El alto costo de la falta de competitividad

Costos altos, dólar apreciado y falta de reglas claras asfixian las economías regionales.

Tres representantes de tres actividades totalmente diferentes convergieron en un diagnóstico común sobre lo que ocurre hoy en las economías regionales: la frase clave fue “falta de competitividad”, debido a una serie de factores entre los que eligieron destacar la ausencia de reglas de juego estables. José Chediack, presidente de Grupo Phronesis (dueño de la marca Oliovita); Gustavo Lázzari, presidente de la Cámara Argentina de la Industria de Chacinados y Afines (Caicha), y Guillermo Barzi (h.), presidente de Wines of Argentina, expresaron su opinión en el encuentro “Economías regionales. De la crisis a la oportunidad”, organizado por LA NACION.

“Hoy lo que me preocupa es una suerte de sovietización de la microeconomía, que hace que todos los días haya que pedir permiso para las cosas más insólitas -disparó Lazzari-. Esto hace que uno se acostumbre a ciertas cosas que, una vez metidas en los costos, ya dejan de preocuparnos, pero nos sacan de competencia.”

Chediack, en tanto, opinó que si lo que se quiere es pasar de US$ 3000 millones que exportan hoy las economías regionales a diez veces más, se deben crear ciertas reglas de juego estables para los que van a invertir. “Las dos reglas más importantes son la política monetaria y la fiscal. Que no te sorprendan a mitad del proyecto, cuando no has terminado de amortizar la inversión, con cambio de las reglas de juego”, completó.

Barzi hizo una sucinta, pero completa, descripción de la historia reciente del vino en el país. “Exportábamos US$ 20 millones en los 90 y en 2008 terminamos vendiendo al exterior por 894 millones. Pero ahora, con inflación de costos y precio final fijo, no es negocio exportar y gran parte de las bodegas se volcaron al mercado interno. Realmente hoy con 1200 bodegas activas tanto la competencia interna como externa es muy grande”, comentó.

Lazzari insistió en que lo más preocupante es la alta carga burocrática que existe en el país, algo que una vez asumido en los costos queda fijo y resta competitividad. “Hay municipios que cobran seguridad e higiene y no prestan ni una cosa ni la otra”, se quejó.

Por su parte, Chediack hizo hincapié en que la falta de competitividad no pasa solamente por el tema del dólar apreciado, sino que tiene que ver también con el “famoso costo argentino”. Hay tanto para mejorar, según comentó, porque los países con mejor competitividad fueron los que tenían monedas más fuertes. “Lo que pasa es que tienen su infraestructura en condiciones, sus rutas, sus puertos, su estructura impositiva tan bien organizada que facilita la importación y la exportación”, explicó.

Más allá de este diagnóstico unificado de lo que padecen hoy las economías regionales, los tres disertantes coincidieron en que, si se termina con las trabas a la exportación e importación, se eliminan obstáculos burocráticos y se fijan reglas de juego estables, las distintas actividades pueden volver a despegar.

Terreno perdido

Vuelco obligado al mercado interno

La Argentina fue el país que más rápidamente creció en muy poco años, pasando de US$ 20 millones de exportación en los 90 a 894 millones en 2008. Pero hoy no es negocio exportar y varias bodegas sobreofertan en el mercado interno.

Publicado en La Nación.-