confianza.

El gasto público consolidado (nación+provincias+municipios) pasó de un promedio histórico del 30% del PBI previo a 2002, a un nivel de 47% del PBI en 2015, y se redujo levemente a un 45% en 2019. La presión tributaria aumentó en el mismo periodo desde 27% en 2002 a 39% en 2015 y no ha descendido. Tanto el uno como el otro son niveles que la economía argentina no soporta y deben ser disminuidos.

Un primer desafío de Macri era salir del default, y lo hizo correctamente. Pero eso no era todo. Debía clarificar la dimensión y el origen de los problemas heredados y explicar por qué demandarían soluciones impostergables y duras. Macri demoró más de lo debido en hacer este reconocimiento.  La comunicación con la sociedad era esencial para prevenir y enfrentar las reacciones y distribuir equitativamente el costo de las medidas correctivas. Se prefirió seguir un camino gradual que impidió reducir el gasto público y el déficit fiscal. El rápido aumento del endeudamiento fue la consecuencia. La hora de la verdad llegaría de todas maneras, y eso ocurrió en mayo de 2018.

La corrección fiscal por disminución del gasto, la estabilidad y una mayor eficiencia productiva eran y siguen siendo los más urgentes deberes. El déficit financiero (incluyendo intereses y provincias) superaba a fines de 2019 un 5% del PBI.  Si bien se encaró un proceso de reestructuración de la deuda, la Argentina se encontró nuevamente frente al fantasma de un nuevo default.

Desde la Fundación Libertad y Progreso proponemos que se inicien las reformas que se desarrollan en este libro. Podemos aspirar a una Argentina en crecimiento de recuperación del orden del 6% anual. Si se logra esa meta durante cuatro años, se crearían 3,2 millones de empleos privados en ese periodo. Ello permitiría absorber los jóvenes que ingresarán al mercado laboral, además del exceso de empleados públicos y de receptores de planes sociales y buena parte de quienes hoy están en la economía informal. Para lograrlo es necesario encarar reformas estructurales que liberen las fuerzas del sector privado e impulsen la inversión y que esa acción se inicie decididamente.

 Estas medidas económicas deberán acompañarse por la consolidación de una justicia eficiente e independiente, por mejor seguridad y por estabilidad política. Así se impulsará la inversión, la competitividad y la creación de empleo privado. Esto último hará factible la reducción del empleo público y de los subsidios sociales. De esa manera el actual circulo vicioso de estancamiento, déficit e inflación, se convertirá en el círculo virtuoso del crecimiento, el empleo, el mejoramiento del salario real y la estabilidad