Roberto H. Cachanosky
Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
ECONOMÍA PARA TODOS.- Con la recesión a la vuelta de la esquina y la pesificación de facto, sumados a los problemas comerciales y fiscales, la segunda mitad del año luce complicadísima: ¿qué puede pasar?
Desde el punto de vista económico, el segundo semestre de 2012 se presenta bien complicado. La recesión que se esperaba para la segunda mitad del año se anticipó y ya en mayo y junio diferentes indicadores muestran caídas en términos absolutos. Ya no podemos hablar de desaceleración, sino que tenemos que empezar a pensar en una recesión.
Si bien las inconsistencias del modelo permitían pronosticar este desenlace, la realidad es que el Gobierno se ha empeñado en profundizar y adelantar la crisis adoptando medidas absurdas como la pesificación de facto, el cierre de la economía, los conflictos con nuestros socios comerciales y meterse con los depósitos del sistema financiero decidiendo a quién le debe prestar los bancos la plata que les deposita la gente. Cada discurso de Cristina Fernández de Kirchner es un estímulo adicional a la fuga de capitales y al pánico de los agentes económicos. No solo por lo que dice y hace, sino porque, además, se observa a un gobierno sin rumbo, incapacitado para afrontar una economía en que la escasez de recursos se hace sentir y, encima, con un relato de soberbia que la gente no termina de distinguir si es soberbia, ignorancia o una mezcla de las dos cosas.
En lo estrictamente económico, el Gobierno optó directamente por prohibir la compra de dólares para ahorrar. El argumento inicial que esgrimió, cuando estableció la autorización previa de la AFIP para comprar dólares, era que se hacía para verificar que los fondos estuvieran justificados impositivamente. Un disparate, porque la AFIP no puede o no debería fiscalizar el ejercicio en curso. Pero con la resolución del BCRA quedó en claro que el mensaje fue: “Ustedes se quedan con los pesos que se deprecian día a día y yo me quedo con los dólares”.
No comparto la visión que leí en algún lugar, según la cual el comunicado del BCRA prohibiendo la compra de dólares era para cubrirle jurídicamente las espaldas a la AFIP. La realidad es que si de algo se caracteriza este gobierno es por ignorar el orden jurídico existente, por no decir que se ríe de la justicia. Desde mi punto de vista, es solo una torpe medida más de redoblar la apuesta y empezar a cubrirse para el conflictivo segundo semestre que se viene. Solo un dato a tener en cuenta: la recaudación tributaria viene subiendo menos que la tasa de inflación y la suba del gasto es incontenible, por lo tanto, en el segundo semestre es muy probable que el Central inunde el mercado de pesos generando un proceso inflacionario muy agudo en un contexto recesivo.
Por el flanco fiscal, si bien no soy Sciolista, es claro que la acusación del gobierno al gobernador de la provincia de Buenos Aires de que tiene que administrar mejor, es injusta. Y es injusta porque el gobierno nacional administra horrible, basta con ver el décifit fiscal que crece a pesar de la extraordinaria presión impositiva existente para darse cuenta de que no es el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner un ejemplo a seguir. Es más, ella puede pedirle al BCRA que emita moneda, tomarle las reservas a cambio de bonos basura o confiscar nuestros ahorros en las AFJP, cosa que no pueden hacer los gobernadores. Y, en todo caso, la provincia de Buenos Aires, aporta a la coparticipación mucho más de lo que recibe de acuerdo a su PIB.
¿Por qué este empeño en tratar de incendiar la provincia de Buenos Aires? ¿Por qué, usando las palabras del diccionario kirchnerista, esta acción destituyente con Scioli?
Se me ocurren dos respuestas posibles a estos interrogantes. La primera es evitar que vuelva a formarse una liga de gobernadores que le pongan un límite al gobierno como ocurrió en el 2001 y que terminó con la caída de De la Rúa. Puesto en otros términos, el kirchnerismo no se caracterizó por buscar alianzas por su proyecto sino que buscó disciplinar a los gobernadores e intendentes con la caja. La pregunta es: ¿por qué los gobernadores van a seguir subordinándose a los caprichos del gobierno central si no reciben plata a cambio? Y aquí viene el punto: ¿tiene el Gobierno recursos para seguir disciplinando a los gobernadores? Me parece que no. Como decía antes, no tiene ni para sostenerse él, menos va a tener para seguir con la misma estrategia de disciplinamiento. ¿No será que, por miedo a la liga de gobernadores, Cristina Fernández de Kirchner quiere desplazar a Scioli, que es la provincia más grandes y más complicada de Argentina y, de paso, le manda un mensaje al resto de los gobernadores para desbaratar la liga, si es que existe tal probabilidad?
La otra opción que me pasa por la cabeza es la siguiente. Saben que transitar el segundo semestre será muy complicado. La combinación de recesión con inflación más desocupación creciente puede derivar en desbordes sociales. ¿Por qué no acelerar la crisis social y declarar el estado de sitio denunciando a los intereses destituyentes y demás inventos para hacer el ajuste con la Gendarmería en la calle y, de paso, profundizar el autoritarismo?
Reconozco que mis especulaciones pueden resultar desmedidas y con cierto contenido de fantasmas especulativos, pero la realidad es que el desmanejo económico, lo que viene en economía y la feroz interna peronista hacen pensar que algo raro puede pasar en el segundo semestre.
Sí hay algo que parece bastante obvio: no es fácil imaginar tres años más con semejante descalabro económico, social y político. Las opciones serían: autocracia o le dejo el lugar a otro para que se haga cargo del problema. Negociar con la oposición, los sindicatos, los gobernadores, etc., para dominar la crisis, jamás. Eso no entra en el manual del buen kirchnerista, porque en definitiva el kirchnerismo es incapaz de construir un país y menos de gobernar con escasez de recursos, pero mantiene intactas sus ambiciones autocráticas.