“Tengan paciencia, las inversiones llegarán”

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, es un incansable comunicador de la administración de Mauricio Macri, que recorre cuanto coloquio local y exterior al que lo invitan para exponer en las alocuciones, un concepto conocido en cualquier cartel de obra: “Perdón por las molestias, estamos construyendo para Ud”.

Esta mañana de jueves 24/08 le tocó repetir el mensaje en un think tank administrado por la veterana RRPP Susan Segal, que tira puentes lobbistas de dudosa eficacia entre Manhattan y Buenos Aires desde los tiempos en que José Alfredo Martínez de Hoz era ministro de Economía: el Americas Society/Council of the Americas.

Hace rato que su hace poco extinto fundador, David Rockefeller, había dejado de transmitir la sensación de que esta élite empresarial influye decisivamente en las decisiones de inversión en el planeta.

Puede dar fe la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuyo gobierno pagaba durante años la cuenta de estas reuniones en la Gran Manzana, por consejo de Alberto Fernández, pero el país estuvo/permanece en los últimos puestos de la región como puerto de destino de los capitales productivos durante su mandato, según consta en los trabajos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

La ahora candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires no fue invitada por la anfitriona al hotel Alvear ni este año ni el anterior (el lema 2016 fue “Argentina: Perspectivas Económicas y Políticas”). Y por lo que se pudo apreciar en los prolegómenos de las PASO, la comunidad financiera internacional hubiera estado muy interesada en contar con su visión.

De todos modos, el común denominador de ambas ediciones del Consejo de las Americas ha sido que Argentina no está en el corto plazo en la agenda de los inversores de la economía real.

Aunque desde el lugar de parte interesada, en la apertura del evento, Susan Segal manifiestó “el entusiasmo que despierta el país a nivel global” a partir del cambio de Gobierno y arrojó la marketinera apelación de que se trata de una “oportunidad única en un momento único, especialmente para la Argentina, pero también para toda la región”. Y pidió: Tengan paciencia, las inversiones llegarán”.

Resignado, a su turno Dujovne reconoció ante académicos, funcionarios del propio gobierno, legisladores, miembros del elenco estable de las entidades empresarias, directivos de ASAP y “amigos peronistas” de la casa, como Juan Manuel Abal Medina y los Urtubey, que la infraestructura que necesita el país debe formar parte del programa económico del Gobierno. Y que junto con la política monetaria, las reformas institucionales y la integración de Argentina al mundo, “todo ello es la economía que estamos construyendo”.

La letra de John Salchichón, en el canal de humor filo porno, El Bananero, lo hubiera dicho con más escepticismo: “Entonces, de c… ni hablemos!”. Pero el ministro prefirió seguir en la línea del buen gusto y encomendarse a una lejana luz de esperanza: “Para tener estabilidad necesitamos ser solventes”, sentenció, pensando a 5 años vista, como ya adelantara en declaraciones previas.

Por eso ambas formalidades anuales de la tradición seguida hacia Segal, como también las que las antecedieron cuando estaba el otro gobierno, presumiblemente hostil para con el capital extranjero, no trascienden la foto, pero igual llegan a la cartera de Hacienda bajo la forma de una factura de erogaciones varias y honorarios de organización, que deberían encuadrarse como gasto público.

Hasta un economista que si con alguna tendencia no se alinea es con la izquierda, y si con una figura no simpatiza es con la de CFK, Aldo Abram, alertó sobre el peligro de provocar un crecimiento mediocre –durante una entrevista que le hizo el diario La Prensa– si no se hacen las reformas y el gasto público continúa siendo excesivamente grande. “El sector productivo seguirá cargando un monstruo inútil que es el Estado en los 3 niveles, y así la economía no podrá correr, gracias si camina. Si se encaran las reformas de fondo, las tasas de crecimiento de la Argentina pueden llegar al 5 o 6% anual”, sostuvo el director de la Fundación Libertad y Progreso, y de la consultora Exante.

El postergado debate fiscal

Fue este un tema medular en un panel que el funcionario argentino integró junto al ex ministro de Hacienda de Chile y actual asesor fiscal de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alberto Arenas de Mesa, que convocó un día antes la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), en el marco de la celebración de los 40 años de existencia.

Un experto en la materia, como el anfitrión Rafael Flores, también se lo dijo clarito al vocero económico de la administración Macri: “En Argentina se han hecho grandes avances en administración financiera pero no en política fiscal. En los últimos años hemos tenido recurrentes crisis fiscales. Más precisamente, desde el 2002 la presión fiscal prácticamente se duplicó y esto se hizo distorsionando la estructura tributaria por el efecto de la inflación y sin que se resolviera el problema del déficit fiscal”, fue el primer uppercut.

El gancho a la mandíbula fue: “Para pensar en una política fiscal a mediano y largo plazo hay que generar una institucionalidad fiscal que se mantenga a lo largo del tiempo y corregir las distorsiones profundas que hoy tiene el sistema, como una forma de generar condiciones para el crecimiento y la equidad en el largo plazo”, lo que en otras palabras terminó siendo dejar la cosecha de mieles de las trabajosas reformas que se deberán negociar en el Parlamento después de las elecciones de octubre, y según el resultado final, a la continuidad con que se puedan sostener, síndrome CFK mediante, hasta el gobierno que asuma en 2019. O sea a que Macri sea reelecto.

El ex ministro chileno contratado por CEPAL reflexionó en esa dirección que “en América Latina existe un gran espacio para la presión fiscal. El gasto público siempre ha sido superior a los ingresos y a su vez, la institucionalidad y la política fiscal afectan su sostenibilidad”.

Arenas aseguró que en Chile se han cumplido los objetivos propuestos para tener un mejor balance: aumento de la recaudación, reducción de la evasión y mejora de la distribución del ingreso.

Dujovne apenas podría afirmar que Argentina recién transita la primera materia. “Hay que avanzar en el modo de cobrar los impuestos porque el nivel de gasto que sostenemos no está alineado con la presión fiscal”, admitió.

Tampoco fue muy específico cuando abordó la coyuntura. Con un planteo digno de su paso por la Fundación Pensar o del espacio televisivo que compartía con Carlos Pagni en la señal LN +, se refirió al proyecto de Responsabilidad Fiscal diciendo que “ya ha sido negociado con las provincias a través del trabajo técnico que hemos hecho en el Consejo Federal de Responsabilidad Fiscal”.

Y desarrolló como declaración de principios que “es necesario que nuestro sistema tributario sea responsable, efectivo y equitativo. Para lograr que sea justo hay que maximizar la transparencia y bienestar social. Nuestro principal objetivo es lograr la sostenibilidad impositiva a lo largo del tiempo y que nuestro sistema se convierta en ejemplo para otros países del mundo”.

Ante la pregunta de un participante de la audiencia sobre la posibilidad de que el Gobierno realice reformas tributarias en las provincias, el ministro afirmó que la idea es “promover este tipo de reformas a nivel subnacional respetando la autonomía de las provincias”.

Menos mal que el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano trajo a tierra el día a día nacional, al emitir un antipático dato que marcha a contramano de las expresiones de deseos formuladas: el Índice de Equilibrio Fiscal experimentó una caída del 18,3% en junio respecto de mayo y del 13,9% con relación a igual mes de 2016.

El resultado se atribuyó al pago del medio aguinaldo, lo cual se tradujo en un incremento en los gastos mensuales de un 26%. Por el contrario, los ingresos apenas crecieron un 0,3%.

Eñ baño de realidad es que “en el acumulado del primer semestre, el déficit primario ascendió a $144.285,6 millones, representando el 1,5% del PIB, por debajo de la meta fijada del 2%, lo que sería para festejar si no fuera porque “contribuyeron sustancialmente los ingresos provenientes del blanqueo de capitales, que ingresaron durante el 1er trimestre”, aclaró Víctor Beker, director del CENE.