Alberto Benegas Lynch (h)
Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
Con independencia de algunas de las marcadas inconsistencias intelectuales de Ernest Hemingway, es de gran actualidad tener presente lo consignado por esa pluma excelsa en un artículo titulado “La enfermedad del poder”, publicado el 5 de enero de 1935 en este mismo diario: “Uno de los primeros síntomas de la enfermedad del poder es la sospecha de cada hombre que lo rodea; luego venía una gran quisquillosidad en todos los asuntos, incapacidad para recibir críticas, convicción de que era indispensable y de que nada se había hecho bien hasta que él [ella] llegó al poder y de que nada se haría bien otra vez a no ser que él [ella] permaneciera en el poder”.
Nada más ajustado a muchas de las etapas de la historia argentina y la que ocurre en otras regiones. Nos remite a la sabia y conocida sentencia del decimonónico Lord Acton en cuanto a que “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Como ha señalado Popper, la pregunta de Platón sobre quién debe gobernar está mal formulada; el tema crucial son las instituciones “para que los gobiernos hagan el menor daño posible”.
*PUBLICADO EN DIARIO LA NACIÓN, CARTAS DE LECTORES, MARTES 23 DE JULIO DE 2013.