Reflexiones sobre el sistema de ciencia y tecnología – CONICET

Mi nombre es Verónica Sotomayor y soy parte del CONICET desde el año 2004 cuando se me otorgó una beca doctoral. Mis apreciaciones son desde el lugar que ocupo (Miembro de la Carrera de Investigador, categoría asistente en Ciencias Biomédicas, área Bioquímica y Biología Molecular) sin poder dar mayor opinión sobre otros organismos ni otras disciplinas. Bajo ningún concepto mis opiniones avalan cualquier recorte pasado, presente o futuro en las áreas de ciencia, tecnología, innovación y educación, ya que las considero el motor principal del desarrollo de los países.

Me gustaría comenzar tratando el sistema de becas. En el otorgamiento de becas doctorales y postdoctorales el peso del CONICET es indudable. Uno aplica en un área particular con el aval de un director y en un tema específico. Las solicitudes son evaluadas por comisiones evaluadoras y de acuerdo a una recomendación, se otorga o no la beca que en el caso de las doctorales dura 5 años y 2 para las postdoctorales. La cantidad de becas otorgadas depende del presupuesto asignado, áreas prioritarias, temas estratégicos, etc. El orden de mérito y el puntaje otorgado es en muchos casos inaccesible y solo se tiene acceso si uno toma vista del expediente… pero el mismo carece de un puntaje. Las becas son estipendios, lo que hace que uno apenas tenga beneficios laborales sin aportes al sistema jubilatorio. La edad límite para presentarse a becas es de 32 años en cuyo caso se concluye la formación doctoral a los 37 años sin haber sido nunca parte del circuito laboral formal.

En cuanto al ingreso a la Carrera de Investigador Científico (CIC), los aplicantes (Doctorandos  y postdoctorados) insisten en que debe incrementarse el cupo, cosa que no discuto, pero nadie pone en duda si los institutos y universidades se encuentran en condiciones edilicias de recibirlos, si hay plata suficiente para investigar, si las investigaciones que se plantean son redundantes, son prioritarias (siempre discutible), etc. La designación de nuevos investigadores la hace el directorio basándose en las recomendaciones de las comisiones asesoras y la junta. La selección es cuestionable, supuestamente hay un puntaje, un dictamen y un orden de mérito. Los puntajes y orden de mérito son inaccesibles y el dictamen suele ser más una cuestión de forma que otra cosa. En el último gobierno se promocionaba que la mayor parte de los recomendados por las comisiones evaluadoras eran admitidos a carrera, pero eso, a mi entender, escondía una trampa. Las comisiones evaluadoras recomendaban a un bajo porcentaje de postulantes emitiendo dictámenes insuficientes o equivocados y eso llevaba a que el porcentaje que ingresaba fuese alto (al basarse únicamente en los recomendados) porque la gran mayoría había quedado sin posibilidades en etapas de evaluación previa.

Otro tema son los famosos “recortes”, o “despidos” de investigadores. No conozco casos de investigadores despedidos, aunque entiendo que han existido algunos casos asociados a casos ajenos al desempeño. Lo que ocurre año tras año es que los becarios que solicitan el ingreso no quedan seleccionados para ingresar a CIC. Esto se hace en función de las necesidades estratégicas del país ¿se hace realmente así? ¿Por otro lado, tiene el Estado la obligación de incorporar a todos los doctorandos y postdoctorandos a los cuales ya les ha pagado su formación? Entonces… ¿son despidos? ¿Son recortes?

Por otro lado, hablando de los subsidios, estos los otorga mayormente CONICET y la Agencia Nacional de Promoción Científica. Prácticamente no hay de subsidios por parte de empresas (incluso una cuestión cultural hace que no sea bien vista la injerencia de empresas en la investigación, sobre todo básica), y poco lo hacen las universidades. Los subsidios son completamente insuficientes, se pagan tarde y no hay un mecanismo de exención de gastos aduaneros para las importaciones inevitables de insumos y equipos (lo que hace que parte del subsidio termine quedando en otro lugar del Estado). Es notable la ineficiencia en el uso de recursos financieros: laboratorios compran por separado insumos que podrían compartir y que terminan abandonados eternamente en los estantes.  Lo mismo sucede con los equipos. ¿Porque no se puede coordinar y articular?

Durante el gobierno anterior se otorgaban subsidios que se promocionaban muy bien pero que no se cobraron hasta 2016, con el gobierno actual. Cabe destacar que el gobierno de turno se ha puesto al día en los pagos, no solo de los subsidios (que, aunque perdieron poder de compra, algo lo actualizaron) sino también en muchas deudas que existían en otros ítems. Por ejemplo, yo soy categoría IV docente-investigador del SPU y, a diferencia de años anteriores, estamos cobrando prácticamente en tiempo y forma. Otro tema para considerar es que los gastos de viáticos son casi siempre menores, cuando existen, y terminamos pagando nosotros nuestros viajes, cursos, capacitaciones, etc, que por otro lado son parte de nuestra eterna formación y las cuales son evaluadas en nuestras solicitudes de ingresos, informes anuales y solicitud de promoción de categorías. También creo que sería de fundamental importancia que el otorgamiento de becas estuviese asociado a los subsidios que se otorgan a grupos de investigación. Esto nos evitaría el eterno dilema: si tengo algo de dinero para investigar, no tengo quien lo haga, o viceversa. Hoy los chicos no quieren trabajar ad honorem como cuando yo me formé, las nuevas generaciones no lo aceptan. Incluso muchos dejan sus formaciones doctorales por la mitad porque saben que no van a tener mejor futuro doctorándose. Este efecto “boomerang” va a impactar fuerte en los próximos años.

Respecto de los sueldos, siempre ha sido una materia pendiente. Si bien ha habido una mejora de los haberes que percibimos por las reformas de ganancias del año pasado sumado a alguna actualización, prácticamente unilateral, los montos son bajos y sin mejoras reales que permitan mantener, ni mucho menos mejorar, la capacidad de compra. A excepción de un cargo docente simple, no se permiten actividades adicionales. De esto se desprenden varias preguntas: ¿es realmente eficiente que los investigadores se vean de algún modo “obligados” a hacer docencia para mejorar sus ingresos? ¿La carrera docente no debería ser para quienes tiene la capacidad y vocación? ¿Los investigadores no deberíamos aportar desde el lugar que nos toca y para el cual estamos capacitados? (por ejemplo, muchas carreras requieren tesinas de Licenciatura, ¿no es ese el lugar que debe ocupar un investigador en la formación de estudiantes?). Planteo otra pregunta: ¿no debería abocarse el investigador a hacer lo que más sabe? ¿Para lo que tiene talento? Hacemos trabajo de mesada, formamos estudiantes, presentamos en congresos, escribimos publicaciones, realizamos compras, calibramos equipos, arreglamos lo que está roto, lavamos lo que ensuciamos, manejamos subsidios, etc, etc, etc…

La evaluación de la mayoría de los investigadores ocurre básicamente por la cantidad de papers con criterios post-facto que terminan siendo la base de la discrecionalidad del CONICET. Esto es a mi entender, un claro ejemplo de cómo el mundo avanza, la ciencia se reinventa, la innovación es el motor del desarrollo, pero seguimos preocupados por si publicamos más o menos. Un organismo que debería ser disruptivo e innovador es, según mi punto de vista, una de las instituciones que menos ha cambiado desde la época de Houssay. El sistema promueve que los que estamos dentro estemos disconformes, frustrados, agobiados, cansados y desmotivados. ¿Esa es la gente que hace que la ciencia de un país sea motor de su desarrollo?

¿Ciencia Básica o Aplicada?

Desde el año 2016 se acentuó la discusión sobre si la ciencia del país debe ser básica o aplicada, pero desde mi visión eso no genera más que malos diagnósticos y decisiones equivocadas. Incluso una tensión notable dentro de los que estamos en el sistema. ¿Porque contraponer dos visiones cuando ambas son fundamentales?

¿Porque enfrentar y desgastar cuando podría ser un circulo virtuoso?  No hace falta inventar nada nuevo sino mirar los modelos que han funcionado en el mundo, el caso de Israel, por ejemplo. Ambas visiones van de la mano, los organismos trabajan fuertemente en vinculación y desarrollo para poder justamente vincular a la academia con el ámbito privado. Esto permite que las industrias vean resueltos muchos de sus problemas y, por otro lado, parte de los beneficios económicos que se obtienen gracias a esta asociación público- privada (que se nutre del conocimiento de la ciencia básica) vuelve a la ciencia básica en forma de aporte a la investigación. ¿No es esa una retroalimentación positiva casi perfecta?

En cuanto a los mecanismos de Vinculación y Transferencia Tecnológica, creo que es uno de los puntos más destacables. Hoy en CONICET el área de vinculación se ha convertido en gerencia. Estas oficinas son los articuladores indiscutidos, los que puede lograr asociar a la academia con la industria.  En CONICET se ha generado el sistema de STAN (Servicios Tecnológicos de Alto Nivel) que nos permiten ofrecer servicios, incluso usando equipos instalados en los institutos, y eso se traduce en ingresos extras para el CONICET, el Instituto y el Investigador. Creo que ha llegado el momento de afrontar el desafío de fortalecer los nexos entre la industria y la academia, no solo ofreciendo servicios como ya se ha comenzado a hacer, sino demostrando la ventaja de poder tomar investigadores jóvenes formados dentro de sus equipos de trabajo.  Es algo que las empresas no tienen incorporado en su cultura en nuestro país (donde existe una disociación absoluta entre academia e industria) y creo que sería de ganancia plena para las empresas y para el país, ya que insertaría en el sistema laboral a los doctorandos que ha formado, redundando en un beneficio para todos. Incluso quitaría presión sobre los organismos de CyT quienes hoy parecieran ser responsables únicos de los jóvenes investigadores que no ingresan al sistema de CIC de CONICET.

Espero que estas apreciaciones sean de algún modo útiles y que podamos volver a tener un sistema de Ciencia y Tecnología con la gloria que alguna vez tuvo, pero adaptado a los tiempos que corren. No debemos perder de vista que nos forma y nos paga el sueldo el ciudadano y tenemos la obligación que eso vuelva de algún modo en forma de beneficios a la sociedad. Todos estos párrafos me los permito como opiniones estrictamente personales. La presencia femenina en los estratos superiores del CONICET y el MinCyT (como investigadoras superiores o en cargos de gestión) merece un capítulo aparte.

 

Dra. Verónica Sotomayor

Investigadora Asistente CONICET-Grupo de Biología Celular y Molecular (LBCM) Instituto de Investigaciones Biomédicas (BIOMED, CONICET)- Facultad de Ciencias Médicas Pontificia Universidad Católica Argentina