Grecia: Argentina no es el ejemplo

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Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso.Doctor en Administración por la Universidad Católica de La Plata y Profesor Titular de Economía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Sus investigaciones han sido recogidas internacionalmente y ha publicado libros y artículos científicos y de divulgación. Se ha desempeñado como Rector de ESEADE y como consultor para la University of Manchester, Konrad Adenauer Stiftung, OEA, BID y G7Group, Inc. Ha recibido premios y becas, entre las que se destacan la Eisenhower Exchange Fellowship y el Freedom Project de la John Templeton Foundation.

La situación actual de Grecia tiene muchos aspectos comunes con la situación argentina en el año 2001, cuando este país se dirigía raudamente hacia la peor crisis económica en la historia, la que terminara en el default de su deuda, la salida del esquema de convertibilidad monetaria, devaluación de su moneda y una caída de unos diez puntos en su PIB.

Como Grecia, Argentina había gastado de más y se había endeudado hasta el punto en que no producía lo suficiente como pagar esa deuda; también como Grecia estaba vinculada a un signo monetario que no podía manipular; y como Grecia, un default de su deuda ponía en serio riesgo al sistema bancario. A diferencia de Grecia, sin embargo, la caída de los bancos argentinos afectó solamente a ese país mientras que en el caso actual amenaza a los bancos de otros países, lo que en parte explica el apoyo que otros gobiernos le otorgan.

En medio de toda la gran discusión que el caso griego plantea sobre todo a países como los europeos, no acostumbrados a crisis profundas y periódicas como la Argentina, han surgido opiniones que sostienen que el argentino es el modelo a seguir. En este caso significaría que declarar el default de la deuda, salir del Euro y devaluar con la introducción de una nueva moneda, tal vez un renacido dracma. La devaluación haría más competitiva a la economía griega, aumentarían sus exportaciones, se reducirían sus importaciones, se reactivaría la economía local y luego de un tiempo esto generaría mayores ingresos fiscales que le permitirían comenzar a arreglar lo que haya quedado de deuda luego de una renegociación que incluya un corte importante.

Por cierto que la actual no parece una solución adecuada. Imponer un drástico ajuste fiscal que no hace hincapié en reducir el gasto y en la reforma estructural del Estado griego e incluye aumentos de impuestos significa que Grecia será menos competitiva que antes, entrará en recesión y de esa forma nunca podrá mantener los pagos de la deuda.

Pero la salida argentina no es la única ni es la mejor, genera un alto costo en la credibilidad del país, una dramática caída de los salarios, elevado desempleo y, lo que es peor, no modifica los problemas estructurales del país. Es que la devaluación genera competitividad a corto plazo, pero tarde o temprano el tipo de cambio alcanzará su valor natural, determinado por la competitividad real de la economía local en relación al resto del mundo. Esto sucede en Argentina actualmente cuando su moneda se revalúa por el incesante crecimiento de sus precios internos. Argentina, además, se vio favorecida por la bendición del boom de los commodities lo que la salvó al promover un crecimiento acelerado pocas veces visto antes. ¿Sucede algo similar para Grecia?

Es cierto que Grecia tiene que ganar competitividad y reactivar su economía pero la devaluación no es el único camino para ello. La alternativa es liberar la capacidad productiva y el espíritu emprendedor de los griegos. Esto significa eliminar todas las barreras que traban e impiden la iniciativa empresarial, reducir impuestos no subirlos y reformar drásticamente al Estado mediante la venta de todas las empresas estatales y el cierre inmediato de todo programa o agencia pública que no preste un servicio esencial y básico vinculado con las funciones más elementales del Estado, tales como la seguridad o la justicia.

En este sentido puede ser que Grecia se encuentre atada a las marañas regulatorios de la Unión Europea, pero es más prometedor salirse de esto aunque sea por un tiempo que salir del Euro para abandonar todo vestigio de disciplina monetaria. En síntesis, debería, como Irlanda, ofrecer ventajosas tasas impositivas a los inversores y, a diferencia de ésta, también ventajosas regulaciones. Si la UE aceptara esto le daría, además, el paraguas de credibilidad para que los inversores aprovechen esas beneficiosas condiciones.

Por ese camino, Grecia no solamente podría salir de su crisis actual sino que se convertiría en un ejemplo para toda Europa.

*Consejero Académico LyP
Fuente: elcato.org
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