Iván Carrino
Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.
En algunos sectores circula el mito de que las medidas económicas de liberalización constituyen una transferencia de ingresos hacia los sectores concentrados. En mi nota de hoy refutaré esta idea enfocándome en el tema de las tarifas de energía.
En la película Relatos Salvajes, film argentino estrenado en 2014, Diego Iturralde (Leonardo Sbaraglia) muere luego de una discusión callejera que se eleva hasta niveles insospechados. Una característica de esta historia es que Diego posee un coche nuevo de alta gama, mientras que su rival, Mario (Walter Donado), conduce un auto medio destartalado, de aproximadamente 20 años de antigüedad.
Hace poco estaba almorzando con unos amigos y comentábamos esta película. Una extraña pero interesante interpretación de esta historia la hizo uno de ellos cuando afirmó que la escena representaba la “lucha de clases”, ese enfrentamiento supuestamente insalvable entre los más ricos y los más pobres de una sociedad.
La idea de la lucha de clases no es nueva. Sus orígenes se encuentran en los textos del economista alemán Karl Marx, quien planteaba que en el corazón del capitalismo estaba la explotación de los trabajadores por parte de los dueños del capital.
Si bien los escritos de Marx hoy se encuentran superados, lo cierto es que la idea de la lucha de clases sigue vigente. Especialmente en la discusión de la Argentina actual.
En muchos medios periodísticos afines al kirchnerismo se escucha hablar de la enorme transferencia de ingresos (desde las clases menos pudientes a las más ricas) que han generado algunas de las nuevas medidas tomadas por el gobierno nacional. En un reportaje otorgado al canal C5N, la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner explicó que las medidas del nuevo gobierno generaban una “transferencia de ingresos a los sectores más concentrados de la economía”.
Finalmente, circula un video en YouTube que afirma que la liberación del tipo de cambio, la quita de retenciones, la suba de la tasa de interés y el ajuste en las tarifas constituyen una enorme transferencia de ingresos que ascendería a nada menos que 20.000 millones de dólares. En retórica marxista, se afirma que el gobierno le sacó USD 20.000 millones a los explotados para dárselos a los explotadores.
La idea de la confrontación entre explotados y explotadores está fuera de foco. En un mercado libre prevalecen los intercambios voluntarios y ambas partes se benefician de esos intercambios. No gana uno a expensas del otro.
Pero al margen de este punto fundamental, lo cierto es que la perorata actual sobre la transferencia de recursos no es más que un cuento. Un mito que debe ser desenmascarado.
En lo que queda de mi nota me gustaría enfocarme en el tema de las tarifas.
Las tarifas de electricidad, gas y transporte estuvieron prácticamente congeladas desde el fin de la convertibilidad. Desde ese momento a hoy, la cantidad de dinero en circulación se multiplicó por 40, mientras que los precios se multiplicaron por 18.
Con semejante política inflacionista, los precios de la energía fueron cayendo considerablemente en términos reales,favoreciendo su consumo indiscriminado y beneficiando a los consumidores, pero a costa de los productores.
El caso puede verse de manera clara si analizamos la evolución de las acciones de Metrogas y Edenor. Si comparamos el valor de las acciones de Metrogas contra la inflación desde enero de 2002, nos encontramos con datos más que elocuentes. Desde enero de 2002 hasta octubre de 2012, el valor de la acción había caído nada menos que 92,2% en términos reales. Es decir, los propietarios de Edenor habían perdido casi la totalidad de su capital invertido. Luego de las elecciones de 2013, cuando las ansias reelecionarias de Cristina se vieron truncas, el valor de la acción comenzó a recuperar, pero aún hoy se encuentra un 58% por debajo de enero de 2002 en términos reales.
Para Edenor la historia es similar. En noviembre de 2012, el valor real de las acciones de la distribuidora de energía se había desplomado un 93,3% desde los primeros datos disponibles de abril de 2007. Es decir, si cualquier inversor argentino había invertido $ 100 en la empresa, 5 años más tarde el poder de compra de su inversión se había reducido nada menos que a $ 6,7. A pesar del repunte, hoy la acción sigue 56% por debajo de su valor de abril de 2007.
En un contexto como el que acabamos de describir, queda claro que los incentivos para invertir en gas y energía son nulos y se entiende perfectamente por qué el país vive en crisis energética.
Los gobiernos tienen la facultad de generar transferencias de ingresos entre distintos sectores de la sociedad. Si le cobran un impuesto a Juan para subsidiar a Pedro, “transfieren” de Juan a Pedro.
Si le controlan los precios al kiosquero Eduardo para beneficiar a la vecina Emilia, transfieren ingresos de manera arbitraria de Eduardo a Emilia. Es esto lo que sucedió con el tema tarifario. La transferencia la generó el gobierno a favor de los consumidores y en contra de los productores, de manera arbitraria, llevándolos al borde de la quiebra y empujándonos a todos al colapso del sistema energético.
Dar marcha atrás con estas medidas, y permitir una mayor libertad para las tarifas no constituye de ninguna manera una transferencia de ingresos por parte del gobierno. Sino, más bien, una devolución de dicha transferencia y el restablecimiento de la justicia en la distribución de los recursos.
Después de todo, en un mercado libre las trasferencias de ingresos son todas voluntarias y no hay nada que objetarles. A menos, claro, que pensemos que Marx tenía razón y que los acuerdos voluntarios no son más que disfraces de la explotación capitalista.
Publicado originalmente en Inversor Global.