Supremacía moral del capitalismo

Foto Agustin Etchebarne
Agustín Etchebarne
Director General en Libertad y Progreso

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

El video que acompaña esta nota muestra una niña de dos años que es atropellada por una camioneta, el conductor se da cuenta que golpeó algo, se detiene, y avanza lentamente permitiendo que las ruedas traseras aplasten el pequeño cuerpo nuevamente, los transeúntes no ayudan a la pequeña, pasan de largo, algunos la miran, otro amaga ayudarla y prosigue su marcha, los ciclistas la esquivan, la pequeña todavía se mueve, un vehículo la atropella por segunda vez, una mujer se acerca y la corre del centro de la calle, y se va, hasta que finalmente su madre la socorre siete minutos más tarde, la había perdido mientras hacía compras. La pequeña Yueyue llega al hospital con muerte cerebral.

China comunista abrió 14 ciudades al capital extranjero y aseguró allí la propiedad privada y cierta libertad de comercio. La explosión de riqueza fue impresionante, pero mantiene al resto del país en el retraso, impidiendo siquiera el libre tránsito. Mientras tanto mantiene un ferro control sobre la población, un sistema de partido único, la prensa e Internet intervenidos, las prisiones repletas de opositores, de artistas o pensadores disidentes, reprime 20.000 manifestaciones al año, a veces, violentamente.

En su mayoría, los ciudadanos chinos aún no comprenden ni conocen los valores de las sociedades abiertas, en especial el respeto a los derechos individuales a la vida, la libertad y la propiedad, el mal llamado “capitalismo”. La ventaja de las democracias liberales, o las sociedades abiertas, como prefiere llamarlas Carl Popper, no es su sistema económico, ni la creación de riqueza, es la ética y la moral de la libertad y la responsabilidad.

Si algún día un sistema totalitario, lograra un sistema económico eficiente y derrotara, por así decirlo, al capitalismo, cosa que me cuesta siquiera imaginas, de todos modos, no habrá derrotado a la sociedad abierta liberal. Su supremacía es moral. Es el único sistema donde vale la pena vivir, en libertad, donde cada uno es dueño del fruto de su trabajo y de decidir qué hacer con el tiempo que se le regala la vida, buscando su propia felicidad, a su manera, y donde se respetan sus proyectos siempre que respete el de los demás. Este es el único sistema compatible con el cristianismo, el budismo, el judaísmo, el sufismo o un moderno Islam, y sobre todo, es el único donde todas esas religiones pueden convivir pacíficamente entre ellas y junto a agnósticos e incluso ateos.

En una calle transitada frente a un supermercado en cualquier ciudad occidental, en EE.UU., Europa, Latinoamérica, Japón (recordando que occidente es un concepto y no un lugar geográfico), este video sería imposible. Reflexionemos sobre el porqué.

No podemos conocer el futuro, pero no es difícil imaginar que esa China con enormes desigualdades, con una inmensa burbuja inmobiliaria donde existen 65 millones de casas vacías que jamás van a poder comprar los cientos de millones de pobres, con 1.350 millones de ciudadanos que, en su mayoría, no comprenden los derechos individuales y desprecian el valor de una vida, terminen en una violentísima revolución. Una revolución donde por supuesto todos pelearán defendiendo al “Bien común” (de ahí viene el comunismo), “el Bienestar General”, “el Progreso del Pueblo”, “lo mejor para la Sociedad”, “el populismo”, “la patria”, “la nación”…,  pero sin comprender que esos ideales no existen si no se basan en las libertades individuales, de cada uno de los seres humanos. Todas las masacres de la historia se justifican por el bien común de la sociedad. Lo que Armando Ribas llamaría “la tragedia de los universales”.

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