Trump en educación: ¿sorpresas?

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.

En noviembre de 1985, el New York Times publicaba declaraciones del Secretario de Educación William Bennett en defensa de uno de los frustrados intentos del gobierno de Ronald Reagan de obtener una legislación que otorgase a familias de bajos ingresos un subsidio anual que les permitiese elegir a qué escuela enviar sus hijos, entre una variedad de establecimientos públicos y privados. En palabras de Bennett: “Hoy, las familias más ricas ejercen la opción enviando sus hijos a una escuela privada. Los pobres no tienen este tipo de elección”.

En 2012, otra columna del New York Times relató que de haber triunfado el candidato republicano Mitt Romney en las elecciones que consagraron presidente a Barack Obama, probablemente habría buscado transformar los principales programas educativos administrados por el Gobierno Federal americano en un sistema de vouchers. Dicha propuesta fue presentada por Romney en mayo de 2012 en un discurso en la Cámara de Comercio: “Ampliaré las opciones de los padres en una manera sin precedentes. Daré a los padres de cada estudiante de familias de bajos ingresos, o con necesidades especiales, la oportunidad de elegir a qué escuela concurrirá su hijo. Por primera vez en la historia los fondos federales para la educación estarán vinculados a los estudiantes, por lo que los padres podrán enviar a sus hijos a una escuela pública o a una escuela privada. […] La posibilidad de elegir para cada padre significa una oportunidad para cada niño”.

El triunfo de Barack Obama convirtió estas declaraciones en tan sólo una frustrada expresión de deseos. Hoy esa expresión de deseos puede convertirse en realidad. Treinta años después de que el Secretario de Educación de Reagan se lamentase de no lograr una legislación que otorgase a los padres de familias de bajos ingresos el derecho a decidir sobre la escolaridad de sus hijos, Trump propone, como objetivo nacional, proporcionar a los padres de los 11 millones de niños en edad escolar, que viven en la pobreza, el derecho a elegir la escuela que mejor se adapte a las aptitudes o necesidades de sus hijos, ya sea pública o privada.

Lo expresó con claridad: “Voy a ser el mayor promotor del derecho de los padres a elegir la escuela a la cual concurrirán sus hijos. Quiero que cada uno de los niños de familias humildes que está hoy atrapado en una escuela que falla en proveer educación de calidad tenga la libertad – el derecho civil – de asistir a la escuela de su elección”. Y eligió como Secretaria de Educación a Betsy DeVos, fuerte defensora del derecho de los padres a decidir sobre la escolaridad de sus hijos y tenaz opositora de los sindicatos docentes.

De llevar a cabo su propuesta, Donald Trump se convertiría, para quien esto escribe, en la mayor sorpresa política de nuestro tiempo. Ojalá así sea.