Pagamos caro las consecuencias de una política de carnes “a lo Cuba”

El kirchnerismo en su delirio, prohibió la exportación, redujo los planteles, persiguió al sector, lo llenó de impuestos, le destruyó los caminos rurales, cerró los frigoríficos, rompió la logística, cerró los mercados, de manera que la Argentina hoy tiene la misma cantidad de vacas que hace cincuenta cuarenta años con el doble de población.

Una cosa es inflación y otra es precios altos. Hay mercados donde los precios suben por cuestiones microeconómicas.  Una sequía, un problema de cierto suministro, un mercado cerrado. Generan situaciones donde la demanda es mucho mayor que la oferta y consecuentemente el precio es muy alto o sube de golpe. La suba de dicho precio es la señal que necesitan los oferentes para que aumenten la producción y vayan en busca de esa ganancia. Rápidamente, si el mercado está abierto, se logra el equilibrio. Los precios tienen a su nivel normal. Esto sucede todos los días en todos los  países del mundo sin inflación.  Y la economía ajusta rápidamente. Esto es lo que está sucediendo con la carne vacuna.

El kirchnerismo en su delirio, prohibió la exportación, redujo los planteles, persiguió al sector, lo llenó de impuestos, le destruyó los caminos rurales, cerró los frigoríficos, rompió la logística, cerró los mercados, de manera que la Argentina hoy tiene la misma cantidad de vacas que hace cincuenta  cuarenta años con el doble de población.

El kirchnerismo hizo una política ganadera cubana. Hoy después de 60 años de castrismo los cubanos no conocen la carne.

La devaluación de diciembre 2015 y la apertura de las exportaciones abren un nuevo escenario. La Argentina podrá recuperar en algunos años el tercer lugar en las exportaciones mundiales de carne vacuna. Hace diez años exportábamos 750.000 Tn y éramos los terceros en el mundo. Hoy no llegamos a 200.000 Tn. Perdimos decenas de mercados y somos el número catorce.

Para exportar es necesario aumentar y engordar los stocks ganaderos. Eso requiere tiempo de retención por ello la oferta se reduce y los precios aumentan.

Una vez que comencemos a exportar comenzarán a enviarse al exterior los cortes traseros (lomo, cuadril, peceto) y quedarán para el mercado local los preciados asados (cortes delanteros que no se exportan).  Sin duda los precios del asado bajarán porque las vacas siguen produciendo por igual cuartos traseros y delanteros. Algo que nunca entendió el kirchnerismo. Hasta llegar a ese punto que será con suerte a finales de 2016 o 2017 habrá que sustituir los cortes caros de carne vacuna por carne de cerdo, pollo y pescado.

Quienes están disgustados por esta sustitución casi forzada deberán pedir explicaciones a Moreno, Kicilof, Costa, Néstor y Cristina.

La reconstrucción de la carne vacuna como cadena de valor y el desarrollo de las carnes alternativas son procesos inexorables. La destrucción que generó el kirchnerismo necesariamente será reparada.

Junto a los principales mercados que se perdieron hay entre 15000 y 25000 puestos de trabajo menos. Cerraron cientos de frigoríficos en todo el país alterando no sólo fortunas personales sino desarrollo de ciudades enteras.  Durante los doce años K se produjo una fuertísima transnacionalización de la actividad. Hoy los pocos frigoríficos exportadores de carne vacuna son brasileros.

“Camine, Camine”

En este contexto la Secretaría de Comercio lanzó un programa de información de precios para mitigar los efectos de la inflación. El programa anunciado por la Secretaría de Comercio no es un control de precios ni un sistema de precios máximos sino “poner a disposición las bases de datos con que cuenta el estado”. Así lo definió Miguel Braun titular de la cartera.

Nuevamente ¿qué le pasa a la sociedad que actividades propias de las entidades intermedias privadas son llevadas a cabo por el estado?

Tras los doce años de tribulaciones estatistas pareciera que los consumidores le pidieron al estado que “camine” en lugar de ellos, en su propia defensa.

Los mecanismos de información de precios desde los años ochenta eran llevados a cabo por entidades de consumidores. (Popularizándose a través de Lita Lazzari). Eran entidades privadas que trataban de defender a los consumidores brindando más opciones.  Los datos de los precios y los comercios así como las ofertas que se divulgaban eran conseguidos por cientos de voluntarias en todo el país que caminaban. La expresión “camine camine” refiere a un mecanismo de defensa.

Conceptualmente no es lo mismo buscar información de precios desde el sector privado que hacerla desde el sector público.

Cuando los particulares se defienden caminando y buscando precios es como si pusieran un escudo ante los piedrazos de la inflación. Cuando se hace desde el sector público es como si quien tira las piedras recomiende el uso de un escudo y una curita.

El Estado debe procurar equilibrio y racionalidad fiscal para que la inflación sea cero durante décadas.  Así sucede en muchos países del mundo. Lo habitual no es la inflación sino la estabilidad.

Son los agentes del sector privado (entidades de consumidores) quienes deben vigilar precios, recomendar ofertas, “caminar”, y buscar mejores opciones para paliar los estropicios que hace la inflación.

Por último, deberíamos plantearnos como sociedad que estado queremos. Pues pedir beneficios, y asignarle funciones al estado siempre es mucho más fácil que financiarlos. Pero a la larga, las fiestas hay que pagarlas. Y eso duele.