Servicio de mesa y cuotas sin interés

Director en Iván Carrino y Asoc. | Website

Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

Este fin de semana largo aprovechamos el tiempo y decidimos ir a la Costa Atlántica. La ruta estaba cargada, tanto a la ida como a la vuelta, lo que indicaría que los “brotes verdes” no están solo en el campo.

El lunes al mediodía el viento soplaba fuerte, pero la temperatura era agradable y el sol daba de lleno sobre el pueblo. Decidimos ir a comer a uno de los pocos lugares de esta localidad balnearia que solemos visitar.

Al mirar el menú, algo me llamó la atención. Era la leyenda siguiente:

No cobramos servicio de mesa.

“¡Qué buena noticia!”, pensamos al principio. Mayor aún fue la alegría cuando llegaron unos ricos y variados panes, con humus y manteca con albahaca para untar.

Una verdadera delicia… ¡Y gratis!…. ¿Gratis?

En realidad acá se presenta un problema. El restaurante dice que no cobra un servicio de mesa que efectivamente ofrece. O sea que nos está regalando el servicio. O sea que promociona su local con algo que efectivamente podría atraerle más clientes… ¿Está bien lo que hace? ¿Es verdaderamente así?

Técnicamente, no. Es que el precio pagado por el consumidor debe cubrir los costos de cualquier empresa, sea ésta un restaurante, un taller mecánico o un bufete de abogados. Y cuando uno piensa en los costos debe incluirlos a todos: los salarios de los mozos, las botellas de agua, la factura de gas, los cubiertos y, también, ¡el servicio de mesa!

Es más, el restaurante podría decir: “Venga a comer gratis, solo le cobramos el postre”. Ahora resulta que “sólo el postre” nos termina saliendo lo mismo que pagaríamos si fuésemos a cualquier restaurante normal a comer un plato principal, con bebida y postre. En este contexto el “regalo” de la comida solo sería una buena estrategia de marketing, pero escondería que, en realidad, nos están cobrando por todo.

Entonces: ¿nos está engañando el restaurante cuando dice que no cobra servicio de mesa? En algún punto, uno podría interpretar que , ya que el costo en que incurre por ofrecer ese servicio debe ser cubierto por el precio final que paga el consumidor si es que la compañía no quiere quebrar.

No obstante, también podría interpretarse que NO, ya que puede tomar el “servicio de mesa gratuito” como una inversión del local, un gasto en el que incurre para lograr obtener más visitantes. Es decir, podríamos considerarlo igual que consideramos un cartel publicitario en la vía pública. Pero también sabemos que ese cartel, en última instancia, lo paga el consumidor. O, al menos, que la empresa decidió invertir en esa publicidad con la expectativa de recuperar el gasto con una clientela mayor.

Ahora la respuesta fundamental a este ida y vuelta de precios y costos que no se sabe quién paga es: ¿a quién le importa realmente?

El comensal va al restaurante, consume, y una vez que se retira analiza: “¿estuvo acorde el precio que pagué con el servicio que recibí?”. Punto, nada más que eso, no importa si el servicio de mesa lo pagó él, el local, o un vendedor ambulante que pasaba por ahí.

Esto es lo mismo que sucedió con las cuotas “Sin Interés” que generaron tanta polémica hace unos meses. Finalmente, a nadie le importaba si las cuotas “sin interés” en realidad ocultaban el interés en el precio final del producto. Es que, al igual que en el restaurante, el consumidor solo se pregunta: “¿está acorde el precio que pagué, en las condiciones en que lo pagué, con el servicio que recibo de ese producto que compré?”.

El consumidor define el precio a pagar. Y los productores, si quieren sobrevivir, no pueden incurrir en costos superiores al precio que establece la demanda. O sea, en última instancia, todo costo es pagado por el productor, pero cubierto luego por el consumidor.

Si nos ponemos excesivamente rigurosos, entonces tanto hablar de cuotas “sin interés” como de “no cobrar servicio de mesa” deberían ser considerado como estafa. Sin embargo, si te parece que lo segundo sería una locura… también deberías ir pensando lo mismo de lo primero.